¿La Septuaginta fue la Biblia de Cristo y los apóstoles, y citaron de ella?
          Muchas veces los apologistas católicos dicen que la Biblia vino de ellos. En respuesta les decimos que eso sería robar el crédito por lo que Dios hizo sin su ayuda pues la misma Biblia dice lo contrario en Romanos 3:1-3 y 9:4 “¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? ¿o de qué aprovecha la circuncisión? Mucho, en todas maneras. Primero, ciertamente, que les ha sido confiada la palabra de Dios... que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas;”. En otras palabras, si hay alguien a quien debemos agradecerle por tener la Biblia en nuestra mano es a los judíos, no a la iglesia católica romana. 
             En respuesta los romanistas dicen que “Existen dos grupos de judíos con dos versiones del Antiguo Testamento, uno cristiano que aceptaban la Septuaginta griega la cual contiene los libros deuterocanónicos y que Jesús y sus apóstoles citaron. El otro es hebreo la cual usan los judíos que rechazaron a Jesús que no aceptaron la Septuaginta conocida también como la LXX o la versión de los Setenta. Los protestantes aceptan la de los judíos que no creen en Jesús.”
         Esto es falso. En primer lugar, si nos vamos a la Biblia, el mismo apóstol Pablo afirma que la Biblia vino de los “JUDIOS”, no hace una distinción de grupos o de dos cánones del Antiguo Testamento y el historiador judío, Flavio Josefo tampoco. Por tanto, ¿a quién le vamos a creer? ¿A Pablo que dice que la Biblia vino de los judíos o a los apologistas católicos que dicen que vino de la iglesia de Roma?  Segundo, no existe un solo manuscrito griego del Antiguo Testamento con una fecha de 250 a.C. ni cercano a ello como tampoco existe ningún registro o documento en la historia judía que pruebe que hubo dicho trabajo siendo contemplado o realizado antes de Cristo sino una carta de un tal Aristeas donde se habla del origen de esta versión diciendo que supuestamente fue traducida del Antiguo Testamento hebreo al griego o para reemplazarla por 72 judíos en Alejandría, Egipto donde participaron 6 judíos de cada una de las doce tribus de Israel en el año 250 antes de Cristo.
         Sin embargo, muchos eruditos y académicos ponen en duda que alguien llamado Aristeas haya escrito esta carta, sino que se afirma que dicha carta es solo una fábula escrita realmente por Filón de Alejandría. Esto es admitido por los mismos católicos y la Enciclopedia de Religión y Ética. Si esto es cierto entonces eso no solo le daría una fecha de d.C. sino que demostraría que la verdadera intención de esta carta fraudulenta era engañar a los cristianos para hacerles creer que la segunda columna de Orígenes es una copia de la LXX.  
         Y aun si hubiese habido un Aristeas o dos grupos de judíos con dos cánones diferentes, uno hebreo aceptado por los judíos de Palestina y otro griego, el aceptado por los judíos de Alejandría, Egipto llamada la Septuaginta o la Versión de los Setenta (LXX) seria obvio que el apóstol Pablo en Romanos 3:1-3 y 9:4 se refiere a la hebrea y no a la griega por varias razones:

1. ¿Dónde en la Biblia dice que Jesús y sus apóstoles citaban una traducción griega llamada la Septuaginta (conocido también como la LXX o la Versión de los Setenta)? En ninguna parte y el apóstol Pablo no puede estar refiriéndose a la Septuaginta porque el griego no es el idioma de los judíos a quienes le fue dado primeramente el Antiguo Testamento sino el hebreo (Mateo 10.5-6; Juan 4.22 y Romanos 1:16).  
        Además, una traducción griega del Antiguo Testamento no tiene la misma autoridad que el lenguaje original del Antiguo Testamento la cual fue escrita en hebreo, así como una traducción en español de la Biblia tampoco tiene la misma autoridad que el hebreo o griego original de la Biblia. 
2. Esta versión griega (Septuaginta) no pudo haber sido aceptada por los judíos poque todos sabían que solo la tribu de Levi (no todas las tribus) estaba permitida y encargada por Dios a escribir las Sagradas Escrituras (1 Crónicas 16:4; Deuteronomio 17:18; 31:25-26 y Malaquías 2:7) en Israel (no en Alejandría, Egipto). Por tanto, a la luz de la Biblia eso no tendría sentido.
3. Ningún judío podía regresar a Egipto porque estaría desobedeciendo el mandato de Dios que está en Deuteronomio 17:16.
4. Cualquiera que lee la Biblia sabe que los judíos tenían que ser diferentes a los gentiles, eso incluía su idioma. De hecho, aun hoy en día, los judíos que viven en otros países como China o la India no quieren enseñar a sus hijos ningún otro lenguaje excepto el hebreo. Por tanto, es difícil creer que un pueblo tan orgulloso y celoso de su cultura que hasta llegó a despreciar a los gentiles traduciría lo más sagrado de su posesión (el Antiguo Testamento) escrito en otro idioma (en este caso el griego) que no fuera la de ellos (hebreo).
5. La Versión griega de los Setenta o Septuaginta (LXX) también contiene libros apócrifos como “Bel y el Dragón”, “Judit”, “Tobías”, “1 y 2 Macabeos”, etc. Mientras que dichos libros no aparecen en NINGUNO de los manuscritos antiguos del Antiguo Testamento hebreo. ¿Por qué? Porque nunca fueron aceptados como inspirados por los judios y esto es confirmado por el reconocido historiador judío, Flavio Josefo en su libro, “Antigüedades judías” donde dice que el canon del Antiguo Testamento hebreo solo está compuesto de 39 libros y no de 46.       
      Además según la tradición judía (que lleva muchos años) también sostiene que el Tanaj judío no contenía ninguno de estos libros, y Jesús realizó su ministerio en Judá, y esta fue la versión bíblica que usó. Mientras que la Septuaginta se deriva de la escuela de Alejandría, Egipto la cual los católicos usan como base de traducción para sus “biblias”. Hasta la Nueva Jerusalén con Nihil obstat e imprimatur dice la verdad en cuanto a que los apócrifos (llamados Deuterocanónicos) no formaban parte del canon de las escrituras judías. Por algo el mismo Jesucristo y los apóstoles NUNCA hicieron referencias a estos libros como tampoco los Padres de la Iglesia (testimonio patrístico). Por tanto, no le vamos a añadir, ni quitar porque eso es condenado en Apocalipsis 22:19 y Proverbios 30:6. Ahora si creen que al principio el Texto Masorético o la Septuaginta original tenían libros apócrifos entonces tendrán que decirnos según ¿cuál fuente histórica para poder corroborarlo? Nunca dan una respuesta. De hecho, aun si hubiese habido una Septuaginta antes de Cristo con tales libros apocrifos eso no demostraría que los judíos aceptaban esos libros como inspirados como parte del canon del Antiguo Testamento. 
6. El único manuscrito griego del Antiguo Testamento escrito antes de Cristo que tenemos es un fragmento o rollo de papiro del año 150 a.C. la cual contiene Deuteronomio 23-28 (papiro de Ryland #458) y nada más. De hecho, quizás esta sea la parte existente que condujo a Eusebio y Filón a asumir que todo el Pentateuco fue traducido por algún escriba para el interés de los gentiles en la historia judía. Sin embargo, eso no demuestra que todo el Antiguo Testamento fue traducida en griego y aun si fuéramos a suponer que hubo un Antiguo Testamento oficial en griego antes de Cristo aun así tampoco hay ninguna prueba de que los libros apócrifos estaban incluidos en el original, ni que los judíos la hayan aceptado por las razones mencionadas arriba.
  7. Según una fuente católica “El Sumo Sacerdote envió a Alejandría, 72 judíos, seis de cada tribu, quienes completaron su trabajo, la traducción del Pentateuco, en 72 días.” (Dictionary Concordance, p.613, Septuagint). Por tanto, según los mismos eruditos católicos solo hubo una traducción griega del Pentateuco hebreo (La Ley o Torá), no de todo el Antiguo Testamento. Si eso es así entonces eso refuerza más la idea de que tanto Jesús, sus apóstoles y la iglesia primitiva nunca citaron la Septuaginta griega sino los manuscritos hebreos. Por tanto, si alguna vez hubo una versión de los 70 (LXX) era solo para traducir los primeros cinco libros de La Torá (La Ley) y que por tanto la versión de los 70 (LXX) no es la misma que la Septuaginta.
       8.  La realidad es que El Texto Masorético (TM) es más exacto y confiable que la Septuaginta pues es considerado como el más preciso y del idioma original, aunque es el más nuevo, ya que se escribió en su forma actual entre los siglos VI y X d.C. por piadosos escribas y eruditos judíos en Babilonia y Palestina. Estos masoretas respetaban tanto las Sagradas Escrituras, que hicieron el esfuerzo de preservar sin errores y de reproducir copias del texto original y completo del Antiguo Testamento hebreo. También establecieron la Masora (en hebreo, massoret, que significa Tradición), que es un complejo sistema de puntos vocálicos, signos diacríticos, conteo de las palabras para estar seguros de que no habían omitido ni añadido a la copia y notas marginales que perpetuaron los detalles de ortografía, acento y pronunciación del texto bíblico. La razón por la que más de 6,000 manuscritos hebreos son relativamente tardíos se debe en parte a las destrucciones de bibliotecas producidas por los avatares de la historia del pueblo judío. Sin embargo, Dios no prometió guardar los manuscritos originales sino Sus palabras las cuales se han preservado y disponibles en las copias de los originales (Salmo 12:5-7 105:8 y Mateo 24:35).  
        Los antiguos Rollos del Antiguo Testamento del Qumrán (conocido también como los Manuscritos del Mar Muerto) encontradas en las cuevas situadas en Qumrán y las cuales datan del año 250 a.C. al año 66 d.C así lo testifican pues su lectura concuerda más con el Texto Masorético hebreo que con la Septuaginta griega, la samaritana y del resto las cuales no están alineados. Por tanto, es el Texto Masorético y no la Septuaginta la que no ha corrompido el texto en el proceso de transmisión y la que refleja los mismos manuscritos originales hebreos que la antecede (el Texto Premasorético) cumpliendo así la promesa de Dios de que, así como Su Iglesia no dejaría de existir Su Palabra tampoco, sino que sería preservada “para mil generaciones” (Salmo 12:5-7 105:8 y Mateo 24:35). De hecho, hasta el día de hoy, el Texto Masorético se reconoce como el más fidedigno y como la fuente principal en la restauración del original hebreo del Antiguo Testamento. Debemos agradecer a los masoretas por su piadoso celo por la conservación y pureza del texto original del Antiguo Testamento. Por tanto, sí se puede decir que la Biblia Reina Valera es traducida directamente de los manuscritos puros y originales del Antiguo Testamento y no de una traducción corrupta y adulterada.  
            Alguno dirá “Pero si eso es así entonces ¿por qué algunos eruditos prefieren la Septuaginta griega y no el Texto Masorético hebreo?” Por tres razones principales, una porque es más fácil aprender el griego que el hebreo, dos porque creen que los manuscritos que apoyan la Septuaginta son más antiguos y por ende mejores lo cual es apelar a una falacia de tradición y tercero dado el hecho de que no existe ningún manuscrito del Antiguo Testamento en Hebreo que incluya los libros Apócrifos, muchos católicos entonces prefieren la Septuaginta solo por conveniencia pues es la única fuente donde aparece los libros apocrifos que ellos agregan en el canon de sus "biblias". 
       9. Si son tan Septuaginta entonces ¿por qué en Génesis 5:26 no siguen la Septuaginta sino el Texto Masorético pues si se compara las biblias católicas y la Septuaginta veremos que no leen igual? El mismo Agustín de Hipona habló sobre este problema en su comentario de Génesis 5:26 y afirmó que la Septuaginta era una falsa.
     10. Además de la carta de un tal Aristeas otros también apuntan a la Hexapla de Orígenes las cuales fueron escritas alrededor del año 200 d.C. o aproximadamente 450 años después de que la LXX fue escrita y más de 100 años después que el Nuevo Testamento fue completado. En la segunda columna de dicha Hexapla de Orígenes contiene la Septuaginta con los libros apócrifos. Claro, los defensores de la Septuaginta trataran de negar que Orígenes tradujo el Antiguo Testamento griego del hebreo, sino que solo copió la LXX en la segunda columna de su Hexapla. ¿Pero es correcto este argumento? No, porque entonces eso significaría que los supuestos 72 eruditos judíos añadieron los libros apócrifos en su obra antes de que fueran escritas o que Orígenes tomó la libertad de añadir libros espurios a la Palabra escrita de Dios lo cual es condenado en Apocalipsis 22:18. 
          Por tanto, la pregunta entonces es, si la Septuaginta griega no vino de los judíos entonces de ¿dónde salió? La única explicación razonable es que la Septuaginta griega fue escrita por Orígenes 200 años después de la vida de Cristo, es decir, concluimos que la LXX no es nada más que la segunda columna de la Hexapla de Orígenes. Por tanto, Jesucristo y los escritores del Nuevo Testamento nunca citaron un Antiguo Testamento griego porque no existe ningún tipo de manuscrito griego del Antiguo Testamento antes de Cristo que contengan también los libros apócrifos. 
       Después de todo, ¿quién fue Orígenes? Orígenes de Alejandría, Egipto fue un erudito, escritor y una de las figuras más influyentes en la teología católica. Sin embargo, algunas de sus enseñanzas eran tan contrarias al cristianismo primitivo que otras grandes figuras de su época como Jerónimo lo consideraba un hereje y hasta el emperador Justiniano I lo condenó como hereje en el 543. De hecho, el Segundo Concilio de Constantinopla de 553 condenó algunas de sus enseñanzas heréticas como la preexistencia de las almas la cual posiblemente sacó de Platón pues estaba muy influenciado por la filosofía griega, pero fueron rechazadas por la Iglesia. También escribió cientos de homilías que cubren casi toda la Biblia, interpretando muchos pasajes como los primeros capítulos de Génesis de manera alegórica mientras que la gran mayoría de los Padres de la Iglesia como Teófilo de Antioquía, Ireneo, Ambrosio, Basilio de Cesarea llamado también Basilio el Magno y los antiguos judíos como el historiador Flavio Josefo lo interpretaron literalmente.                             
            Posiblemente fue uno de los primeros en enseñar el purgatorio y el bautismo infantil las cuales fueron completamente desconocidas por las iglesias primitivas. Orígenes también fue un vegano (como los adventistas del séptimo día) que creía en el universalismo y subordinacionismo (las cuales son herejías) y hasta sugirió que el Hijo fue creado por el Padre (como creen los falsos testigos de Jehová) y que el Espíritu Santo fue creado por el Hijo​ pero, en otro momento, escribe que «hasta el presente no he podido encontrar ningún pasaje en las Escrituras que indique que el Espíritu Santo es un ser creado». Sin olvidar que Eusebio afirma en su Historia de la Iglesia que, cuando era joven, Orígenes pagó en secreto a un médico para castrarlo quirúrgicamente, una afirmación que afectó la reputación de Orígenes durante siglos. Algunos católicos niegan esto, pero muchos historiadores notables, como Peter Brown y William Placher, continúan sin encontrar ninguna razón para concluir que la historia es falsa. Por tanto, los católicos tienen la Hexapla de Orígenes que en el Concilio de Constantinopla lo expulsaron como hereje y si lo era entonces la Septuaginta que usan fue creada por un hereje.

Objeciones:

“Si solo son 5 de la Septuaginta entonces ¿quién les agregó los otros 34?”

          Aquí los romanistas ignoran que nuestra Biblia no sigue la Septuaginta griega sino el Texto Masorético hebreo del Antiguo Testamento las cuales no contienen los libros apócrifos porque nunca fueron aceptados como inspirados por los judios y esto es confirmado por el reconocido historiador judío, Flavio Josefo en su libro, “Antigüedades judías” donde dice que el canon del Antiguo Testamento hebreo solo está compuesto de 39 libros y no de 46. Además según la tradición judía (que lleva muchos años) también sostiene que el Tanaj judío no contenía ninguno de estos libros, y Jesús realizó su ministerio en Judá, y esta fue la versión bíblica que usó. Mientras que la Septuaginta se deriva de la escuela de Alejandría, Egipto la cual los católicos usan como base de traducción para sus “biblias”. 
         Hasta la Nueva Jerusalén con Nihil obstat e imprimatur dice la verdad en cuanto a que los apócrifos (llamados Deuterocanónicos) no formaban parte del canon de las escrituras judías. Por algo el mismo Jesucristo y los apóstoles NUNCA hicieron referencias a estos libros como tampoco los Padres de la Iglesia (testimonio patrístico). Por tanto, no le vamos a añadir, ni quitar porque eso es condenado en Apocalipsis 22:19 y Proverbios 30:6. Ahora si creen que al principio el Texto Masorético o la Septuaginta original tenían libros apócrifos entonces tendrán que decirnos según ¿cuál fuente histórica para poder corroborarlo? Nunca dan una respuesta. De hecho, aun si hubiese habido una Septuaginta antes de Cristo con tales libros apocrifos eso no demostraría que los judíos aceptaban esos libros como inspirados como parte del canon del Antiguo Testamento. 
“Se hizo la traducción del hebreo al griego porque el hebreo estaba muerto, así como se tradujo del griego al latín por las mismas razones”
¿Qué el hebreo no se hablaba? ¿De dónde sacan esto? No se sabe pues no dan fuentes históricas.  
“Si la Septuaginta solo estaba compuesta de 5 libros entonces ¿Por qué la Biblia de los Bautistas, evangélicos y protestantes tienen 34 libros de más?”
        Porque como se dijo antes no seguimos la Septuaginta sino el Texto Masorético la cual no contiene los libros apócrifos. En otras palabras, nuestra Biblia es traducida directamente de la fuente original hebrea y no de una traducción incompleta del original.
“¿Cuántos libros tenía el canon del Texto Masorético pues en los rollos bíblicos del Qumrán se encontraron hasta libros apócrifos como el libro de los Jubileos, el Libro de Enoc, el cuarto Libro de Esdras, los Testamentos de los Patriarcas, Tobías, Judit y otros?”
             Si quieren saber la cantidad de libros que hay en el canon del Texto Masorético entonces la respuesta es 39 libros pues no incluyen los libros apócrifos porque no se consideraban parte de la Biblia hebrea y por eso el Antiguo Testamento de nuestras traducciones tiene 39 libros. Por algo, el mismo Señor Jesucristo y los apóstoles citaron casi 300 veces del Antiguo Testamento, pero estos libros apócrifos NUNCA fueron citados en el Nuevo Testamento por ellos, ni por los Padres de la Iglesia (testimonio patrístico). Por tanto, no le vamos a añadir, ni quitar porque eso es condenado en Apocalipsis 22:19. Ahora si creen que al principio el Texto Masorético o la Septuaginta original tenían libros apócrifos entonces tendrán que decirnos según ¿cuál fuente histórica para poder corroborarlo?
         En cuanto a los rollos del Qumrán el que también se encontraran allí libros apócrifos no significa que los judíos aceptaban tales libros como inspirados (falacia non sequitur) y no creo que los católicos tampoco ya que tampoco aceptan algunos de esos manuscritos (como el Libro de Enoc, el cuarto Libro de Esdras y los Testamentos de los Patriarcas) como parte de la Sagrada Escritura. Asumir tal cosa seria como asumir que si tengo en mi biblioteca personal 10 Biblias y alrededor de otros 200 libros es porque considero todos esos libros como inspirados lo cual sería absurdo y falaz. 
         De hecho, los antiguos Rollos del Antiguo Testamento del Qumrán (conocido también como los Manuscritos del Mar Muerto) encontradas en las cuevas situadas en Qumrán y las cuales datan del año 250 a.C. al año 66 d.C demuestran que El Texto Masorético (TM) es más exacto y confiable que la Septuaginta pues su lectura concuerda más con el Texto Masorético hebreo que con la Septuaginta griega, la samaritana y el resto no está alineado. Por tanto, es el Texto Masorético y no la Septuaginta la que no ha corrompido el texto en el proceso de transmisión y la que refleja los mismos manuscritos originales hebreos que la antecede (el Texto Premasorético). 
           De hecho, hasta el día de hoy, el Texto Masorético se reconoce como el más fidedigno, preciso y la fuente principal en la restauración del original hebreo del Antiguo Testamento. Debemos agradecer a los masoretas por su piadoso celo por la conservación y pureza del texto original del Antiguo Testamento. Alguno dirá: “Pero si eso es así entonces ¿por qué algunos eruditos prefieren la Septuaginta griega y no el Texto Masorético hebreo?” Por tres razones principales, una porque es más fácil aprender el griego que el hebreo, dos porque creen que los manuscritos que apoyan la Septuaginta son más antiguos y por ende mejores lo cual es apelar a una falacia de tradición y tercero dado el hecho de que no existe ningún manuscrito del Antiguo Testamento en Hebreo que incluya los libros Apócrifos, muchos católicos entonces prefieren la Septuaginta solo por conveniencia pues es la única fuente donde aparece los libros apocrifos que ellos agregan en el canon de sus "biblias".  
“La prueba de que el Texto Masorético y la Septuaginta originales tenían los libros apócrifos es que las primeras Biblia de la Reforma la contenían. Por tanto, si los Bautista y los protestantes no aceptan los libros deuterocanónicos entonces ¿por qué sus Biblias como la Biblia del Oso tenía tales libros? ¿Por qué lo quitaron de sus Biblias?”
         En primer lugar, antes de la Reforma Protestante hubo versiones de la Biblia como la de Pedro Waldo y los valdenses que no contenían los libros apócrifos. Así también la Peshita realizada en torno al 150 d. de C., la Versión itálica (c. 157 d. de C.) y que la iglesia gala del sur de Francia (c. 177) al igual que la versión gótica (s. IV) y el Códice W de Mateo (s. IV-V) reprodujo el TR y el Códice A (s. V) sigue el TR. Las cuales todas siguieron el Textus Receptus y el Texto Masoretico, no la Septuaginta ni los Códices Sinaítico y del Vaticano. Lo mismo con las versiones antiguas de la Biblia Reina Valera y la King James.
        Segundo, ¿en qué parte de los escritos de la Biblia del Oso o de Reina o Valera dice que los libros deuterocanónicos (apócrifos) son libros inspirados? En ninguna y el que hubiera libros apócrifos en las primeras versiones protestantes como la Biblia del Oso o La King James eso no significa que sus traductores lo aceptaban como parte del canon bíblico (falacia non sequitur) Asumir tal cosa seria como asumir que si una Biblia católica o protestante contiene comentarios al pie de las páginas es porque sus traductores consideraban tales notas como inspirados lo cual sería absurdo y falaz. De hecho, algunas versiones protestantes en la actualidad contienen libros apócrifos, pero eso no significa que lo incluyen porque los consideran parte del canon de la Biblia sino como fuente de información histórica. Lo mismo con la Biblia del Oso y la King James.   
           Por ejemplo, Cipriano de Valera, revisor de la Biblia del Oso, escribió diciendo que tales libros apócrifos no pertenecían al canon bíblico y que fueron agregados solo con fines históricos, no porque él o Casiodoro de Reina lo consideraban como inspirados. En el prólogo de su revisión, dedica un apartado para explicar qué son los libros apócrifos. A continuación, citamos una parte de esta explicación: “Hemos probado bastantemente cuantos, y cuáles sean los libros canónicos del Antiguo Testamento, a saber, veintidós, de donde se sigue manifiestamente que todos cuantos libros se añadieren a estos 22 no son canónicos, no son Sagrada Escritura. Nuestros adversarios admiten los mismos 22 libros, que hemos nombrado por canónicos. Pero no contentándose con estos 22, admiten, no haciendo caso de lo que los Antiguos Hebreos, griegos y Latinos ni de lo que muchos modernos Latinos determinan, otros libros por canónicos, a los cuales dan la misma autoridad y crédito que a los otros, que verdaderamente son canónicos.” (Revisión de Cipriano de Valera publicada en el año 1602 en Ámsterdam, Holanda). De hecho, esta es la razón por la que los libros apócrifos están apartados o separados en una sección en el centro y no regadas con los demás libros inspirados de la Biblia del Oso y del King James Bible.
           De hecho, esta misma distinción lo hizo también el mismo católico Jerónimo, que por orden de la Iglesia Católica, los tuvo que incluir contra su voluntad en su traducción al latín de la Biblia conocida como Vulgata a fines del siglo IV pero que admitió en el prólogo de la Vulgata latina que: “[los libros apócrifos] son como el loco vagar de un nombre cuyos sentidos lo han abandonado” y aconseja que se eduque a una jovencita llamada Paula para “evitar todos los libros apócrifos, y si alguna vez desea leerlos, no por la verdad de sus doctrinas sino por respecto a sus maravillosos relatos, que se dé cuenta de que no fueron escritos realmente por aquellos a quienes se atribuyen, que hay en ellos muchos elementos defectuosos, y que se requiere mucha pericia para buscar el oro entre el fango” (Enciclopedia Católica Vol. V y José Flores, op. Cit., Pág 39). Por esta razón Jerónimo hizo constantemente la distinción de los libri ecclesiastici (en el sentido de libros aceptados por la Iglesia), y los libri canonici (libros canónicos) o hebraicas veritas (verdad hebraica); y ya que él fue el traductor y editor, vale la pena tomar en cuenta su opinión.
“¿Cuándo se retiran los libros deuterocanónicos (apócrifos) de la Biblia del Oso o demás Biblias de la Reforma?”
          Dicha pregunta apela a una falacia de hombre de paja porque asume deshonestamente que los protestantes aceptaban dichos libros como inspirados pero que luego lo rechazaron y por eso lo sacaron. Por ende, según ellos tenemos una Biblia mutilada. Pero hay otros problemas con este falaz argumento. En primer lugar, no se retiraron porque ya no aceptaban su inspiración sino mas bien porque nunca las aceptaron como inspirados. Por eso no las leían en las iglesias. Por tanto, no tenía sentido seguir teniéndolas en la Biblia y para evitar confusiones también ya que dichos libros apócrifos además de no ser parte del canon también las contradice.
             De hecho, esta misma distinción lo hizo el mismo católico Jerónimo, que por orden de la Iglesia Católica, los tuvo que incluir contra su voluntad en su traducción al latín de la Biblia conocida como Vulgata a fines del siglo IV admitió en el prólogo de la Vulgata latina que: “[los libros apócrifos] son como el loco vagar de un nombre cuyos sentidos lo han abandonado” y aconseja que se eduque a una jovencita llamada Paula para “evitar todos los libros apócrifos, y si alguna vez desea leerlos, no por la verdad de sus doctrinas sino por respecto a sus maravillosos relatos, que se dé cuenta de que no fueron escritos realmente por aquellos a quienes se atribuyen, que hay en ellos muchos elementos defectuosos, y que se requiere mucha pericia para buscar el oro entre el fango” (Enciclopedia Católica Vol. V y José Flores, op. Cit., Pág 39). Por esta razón Jerónimo hizo constantemente la distinción de los libri ecclesiastici (en el sentido de libros aceptados por la Iglesia), y los libri canonici (libros canónicos) o hebraicas veritas (verdad hebraica); y ya que él fue el traductor y editor, vale la pena tomar en cuenta su opinión.
         Después de todo, ¿cuántos libros apócrifos tiene la Septuaginta griega o la Vulgata latina de Jerónimo? 14 en total. Eso sin contar otras que tiene la Vulgata como La Carta de Laodicea, el Salmo 151 y la Epístola a Manasés. Pero de todos estos la Iglesia Católica aceptó solamente 11 de los libros que les convenía y no los 14 que contiene la versión de los Setenta (LXX). Por tanto, los apologistas católicos caen en una doble moral pues si apoyan tanto la Septuaginta o la Vulgata de Jerónimo entonces ¿por qué no aceptan todos los libros apócrifos que contienen sino solo algunas? Siguiendo su propia lógica entonces también tienen una “biblia” mutilada ya que tampoco tienen todos los libros apócrifos que están en la Vulgata o La Septuaginta. Los Bautistas y protestantes sostenemos que nuestra Biblia está COMPLETA; pero los católicos afirman que le faltan libros. Sin embargo, el canon completo no tiene que ser el que más libros tenga sino el que tenga los libros que Dios inspiró.
          Así que, la verdadera pregunta correcta no es “¿por qué los protestantes quitaron libros de la Biblia” sino “¿Por qué los católicos añadieron más libros a la Biblia en el año 1546, en una acción polémica en el Concilio de Contrarreforma de Trento? De hecho, los Sínodos de Hipona (393) y la de Cartago hicieron una lista del Antiguo Testamento sin incluir los libros apócrifos y eso lo dice la misma Enciclopedia Católica Vol. III, sino que fue en el Concilio de Trento (1546) que se incluyeron los libros apócrifos como 2 Macabeos que enseña orar por los muertos para “refutar” a Martín Lutero quien dijo que “es inútil orar por los muertos”; pero no incluyeron 2 de Esdras porque habla en contra de esa práctica. En otras palabras, esto demuestra que la lista de libros de los Sínodos de Cartago, Hipona y Laodicea no es la misma que la del Concilio de Trento y que por tanto la iglesia católica romana no tuvo un canon completo y definido sino hasta el siglo 16 durante el Concilio de Trento. Por motivo de que las enseñanzas de los libros apócrifos no están en armonía con la unidad de las enseñanzas doctrinales del Antiguo y Nuevo Testamentos, los Bautistas y protestantes no pueden aceptarlos como libros inspirados, los desechamos (Apocalipsis 22:18 y Proverbios 30:6). 
“¿Dónde estaba la Biblia antes de la Biblia Reina Valera?”
           En los miles de manuscritos hebreos del Antiguo Testamento y en los miles de manuscritos griegos que vinieron de Antioquia, Siria (lugar donde se les llamó a los discípulos cristianos por primera vez en Hechos 11:26) de los cuales muchas versiones de la Biblia fueron traducidas y prohibidas por la iglesia católica romana. Como, por ejemplo, todas las traducciones bíblicas de Pedro Waldo, Juan de Valdés, Francisco de Encinas, Juan Pérez Pineda, Wycliffe, Tyndale, Reina y Valera estaban estrictamente prohibidas por la ICAR al punto que el que poseía una de estas Biblias era castigado con pena de muerte.
         La prohibición de Jaime I de Aragón que fue hecha en un concilio reunido en Tarragona el 7 de febrero de 1233 había declarado, “Se manda, además, que nadie tenga en su poder los libros del Antiguo Testamento en romance. Y si alguien las tuviere que los entregue en el plazo de ocho días al obispo del lugar para que él los queme. Si así no lo hiciere considéresele como sospechoso de herejía hasta que rectifique” (Menéndez y Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Tomo II, p.226 y Tomo VII pp.225-227). La Iglesia Católica también había emitido otro decreto en 1551 declarando lo siguiente: “La Biblia en el castellano, o en cualquier otra lengua vulgar, está estrictamente prohibida…” (Ibíd. p.125). Estas y otras ordenes demuestra que la aparición de estos decretos y documentos prohibidos implica lógicamente la existencia de tales iglesias cristianas no católicas y de semejantes traducciones en lengua vulgar y a través de los siglos. Aun hoy en día hay católicos militantes que todavía odian nuestra Biblia. Por tanto, no, no les debemos nada y tampoco queremos nada de lo que venga del Vaticano. No gracias. ¿Por qué? Porque la Biblia vino de los judíos y de la iglesia primitiva antes de que se formara la iglesia católica romana.
“¿Pero no es el editor del texto griego del Nuevo Testamento llamado “Textus Receptus” un católico llamado Erasmo y por ende su Biblia sigue viviendo de los católicos?”
         Desiderio Erasmo (1466-1536) conocido también como Erasmo de Róterdam fue un filósofo, filólogo, teólogo y uno de los más grandes eruditos del Renacimiento nórdico, pero era un católico solo de nombre, pues no fue considerado un buen católico ejemplar por la misma iglesia de Roma. Por ejemplo, sus familiares lo enviaron al cuidado de un monasterio, y se convirtió en maestro de teología y griego en Cambridge. Pero su comportamiento no encajaba muchas veces con los estándares de los agustinianos. No le gustaba las vigilias, comía carne los viernes, criticaba el comercio de las indulgencias de los monjes, la inmoralidad reinante de los teólogos escolásticos como los tomistas, la falsa religiosidad de los clérigos, la crueldad con que el catolicismo trataba a los “herejes” y aunque ordenado nunca ejerció sus funciones como sacerdote. Nunca condenó la Reforma Protestante. Al contrario, llegó a apreciar a Lutero desde el principio, pero luego quiso mantenerse neutral lo que causó criticas de ambos lados. Roma lo declaró herético  mientras que los luteranos lo vieron como un traidor para la causa protestante.
           Sin embargo, en muchos de sus escritos como “Elogio de la locura” compuesta en 1511 durante su estancia en Inglaterra y “Contra los Bárbaros” atacaba la maldad de la iglesia de Roma. Hasta llegó a reprender al papa Julio a quien comparaba con el emperador Julio Cesar y llamó a la monarquía del pontífice romano un “parásito de la cristiandad”. Erasmo retradujo el Nuevo Testamento del texto griego original para que el pueblo común tuviera mas acceso a la Biblia. Tan grande fue su influencia en la Reformación de Europa, incluso España, que un monje alemán dijo, "Erasmus posuit ova, Lutherus eduxit pullos" que significa, Erasmo puso los huevos y Lutero los abrió. La iglesia católica romana criticó su Textus Receptus por no incluir la traducción latina de Jerónimo la cual Erasmo consideraba inexacta por tener textos griegos corrompidos de los alejandrinos. A diferencia de la iglesia de Roma la cual prohibía al pueblo la lectura y posesión de la Biblia, el deseo de Erasmo era que todos tuviéramos en nuestras manos la Palabra escrita de Dios en nuestro propio idioma vernacular. Por tanto, no es sorpresa que su gran obra ha sido la base para muchas Biblias de la Reforma.
         Como haciéndose eco de Tertuliano, Erasmo preguntaba: ¿Qué relación existe entre Cristo y Aristóteles? ¿Qué relación entre las sutilezas sofisticas y los misterios de la eterna sabiduría? (Carta a Martín Dorpio, 19) y en su Enchiridion militis christiani (Manual del militante cristiano) le dio más importancia al estudio de las Escrituras que la razonable lectura de los filósofos paganos y los clásicos maestros de la ética para una vida recta. También dijo que, la filosofía de “Aristóteles está tan en boga que casi no hay tiempo en las iglesias para hojear la sencillez del Evangelio o las Epístolas de Pablo.” (Elogio de la locura, 53). Lo mismo pensaba Lutero. Y ¿qué era el “evangelio” para Erasmo? Él mismo lo explica diciendo que “Nuestra esperanza esta en la misericordia de Dios y en los méritos de Cristo” de quien “clavó nuestros pecados en la cruz, sellando nuestra redención en su sangre.”. De hecho, Erasmo dejó claro que los ritos de la Iglesia Católica no eran necesarios para la salvación individual. También sentía gran respeto por la “secta” más bíblica de su tiempo, los Anabaptistas, y los menciona en sus escritos del 1523. En el mismo año que escribió su popular y excelente manual "De la urbanidad en las maneras de los niños", sus discípulos intelectuales fueron perseguidos, su traductor francés fue quemado en la hoguera y en 1559, veintitrés años después de su muerte, el papa Pablo IV puso las obras de Erasmo en el “Índice” de libros prohibidos para los católicos romanos.   
         Además, mucho antes de Erasmo, los cristianos no católicos, como los Anabaptistas, traducían la Biblia directamente de los manuscritos de Antioquia, Siria. El mismo hecho de que Jaime I de Aragón hizo una prohibición en un concilio reunido en Tarragona el 7 de febrero de 1233 declarando que estaba prohibido leer la Biblia en romance (Menéndez y Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Tomo II, p.226 y Tomo VII pp.225-227) y otro decreto en 1551 declarando: “La Biblia en el castellano, o en cualquier otra lengua vulgar, está estrictamente prohibida…” demuestra que la aparición de estos decretos y documentos prohibidos implica lógicamente la existencia de tales iglesias cristianas no católicas y de semejantes traducciones en lengua vulgar y a través de los siglos.
¿Los evangélicos no saben quién hizo el canon del Antiguo Testamento porque fue la iglesia católica romana la que tanto critican?
        De hecho, en los días de Esdras, por el año 457 A.C., fueron los judíos ortodoxos (inclusive Israel y tal como dijo Pablo en Romanos) adoptaron los 39 libros del Antiguo Testamento como el canon verídico (documentos) de las Sagradas Escrituras. Los hebreos siempre han creído que fue Esdras quien fijó, bajo inspiración divina, el canon o catálogo de los libros inspirados del Antiguo Testamento y, en términos generales, se puede decir que los libros apócrifos fueron escritos entre el año 150 a.C. y el año l00 d.C. Por lo menos dos siglos después de la muerte de Esdras. De hecho, Flavio Josefo, el más grande historiador judío de la era de los apóstoles (100 d.C.) así lo declara enumerando solamente los libros que los judíos consideraban ser inspirados por Dios y que nada fue añadido al canon del Antiguo Testamento, excluyendo también de esta manera los libros apócrifos.
         Además, el Señor Jesucristo y los apóstoles citaron casi 300 veces del Antiguo Testamento, pero estos libros apócrifos NUNCA fueron citados en el Nuevo Testamento por ellos, ni por los Padres de la Iglesia (testimonio patrístico), aunque ya existían. Los católicos afirman que Cristo y sus apóstoles sí la citaron diciendo que algunas enseñanzas de los Deuterocanónicos (libros apócrifos) son iguales a las enseñanzas del Nuevo Testamento. Pero en primer lugar las citas que usan del Nuevo Testamento en NINGUNA de ellas hay REFERENCIA alguna de los Deuterocanónicos (libros apócrifos). En el Nuevo Testamento no son citados por nombre por Cristo ni por sus apóstoles, aunque ya existían, y si aun estuvieran en lo correcto (lo cual no lo están) los escritores del Nuevo Testamento NO SE REFIRIERON A ELLOS COMO ESCRITURAS. Pablo, por ejemplo, era un hombre tan culto y versado aun en la literatura griega, que hasta citó a los mismos autores clásicos (Hechos 17:28; 1 Corintios 15:35; Tito 1:12); pero no por eso se deben considerar dichas obras como inspiradas divinamente.
          Después de todo, los mismos libros apócrifos afirman no ser inspirados. En el segundo libro de Macabeos 15 37-38 leemos: “yo también terminaré aquí mismo mi relato. Si ha quedado bello y logrado en su composición, eso es lo que yo pretendía: si imperfecto y mediocre, he hecho cuanto me era posible” (Biblia de Jerusalén). ¿Acaso la Palabra de Dios puede ser MEDIOCRE e IMPERFECTA? De ninguna manera (Salmo 19:7-10; Proverbios 30:5-6; 1 Pedro 1:23-25). De este versículo se ve que el escritor se atribuye a sí mismo la autoría de dicha obra y no está escribiendo por la inspiración divina. Esto solo es suficiente para probar que este libro no es inspirado divinamente. Es importante notar que esta cita directa de uno de los apócrifos se puede aplicar a todos los demás, ya que todos esos libros siempre se han manejado como un todo, un conjunto.
       Hasta la Biblia católica Nueva Jerusalén con imprimatur y Nihil obstat (es decir con aval de todo el magisterio católico romano) dice respecto de los libros de los Macabeos en su introducción lo siguiente: “Los dos libros de los Macabeos no formaban parte del canon de la Escritura de los judíos...” y que la iglesia católica los adoptó de todos modos. De hecho, el libro de Macabeos en sí mismo también declara que no había profetas en este tiempo y por lo tanto la inspiración de Dios había cesado: “Hubo una opresión tal en Israel cual no se había conocido desde que no había profeta” (1 Macabeos 9:27). Y de nuevo: “Y que los judíos y los sacerdotes a una habían resuelto que Simón fuese su caudillo y Sumo Sacerdote hasta la aparición de un profeta acreditado” (1 Macabeos 14:41). Por consiguiente, los dos libros de Macabeos, en el mejor de los casos, solo pueden considerarse como relatos históricos, pero no como Escritura, puesto que Dios no estaba inspirando a ninguno entre su pueblo. Se hace evidente, entonces, de que uno no puede dar apoyo a ninguna doctrina verdadera citando de esta fuente. ¡Con razón que contradice la Biblia!
           Por alguna buena razón, Jerónimo, que por orden de la Iglesia Católica, los tuvo que incluir contra su voluntad en su traducción al latín de la Biblia conocida como Vulgata a fines del siglo IV admitió en el prólogo de la Vulgata latina que: “[los libros apócrifos] son como el loco vagar de un nombre cuyos sentidos lo han abandonado” y aconseja que se eduque a una jovencita llamada Paula para “evitar todos los libros apócrifos, y si alguna vez desea leerlos, no por la verdad de sus doctrinas sino por respecto a sus maravillosos relatos, que se dé cuenta de que no fueron escritos realmente por aquellos a quienes se atribuyen, que hay en ellos muchos elementos defectuosos, y que se requiere mucha pericia para buscar el oro entre el fango” (Enciclopedia Católica Vol. V y José Flores, op. Cit., Pág 39). Por esta razón Jerónimo hizo constantemente la distinción de los libri ecclesiastici (en el sentido de libros aceptados por la Iglesia), y los libri canonici (libros canónicos) o hebraicas veritas (verdad hebraica); y ya que él fue el traductor y editor, vale la pena tomar en cuenta su opinión.
          Así que, la verdadera pregunta correcta no es “¿por qué los protestantes quitaron libros de la Biblia” sino “¿Por qué los católicos añadieron más libros a la Biblia en el año 1546, en una acción polémica en el Concilio de Contrarreforma de Trento? De hecho, los Sínodos de Hipona (393) y la de Cartago hicieron una lista del Antiguo Testamento sin incluir los libros apócrifos y eso lo dice la misma Enciclopedia Católica Vol. III, sino que fue en el Concilio de Trento (1546) que se incluyeron los libros apócrifos como 2 Macabeos que enseña orar por los muertos para “refutar” a Martín Lutero quien dijo que “es inútil orar por los muertos”; pero no incluyeron 2 de Esdras porque habla en contra de esa práctica. En otras palabras, esto demuestra que la lista de libros de los Sínodos de Cartago, Hipona y Laodicea no es la misma que la del Concilio de Trento y que por tanto la iglesia católica romana no tuvo un canon completo y definido sino hasta el siglo 16 durante el Concilio de Trento.
          Por motivo de que las enseñanzas de los libros apócrifos no están en armonía con la unidad de las enseñanzas doctrinales del Antiguo y Nuevo Testamentos, los Bautistas y protestantes no pueden aceptarlos como libros inspirados, los desechamos. “Toda palabra de Dios es limpia; Él es escudo a los que en él esperan. No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, Y seas hallado mentiroso.” (Proverbios 30:6). Por tanto, es evidente en base a lo que aquí se ha demostrado que los libros apócrifos (los libros no inspirados que fueron añadidos a la [per] versión católica) no pueden considerarse Palabra de Dios, ni “buenos y útiles para instrucción” como quieren hacer creer los apologistas católicos a los indoctos e ingenuos.
            “Ningún libro deuterocanónico dice: “Este libro no es inspirado”
           Pero esto es otro pobre argumento que apela a la falacia del silencio. Sin olvidar que tampoco dicen que son inspirados y los de Macabeos hasta admiten que no hubo profetas cuando fueron escritos y por ende no pueden ser Palabra de Dios. Además, el Corán, el Libro de Mormón y un sinnúmero de libros sagrados de religiones paganas tampoco dicen “Este libro no es inspirado” sino lo contrario ¿Acaso eso significa que el Corán y estos libros con todas sus contradicciones y errores (al igual que los libros Deuterocanónicos) son Palabra de Dios? Los libros apócrifos son descabellados, espurios, no inspirados e indignos de confianza, porque están llenos de fábulas, profecía falsa y por su falta de armonía con las enseñanzas de la Biblia. Por tanto, son falsedades y adiciones al Antiguo y Nuevo Testamento, sobre los cuales incurre la ira y el juicio de Dios (Proverbios 30:6; Gálatas 1:6-9 y Apocalipsis 22:18).
Pero el libro de Eclesiastés no afirma ser Palabra de Dios y muchos libros religiosos también claman ser la Palabra escrita de Dios como el Corán y el libro de Mormón? ¿Cómo sabemos que son Palabra de Dios sin la ayuda de la ICAR”
            Este argumento falla en el sentido de que ignora que el nombre Eclesiastés es una traducción de la palabra hebrea koheleth, que significa predicador y por eso se le conoce como El Libro del Predicador. Pero ¿qué es un predicador? Uno que predica la Palabra de Dios por ende sí afirma ser inspirado. Con respecto a los libros sagrados como el Corán y el Libro de Mormón sabemos que no son Palabra de Dios no solo porque contiene errores y contradicciones (como los libros apócrifos que contiene la “biblia” católica) sino porque ya el canon de la Biblia había cerrado en Apocalipsis 22:18-19 siglos antes de que estos otros evangelios aparecieran. En cuanto a los demás, muchos llamados “libros sagrados” no son sagrados y tales libros lo admiten.
           En otras palabras, no claman ser la Palabra de Dios, sino que son como cualquier otra escritura. Toma por ejemplo los escritos de los antiguos hindúes pues Brahman no es un dios personal. Por tanto, una revelación de Brahman no puede ser posible ya que la comunicación es un atributo personal por lo que tales escritos solo son palabras de hombres y no Palabra de Dios. Lo mismo se puede decir de los dioses impersonales de la Nueva Era, cienciología, taoísmo, etc. Obviamente cualquier otro libro sobre religión que no tiene dios (como el budismo tradicional, confusionismo, epicúreo, estoico o ateísta) tampoco puede ser considerado como la Palabra de Dios. El sistema multi-dios como el de los pueblos griegos, sintoísmo y germánicos o germanos y otros tienen que ver más con la adoración de los ancestros donde la gente era elevada a un nivel de estado divino. Hasta Odín y Thor se encuentran enlistados en antiguas genealogías y eran verdaderas personas que luego se les atribuyeron poderes sobrenaturales a ellos. Las religiones paganas como la Wicca o brujería, el vudú y el animismo no tienen un dios o diosa supremo que les revele su voluntad.
               Esto explica porque las creencias paganas se diferencian entre ellas pues vinieron de una mente humana, no divina. Por tanto, la Biblia tiene poca competencia. La pregunta es cuál libro es la verdadera Palabra de Dios y la Biblia ha demostrado serlo tanto con evidencias internas y externas. La Biblia siempre se ha distinguido entre todos los demás libros por varias razones. Como dice Alex McFarland, “Comparada con otros escritos antiguos, la Biblia tiene más evidencia que la apoye, que diez obras de la literatura clásica juntas”. Pero su veracidad y superioridad a otros libros ha sido comprobada no solo porque así lo dicen los expertos sino porque ha sido apoyada con evidencias de manuscritos, testigos oculares, consistencia literaria, profecías cumplidas, vidas transformadas, relatos históricos, conocimiento científico anticipado, respaldo de personas y lugares arqueológicos.
         A pesar de haber sido escrita por más de 40 personas de diferentes países, épocas y ocupaciones no se contradice, sino que se complementan lo cual también demuestra que es la Palabra perfecta de Dios. Lamentablemente hay apologistas católicos que al igual que los ateos militantes dicen que la Biblia se contradice lo cual es una blasfemia pues Dios no miente ni comete errores (Tito 1:2 y Hebreos 6:18). La buena noticia es que cada una de tales alegaciones han sido ya refutadas (Lea por ejemplo Demolishing Supposed Bible Contradictions, Volume 1 and 2, Green Forrest, AR: Master Books, 2010 and 2012). Mientras que los demás libros religiosos como el Corán, el Libro de Mormón, el Talmud o los Vedas del hinduismo no solo contradicen la Biblia sino a ellas mismas por lo que no pueden ser la Palabra de Dios.
“¿Dónde estaban los Bautistas cuando el canon de la Biblia lo estableció la Iglesia católica junto al papa Dámaso en el Concilio de Roma del año 382?”
              En primer lugar, el papa Dámaso no tenía conocimientos de los idiomas originales de la Biblia y murió antes de que Jerónimo completará la Vulgata latina. De hecho, aun después de terminada la traducción de Jerónimo esta no fue usada durante siglos por la gran mayoría de los cristianos porque la consideraban como una versión alterada y corrupta. Por eso muchos cristianos como los valdenses prefirieron mejor traducir sus propias Biblias las cuales la ICAR llegó a prohibir y perseguir durante siglos. Esto lo hicieron antes y después de la Reforma Protestante. Segundo, ¿Para qué los Bautistas iban a estar en un concilio católico? Eso no tiene sentido.
          Primero porque no eran de la misma fe, segundo porque los Bautistas o anabaptistas eran perseguidos por la iglesia de Roma la cual no creía en la libertad religiosa en esos tiempos y tercero ¿para qué? Si ya ellos sabían cuáles libros eran inspirados y pertenecían al canon del Antiguo y del Nuevo Testamento. O sea, el que la iglesia católica se haya reunido en un lugar para determinar el canon de la Biblia no significa que nadie sabía cuáles libros eran inspirados por Dios o ¿acaso nos están diciendo que por más de 300 años los primeros cristianos nunca supieron cuáles libros del Antiguo y del Nuevo Testamento eran la Palabra de Dios? Esto es falso a la luz de la misma Biblia pues el apóstol Pablo le dijo al joven Timoteo (y esto fue entre el año 64 y el 65 d.C.), “Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido [note que dice “has sabido”, no dice que ignoraba o desconocía] las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” (2 Timoteo 3:14-17).
           Esto tiene sentido pues a todo israelita se le exigía que conociera y meditara en las Palabras de Dios día y noche. Evidentemente Pablo NO quiso decir solo esa parte de la Palabra de Dios que se había escrito hasta esa fecha sino toda la Palabra de Dios, aunque toda no se había escrito todavía. Pedro por ejemplo también reconoció los escritos de Pablo como parte de las Escrituras (2 Pedro 3:15-16) mientras que Pablo también consideró que los escritos de Lucas tenían tanta autoridad como el Antiguo Testamento (Vea 1 Timoteo 5:18; Deuteronomio 25:4 y Lucas 10:7) y que algunos de estos libros del Nuevo Testamento ya estaban circulando entre las iglesias (Colosenses 4:16 y 1 Tesalonicenses 5:27). Estos pasajes al igual que otros demuestran que durante la era de la iglesia del Nuevo Testamento los apóstoles escribieron sus cartas y la congregación los recibió, las leyeron, reconocieron su autoridad, lo esparcieron y los copiaron haciendo miles de manuscritos de los originales para repartirlos a otros hermanos en Cristo de diferentes partes del mundo antiguo porque ya sabían cuales libros eran las Santas “Escrituras” o la “Palabra escrita de Dios” mucho antes de cualquier concilio o votación católico (Lucas 9:6; Hechos 8:4; 17:6,11 y 2 Pedro 1:21).
          Por tanto, la misma Biblia da testimonio de que es Palabra de Dios (evidencia interna o la autoproclamación de la misma Biblia) y fue Dios mismo el que cerró el canon de la Biblia diciendo que no se le debe añadir o quitar en el libro de Apocalipsis 22:18-19. Tercero, los mismos escritos históricos de Policarpo, Atanasio, Clemente, Ignacio de Antioquia, Cipriano, Tertuliano, Orígenes, Ireneo, Agustín, Eusebio y otros también demuestran que el canon de la Biblia ya era conocido y definido mucho antes de la Vulgata de Jerónimo y el papa Dámaso. Por tanto, las votaciones y concilios como la realizada en Nicea, más que establecer el canon de la Biblia, solo afirmó y reconoció oficialmente aquello que ya había sido la perspectiva dominante de la iglesia sobre los libros inspirados por Dios. Los cuatro evangelios y las epístolas del Nuevo Testamento destacados en sus concilios ya habían sido establecidos y reconocidos sólidamente en las comunidades cristianas durante más de un siglo antes de Nicea. Por tanto, lo único que hizo la ICAR en sus concilios fue confirmar lo que la iglesia primitiva ya aceptaba como inspirado y añadir otros libros que no son inspirados sino apócrifos lo cual Dios condena en Apocalipsis 22:18-19 y Proverbios 30:6.
           La Biblia simplemente no resultó de una votación que tuvo lugar trescientos años después del tiempo de Jesús, sino que mucho antes de que Constantino naciera y que los evangelios gnósticos existieran los cuatro evangelios del Nuevo Testamento ya se consideraban antiguos y como la autoridad final de la Iglesia. Cuarto, lo que hizo Dámaso fue encargar a Jerónimo de hacer una traducción latina de la Biblia, pero antes de dicha traducción ya había muchas versiones latinas, siriacas y en otros idiomas como la Peshita y aun si la ICAR hubiese sido la primera en reunir, recopilar y formar el canon de la Biblia eso tampoco demostraría que la Biblia vino de dicha iglesia. ¿Por qué? Porque reunir unos libros en uno solo no tiene nada que ver con su inspiración y autoría. Por ejemplo, que alguien sea el primero en reunir y traducir todos los 7 libros de Las Crónicas de Narnia de CS Lewis en uno solo no lo convierte en su autor. El autor sigue siendo CS Lewis. Lo mismo con la Biblia. Quinto, decir que los católicos hicieron la Biblia rayaría en lo plagio ya que la autoría de la palabra es de los judíos y los judíos no eran católicos romanos. Por ejemplo, cuando Moisés recibió las tablas de la Ley y el Pentateuco no necesitaron de la iglesia católica romana que por cierto ni siquiera existía en ese tiempo para que les dijera que esos escritos eran las Palabras de Dios. Y si la iglesia Católica Romana no se necesitaba para que nos diera el Antiguo Testamento, entonces tampoco era necesaria para darnos el Nuevo Testamento.
             El mismo hecho de que Jesús y sus apóstoles citaban el Antiguo Testamento es prueba de que sabían cuales libros eran inspirados. Así lo reconoce el historiador judío, Flavio Josefo (s. I d.C) en su obra, “Antigüedades de los judíos” diciendo que el Antiguo Testamento estaba compuesto por 27 libros y el mismo apóstol Pablo también afirma en Romanos 3:1-3 y 9:4 lo siguiente “¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? ¿o de qué aprovecha la circuncisión? Mucho, en todas maneras. Primero, ciertamente, que les ha sido confiada la palabra de Dios… que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas;”. Note que aquí el apóstol Pablo no dice que la Biblia vino de la ICAR sino de los JUDÍOS. Por último, los apologistas católicos deberían de dejar de robar el crédito por lo que Dios hizo sin su ayuda pues ustedes no nos dieron la Biblia. Al contrario, le lectura y distribución de todas las traducciones bíblicas de Pedro Waldo, Juan de Valdés, Francisco de Encinas, Juan Pérez Pineda, Wycliffe, Tyndale, Casiodoro y Valera estaban estrictamente prohibidas por la ICAR al punto que el que poseía una de estas Biblias era castigado con pena de muerte.
           De hecho, a veces se oye el típico discurso garrotero del fanático católico que todavía cree que vive en época de la inquisición y que puede amedrentar o condenarnos si no estamos de acuerdo con ellos. Por cierto, la gran mayoría de las copias originales de nuestra Biblia del Oso (Reina Valera) fueron quemadas en la hoguera por órdenes de la inquisición católica llamándola una “edición peligrosísima de la Biblia” y porque la ICAR tenía prohibida su lectura en el idioma del pueblo (Dr. S. L. Greenslade, The Cambridge History of the Bible-Cambridge, Inglaterra: Cambridge University Press,1983-página 126). Mucho antes del protestantismo la "iglesia" católica también había decretado por el concilio francés reunido en Tolosa el año 1229 la prohibición a poseer o leer una Biblia valdense diciendo “Prohibimos asimismo que no se permita a los laicos tener los libros del Antiguo y Nuevo Testamento…; no tengan los libros mencionados traducidos en romance…” (Canon XIV; José Llamas, O.S.A., tomo VLL. Pp. 12-13).   
              La prohibición de Jaime I de Aragón que fue hecha en un concilio reunido en Tarragona el 7 de febrero de 1233 también declaró, “Se manda, además, que nadie tenga en su poder los libros del Antiguo Testamento en romance. Y si alguien las tuviere que los entregue en el plazo de ocho días al obispo del lugar para que él los queme. Si así no lo hiciere considéresele como sospechoso de herejía hasta que rectifique” (Menéndez y Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Tomo II, p.226 y Tomo VII pp.225-227). Lo mismo en 1234 en el Concilio de Tarragona la cual no permitía ninguna Biblia en el idioma del pueblo y que todas debían ser quemadas, el Tercer Sínodo de Oxford en 1408 no estaba autorizaba tener una Biblia en inglés porque eso se consideraba una herejía y el Concilio de Trento en 1559 tenía las Biblias preservadas en el “Índice de Libros Prohibidos” (Regla III). 
              Durante esos tiempos muchos valdenses, albigenses y otos anabaptistas fueron asesinados y sus comunidades, libros incluyendo sus Biblias destruidas. La "iglesia" católica también había emitido un decreto en 1551 declarando lo siguiente: “La Biblia en el castellano, o en cualquier otra lengua vulgar, está estrictamente prohibida…” (Ibíd. p.125). Esta orden vino del Concilio de la Santa Inquisición General. Ahora lo permite porque existe la libertad de expresión y de culto gracias a los Bautistas como Roger Williams de Rhode Island quien siguió el ejemplo y legado de los anabaptistas sobre la separación de iglesia y estado. No gracias a los católicos. Al igual que la historia de la iglesia esta parte de la historia de la Biblia tampoco te la cuentan los apologistas católicos ya sea porque ignoran este hecho histórico o porque no les conviene. Sin embargo, la aparición de estos decretos y documentos prohibidos implica lógicamente la existencia de tales iglesias cristianas no católicas y de semejantes traducciones en lengua vulgar y a través de los siglos. Como vemos aún hoy en día hay católicos militantes que todavía odian nuestra Santa Biblia. Por tanto, no, no les debemos nada y tampoco queremos nada de lo que venga del Vaticano. No gracias. ¿Por qué? Porque la Biblia vino de los judíos y de la iglesia primitiva antes de que se formara la perseguidora y secta romana.                           
¿Son las biblias católicas y las nuevas versiones de la Biblia que usan la Septuaginta y el códice Vaticanus y Sinaítico mejores que las antiguas como la Reina Valera y la King James?
          Muchas versiones antiguas como la Biblia Reina Valera, la King James Bible (en español “La Biblia del rey Jacobo” o la Versión Autorizada) y La Biblia de Lutero (abreviatura BL) están basadas en el texto hebreo masorético (Antiguo Testamento) y el Textus Receptus (conocido también como el Texto Mayoritario o el Texto Tradicional) del Nuevo Testamento. Sin embargo, los apologistas católicos y algunos protestantes creen que las versiones modernas como la Nueva Versión Internacional, Biblia Dios Habla Hoy, la ESV y las “biblias” católicas son mejores que las antiguas porque están basadas en la Septuaginta, la Biblia Hebraica Sttuttgartensia (Texto hebreo: BHS.), el texto crítico de Nestle-aland (Texto griego: NA 28 ed.) y los códices Vaticanus y Sinaítico. ¿Pero es esto cierto? NO.
  ¿Por qué? No son confiables porque omiten, agregan y cambian miles de palabras, frases y versículos de la Palabra escrita de Dios. El contenido del texto de la Hebraica Sttuttgartensia (Texto hebreo: BHS.) es una copia más o menos exacta del texto masorético judío de la cual está basada las versiones antiguas como la Reina Valera o el King James Bible (Biblia Rey Jaime). En cuanto al Nuevo Testamento la Reina Valera o el King James Bible sigue siendo superior al texto crítico de las versiones modernas por las siguientes razones:
1. El TR (Textus Receptus) son los manuscritos que la iglesia cristiana siempre ha usado durante siglos cumpliendo así lo que dice la doctrina bíblica de que la Palabra de Dios siempre será preservada pura (Salmo 12:5-7) “para mil generaciones” (Salmo 105:8). En cambio, el Texto Crítico (TR) que las versiones modernas usan hoy en día conocido también como los Códices Vaticanus, Sinaítico y Alejandrinos (propiedades de la Iglesia Católica Romana) no fueron utilizados desde el 4 siglo hasta el siglo 19. Por tanto, nunca fueron usadas por el cuerpo de Cristo durante 1,900 años en la historia de la iglesia cristiana.

2.- El TR es un texto mayoritario

Algo más del noventa y cinco por ciento de los manuscritos del Nuevo Testamento que han llegado hasta nosotros coinciden con el TR.

3.- El TR es un texto más antiguo

               Los escritos de la versión Reina Valera, KJ y otras versiones antiguas representan los manuscritos más antiguos (p 66, 175 d.C.) Mientras que las versiones modernas están basadas en unos manuscritos corruptos y posteriores (p 75, 200 d.C. y los manuscritos alejandrinos, 350 d.C.). Además, el hallazgo de los rollos del Mar Muerto constituye lo que un erudito ha calificado como el más grande descubrimiento de los tiempos modernos ocurridos en marzo del 1947 y de los años 1949, 1952 y 1956.
          Antes del descubrimiento de estos rollos y fragmentos de papiro, algunos eruditos del siglo 19 pensaban que el Texto Tradicional era solo del siglo cuarto y que no representaban los manuscritos más antiguos. Pero con el descubrimiento de estos manuscritos esta teoría ha sido abandonada por la mayoría de los eruditos de hoy en día ya que de acuerdo con el diligente estudio que han hecho con estos manuscritos han podido comprobar la superioridad del texto tradicional por estar basado en los papiros que se han descubierto.
         Aparentemente esto es algo que desconocen o que prefieren ignorar los editores y traductores de las versiones modernas y los que la apoyan. Sin olvidar que también se han encontrado alteraciones (corrupción) en los manuscritos del texto crítico. El TR no sólo es anterior al s. IV -el siglo en que se redactaron el Sinaítico y el Vaticano- sino que sirvió de base para las primeras traducciones del Nuevo Testamento a lenguas vulgares y fue el citado por los primeros autores cristianos, los denominados Padres de la Iglesia.
          Los ejemplos que se pueden mencionar al respecto son innumerables y tenemos que limitarnos a unos pocos nada más. Basta decir que la Peshita realizada en torno al 150 d. de C. – es decir, unos dos siglos antes del Sinaítico y del Vaticano -utilizó el TR; que la Versión itálica (c. 157 d. de C.)  se valió del TR; y que la iglesia gala del sur de Francia (c. 177) utilizó el TR. Ya más adelante, en pleno siglo IV, el TR siguió siendo preferido a textos como el Sinaítico o el Vaticano que ya existían.  Así la versión gótica (s. IV) se valió del TR; el Códice W de Mateo (s. IV-V) reprodujo el TR y el Códice A (s. V) sigue el TR.
          No menos significativo es el caso de las citas del Nuevo Testamento contenidas en los escritos de los Padres de la Iglesia.  Éstos -pese a citar de memoria no pocas veces- siguen de manera aplastante el TR.  Por ejemplo, el texto de I Timoteo 3, 16 donde se afirma que “Dios fue manifestado en la carne” es citado de la misma manera por Ignacio, Bernabé e Hipólito (s. II), Diodoro de Tarso (m. 370), Gregorio de Nisa (m. 394), Juan Crisóstomo (m. 407), Atanasio y Eutalio (s. V), y un largo etcétera. Ni uno sólo de los Padres de la Iglesia se opone al texto como aparece en el TR. De hecho, de 254 manuscritos griegos conteniendo las Epístolas de Pablo, 252 presentan el término “Dios” como en el TR; dos leen “hos” (el cual) y ni uno contiene “Cristo” como la Versión Popular. 
       En otras palabras, las versiones antiguas como la Reina Valera sigue los textos puros de Antioquia, Siria (lugar donde según Hechos 11:26 a “los discípulos fueron llamados cristianos por primera vez”) y no los textos corruptos y adulterados de Alejandría, Egipto de donde salieron muchos apostatas y herejes como los filósofos gnósticos Filón de Alejandría, Clemente de Alejandría y Orígenes quien tanto Jerónimo y Justiniano acusaron de “hereje” también.

4.- El TR es un texto más fiable

       De todo lo anterior se desprende, de manera lógica, que el TR es un texto mucho más fiable que el elaborado por Westcott y Hort a partir del Sinaítico y del Vaticano. Con el TR coincidieron las citas del Nuevo Testamento contenidas en los Padres de la Iglesia y en los leccionarios, pero además también sirvió de base ya desde el s. II para las traducciones del Nuevo Testamento a lenguas vulgares. No sólo eso. El TR fue asimismo la base para la inmensa labor en favor de la difusión y lectura de la Biblia que se inició a principios del s. XVI.
           Fue el texto utilizado por la Biblia Políglota Complutense publicada en Alcalá de Henares, España en 1522 y, posteriormente, por las traducciones bíblicas de Lutero al alemán (1522), de William Tyndale al inglés (1525), de Oliveton al francés (1535), de Coverdale al inglés (1535), de Matthews al inglés (1537), de Taverners (1539), de Ginebra (1557-60), de Reina al castellano (1569), al checo (1602), de Diodati al italiano (1607) y del Rey Jaime al inglés (1611). El TR constituyó la base asimismo para las ediciones del Nuevo Testamento griego realizadas por Erasmo (1516), Stephanus (1546-51), Beza (1598) y Elzevir (1624).  Que así fuera tiene una lógica indiscutible.  Los eruditos, los reformadores, los teólogos – que no pocas veces tuvieron que arriesgar su vida y sus bienes – optaron siempre por el texto mayoritario, el TR, como base para su estudio, su enseñanza y sus traducciones del Nuevo Testamento.
          A fin de cuentas, ése era el texto que contaba con el apoyo prácticamente unánime de la cristiandad, al menos, desde el siglo II. Por tanto, las versiones antiguas de la Biblia como La Reina Valera Gómez, Biblia Reina Valera Purificada y King James son mejores que las modernas porque el Textus Receptus (TR) de la cual están basadas es el texto mayoritario, más antiguo y fiable.

“¿Nombre del protestante que tradujo la Biblia y la dividió en capítulos y versículos?”

       Los romanistas hacen esta pregunta asumiendo que fue un católico el que dividió la Biblia en capítulos y versículos y que por ende la Biblia vino de la ICAR. Sin embargo, dicha pregunta muestra ignorancia o deshonestidad porque, aunque fue un católico (el clérigo inglés Esteban Langton, arzobispo de Canterbury, en 1226) el que dividió la Biblia en capítulos no la dividió en versículos, sino que eso lo hizo primero los judíos con el Antiguo Testamento y luego el prestigioso impresor y protestante Roberto Estienne con el Nuevo Testamento en 1550 y la cual es la misma división de versículos que usan los católicos en sus “biblias”. Estienne hasta hizo la edición latina de toda la Biblia en 1555.         
            Segundo, antes del protestantismo muchos cristianos no católicos como el valdense Pedro Waldo (1140 –1218) y otros anabaptistas llegaron a traducir la Biblia en el idioma vulgar, si tenían capítulos y versículos solo Dios sabe pues la ICAR destruía toda traducción de la Biblia que se hiciera sin su consentimiento. Por tanto, es posible que haya existido antes de Esteban Langton (1226) pues dichas prohibiciones suponen que en efecto la Biblia ya se traducía al romance. Después de todo, si Esteban fue el primero era porque su iglesia se encargó por medio de la inquisición de eliminar toda existencia de Biblia (como los de los valdenses y otros anabaptistas) que no viniera de la suya. La ICAR había decretado por ejemplo por el concilio francés reunido en Tolosa el año 1229 la prohibición a poseer o leer una Biblia valdense diciendo “Prohibimos asimismo que no se permita a los laicos tener los libros del Antiguo y Nuevo Testamento…; no tengan los libros mencionados traducidos en romance…” (Canon XIV; José Llamas, O.S.A., tomo VLL. Pp. 12-13).  
              La prohibición de Jaime I de Aragón que fue hecha en un concilio reunido en Tarragona el 7 de febrero de 1233 también declaró, “Se manda, además, que nadie tenga en su poder los libros del Antiguo Testamento en romance. Y si alguien las tuviere que los entregue en el plazo de ocho días al obispo del lugar para que él los queme. Si así no lo hiciere considéresele como sospechoso de herejía hasta que rectifique” (Menéndez y Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Tomo II, p.226 y Tomo VII pp.225-227). Lo mismo en 1234 en el Concilio de Tarragona la cual no permitía ninguna Biblia en el idioma del pueblo y que todas debían ser quemadas, el Tercer Sínodo de Oxford en 1408 donde no estaba autorizado tener una Biblia en inglés porque eso se consideraba una herejía y el Concilio de Trento en 1559 donde las Biblias preservadas estaban en el “Índice de Libros Prohibidos” (Regla III). Esta parte de la historia no te la cuentan los católicos porque no les conviene. Sin embargo, la aparición de estos decretos y documentos prohibidos implica lógicamente la existencia de semejantes traducciones en lengua vulgar y a través de los siglos.       
            Por último, aun si hubiese sido un católico el primero en poner capítulos y versículos a la Biblia eso tampoco demostraría que la Biblia vino de dicha iglesia. ¿Por qué? Porque la división de capítulos y versículos solo tenía como fin de facilitar la búsqueda, pero no tiene nada que ver con su recopilación, formación, inspiración u autoría. Jesús mismo por ejemplo leyó del rollo de Isaías. ¿Estaba el rollo dividido en capítulos y versículos? NO y el que Esteban Langton le haya puesto capítulos y Roberto Estienne los versículos no cambia el hecho de que dicho libro seguía siendo inspirado y que vino de su autor, el profeta Isaías, no de los católicos o los protestantes. Lo mismo se puede decir de toda la Biblia. De hecho, decir que los católicos hicieron la Biblia ya rayaría en lo plagio pues la autoría de la Palabra es de los judíos y los judíos no eran católicos (Vea Romanos 3:1-3 y 9:4). 
¿Pero no eran católicos los primeros cristianos y por ende la que escribió, formó y definió el Nuevo Testamento? Dime ¿y dónde estaban los bautistas que establecieron el canon antes de los concilios católicos?”        
            Asumir que antes de Lutero los únicos cristianos que había eran católicos es históricamente falso pues antes del protestantismo siempre existieron cristianos no católicos (como los anabaptistas) que clamaban venir de la iglesia que Jesucristo edificó y quienes fueron duramente perseguidos por la iglesia de Roma y luego por protestantes también dejando así un rastro de sangre en la historia. Esto siempre ha sido reconocido tanto por historiadores Bautistas como no Bautistas tales como el luterano Mosheim, el metodista Juan Clark Ridpath, el campbelista Alejandro Campbell, el científico, teólogo, filósofo e historiador, Sir Isaac Newton, la Enciclopedia (prebisteriana) de Edinburgh, el Cardenal católico Hosius y muchos más (Vea El Rastro de la Sangre, J.M. Carroll, Challenge Press; Los Bautistas a Través de los Siglos por C.L. Neal y La Iglesia que Jesús Edificó por Roy Mason, entre otros). Entre los historiadores bautistas mejor conocidos del pasado, que creían en esta perpetuidad bautista, pueden ser mencionados los nombres del Dr. Juan T. Christian, Robinson, Crosby, Irving, Orchard, Jones, Backus, Benedicto y Cramp. Por tanto, asumir que todo cristiano que no sea católico es un protestante es caer en una falacia de generalización apresurada y de culpabilidad por asociación.     

           http://www.cristianismoparaateos.com/index.php/2020/04/04/cual-es-la-verdadera-iglesia/

¿Por qué los Bautistas y Protestantes Rechazan los Libros Apócrifos del Antiguo Testamento?

2 thoughts on “¿La Septuaginta fue la Biblia de Cristo y los apóstoles, y citaron de ella?”

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