¿Qué creían los Padres de la Iglesia?

Salvación por gracia, libertad religiosa, el bautismo de creyentes, la Santa Cena (simbólica, no literal), el gobierno autónomo de la iglesia, y separada del estado

            Si nos vamos a los documentos que se escribieron después de la Biblia y durante los primeros siglos de la era cristiana como la Patrística encontraremos que los Padres Apostólicos (90-150) como Policarpo de Esmirna escribieron sobre las doctrinas cristianas que caracterizan a una iglesia bautista mas sin embargo no encontramos nada en referencia a rezar o rendirle culto a María o los santos que ya han muerto, o un supuesto papado o primado de Pedro o un purgatorio las cuales son distintivos de la iglesia católica romana. En su Epístola a los Efesios podemos ver que Policarpo enseñaba las mismas doctrinas que los Apóstoles, tales como la salvación por la gracia y no por obras, la rectitud de la vida cristiana, la abstinencia de todas las cosas mundanales, que el poder de disciplinar reside en la Iglesia, el juicio general y final, y la resurrección de los muertos, etc. Esta epístola se encuentra en los Padres Ante-Nicenos, Vol. I. Esto lo creemos nosotros los Bautistas.          
         No solo eso, TODOS los Padres Apologistas (130-180) como Justino Mártir (al igual que su pupilo Lactancio) en "Ante-Nicene Fathers," Vol. I, págs. 105, 185- 186, 305 y 306, Teófilo de Antioquia, Tatiano y Atenágoras estaban de acuerdo de manera unánime en la separación de iglesia y estado lo cual demuestra que esa era la posición universal de las iglesias primitivas y es algo que siempre ha creído y defendido las iglesias Bautistas. En otras palabras, todavía no existía una iglesia estado con un gobierno jerárquico que le dijera a la gente como creer. Tertuliano también escribió en defensa de la libertad religiosa. En cambio, tanto Constantino y los demás emperadores romanos como Teodosio el “Grande” hicieron de la iglesia católica romana una iglesia imperial lo cual es muy diferente a las iglesias independientes, locales y autónomas que vemos en la Biblia y en los documentos de los Primeros Apologistas. De hecho, la influencia de Agustín de Hipona quien no creía en la libertad religiosa (como demuestra las veces que promovió la persecución los donatistas y otros grupos anabaptistas por no aceptar el bautismo infantil) selló de una vez y para todas las doctrinas de la iglesia-estado del catolicismo romano.                            
             De los Padres antenicenos como Ireneo, Justino Mártir y el más antiguo padre latino Tertuliano conocido también como el Padre de la Teología Latina y quien luego se unió a los montanistas al igual que otras obras cristianas del siglo I y II como el Pastor de Hermas (documento con una datación bastante precisa y segura de mediados del siglo II), la Didaché (algunos padres de la Iglesia como  Clemente de Alejandría citaban su contenido y dentro de la sección evangélica de la Didaché (Did 1,3)-(Did 2,1) existe una frase que aparece asimismo en el Pastor de Hermas) y la Epístola de Bernabé (siglo II) tampoco encontramos nada sobre un bautismo de infantes. Al contrario, en las obras de Los Padres Ante-nicenos, Tertuliano (160-220) en “Sobre el bautismo, cap. 17”, Justino Mártir (114-168) en su “Apología I, cap.61”, Ireneo y el Pastor Hermas (siglo II) testifican que solo los que creen deben ser bautizados. (Libro I, Visión 3, cáp. 7 Y Ante-Nicene Fathers, Vol. 3, pag.678).  El bautismo por ejemplo según Tertuliano es una figura de la resurrección y una profesión pública de nuestra fe en Cristo (Ante-Nicene Fathers, pág. 94). En la página 580, Tertuliano cita Romanos 6:3-5 y dice que esta es una figura. "Figurativamente morimos en el bautismo." También enseñó que el bautismo era por inmercion (pág. 250), que no es necesario para la salvación y que no es para infantes (Antenicenos Vol. 3, pags. 162 y 678). 
              Tertuliano contra Marción de Sinope (conocido también como Marcion el Hereje) le dijo que por medio del arrepentimieto y la fe en Cristo es que viene la salvación (pag. 376). Según Tertuliano, había Dos Ordenanzas de la Iglesia, no dos sacramentos o 7 sacramentos. y estas son: EL BAUTISMO y la CENA DEL SEÑOR. La Cena del Señor está compuesta de dos cosas. (1) "El pan, representando el cuerpo." (2) "El vino, para representar su sangre," Págs. 337, 418, 572. La doctrina de la Transubstanciación no se encuentra en estos siglos, porque es una doctrina de los católicos, y puesto que ellos no existían todavía, la doctrina tampoco existió. Había muchísimas iglesias que estaban de acuerdo con Tertuliano en sus ideas, estas iglesias no tenían relaciones con la iglesia de Roma, ni con la Iglesia católica Romana, porque como ya hemos dicho, no existía todavía y eran iglesias independientes y autónomas. Según lo que hemos visto de las doctrinas de Tertuliano, él era Bautista, no Católico Romano. 
           La Primera Epístola de Clemente (siglo I) es una carta que escribió Clemente de Roma motivada por una contención que había entre algunos presbíteros o pastores a quienes la iglesia había excluido. Esta historia se encuentra en los escritos de los Padres Ante-Nicenos. Clemente no contestó como un papa, sino como un humilde pastor de una humilde iglesia y en el nombre de esta, como una evidencia del gobierno democrático de la iglesia.   Clemente de Roma empezó su carta como sigue: "La iglesia de Dios que está en Roma a la iglesia de Dios que está en Corinto." Él escribió en el nombre de la iglesia de Roma y no en su propio nombre y dirigió la carta a la iglesia y no a su prelado u obispo. Ni la iglesia de Roma ni Clemente atentaron dictar leyes a esta iglesia, igualmente independiente. Esta no fue una carta de autoridad sino de consejo. En el mismo capítulo de esta carta podemos ver que toda la iglesia tenía parte en escoger sus pastores, y, además, según esta carta, todos deben sujetarse a la mayoría de la iglesia. ¿Como debía hacerse esto? ¿Quién debería escoger a los sucesores? ¿Roma o sus obispos habían tenido un sínodo o conferencia? No, la iglesia, la congregación local de creyentes bautizados debían elegir sus propios ministros. 
            En otra parte de esta carta encontramos una exhortación a la iglesia para que tratasen con sus ministros que ellos habían excluido, para restituirlos, reconociendo por esto que solo la iglesia tenía poder y derecho de hacerlo así. Esta era precisamente la instrucción apostólica. Tal era la práctica y el uso de la iglesia de Roma en esta memorable carta. Era iglesia apostólica, por lo tanto, permaneció en las instrucciones y costumbres apostólicas. Los Bautistas tienen actualmente este mismo uso y la misma forma de gobierno (Clemente de Roma, EPÍSTOLA A LOS CORINTIOS).  Tertuliano también fue un creyente celoso de la libertad religiosa que también defendía Justino Mártir tan valientemente en el siglo segundo (pág. 39 y 105) cosa que no practicaba la ICAR pues por muchos siglos usó el estado para perseguir tanto a los anabaptistas y luego a protestantes como sucedió en la masacre de san Bartolomé. Tertuliano también enseñó que Cristo es la cabeza de la iglesia, no Pedro o un tal papa (Padres Ante nicenos, Vol.3) y que “NO HAY NADA QUE CREER APARTE DE LAS ESCRITURAS” (pp. 246, 252 y 249) y que “Cristo es la verdad, no la costumbre.”       

                       Al igual que Tertuliano, Ireneo, pastor en Lyon, Francia (influenciado por Policarpo) también habló sobre el bautismo solo para creyentes y de la Biblia como la única y sola autoridad para los cristianos diciendo que “las Escrituras son la raíz y el pilar de nuestra fe.” (Los Padres Antenicenos Vol. 1, “En Contra de las Herejias”). Justino por ejemplo enseñó que sólo los que han sido hechos de nuevo en Cristo y creen las doctrinas de Él deben ser bautizados, y que todas las aguas del mar no pueden quitar los pecados (Págs. 106, 200, 257). Argumentando Justino en cuanto a los sacrificios y a las ordenanzas y su poder, hace esta pregunta: "Entonces (¿por qué necesita la circuncisión quien ha sido aceptado por Dios? o ¿Qué necesidad tengo yo de ese bautismo puesto que he sido bautizado por el Espíritu Santo?" (Como ha dicho en otro lugar, "lleno del Espíritu Santo.") Pag. 208. 
            Sabemos que Justino fue bautizado, por lo tanto, en esta cita está mostrando que el bautismo no es necesario para la salvación. Justino no enseña que recibimos nuestra justificación a causa de nuestro bautismo u otras obras buenas, sino por la fe en Cristo y el arrepentimiento (pag 167, 207). También dijo que: "Los piadosos y justos de todas las naciones que, por medio de la fe en Cristo, esperan su segunda venida, y todos los hombres del mundo, ya sean esclavos o libres, que creen en Cristo y reconocen la verdad de sus propias palabras y las de sus profetas, tienen la seguridad que estarán con El en el cielo y heredar el bien incorruptible y eterno," Pág. 106, 200, 209, 270 y 257. El Cielo y el Infierno. Según este autor solo hay dos lugares para las personas después de la muerte: el cielo para los cristianos y el infierno para los perdidos. "Entonces será el lloro y el crujir de dientes, cuando los justos alumbrarán como el sol, y los malos serán enviados al infierno eterno." "El infierno es un lugar para los malvados y para los que no creen que las doctrinas que Dios nos ha ensenado por Cristo, se cumplirán." "Los creyentes tienen la seguridad que estarán con El [con Cristo] en el cielo y heredarán el bien incorruptible y eterno," Págs. 160, 168,169. Pero nunca habla de un purgatorio o un limbo lo cual en aquel tiempo todavía tal doctrina no se había inventado.       
           Condenación del culto de imágenes. Acerca de la adoración de los ídolos, Justino dijo: "A los que creen en estas cosas, nosotros los compadecemos; y de los que las inventaron nosotros sabemos que son endemoniados," Pág. 171. Justino dice que Cristo conoció a estos y los anunció en estas palabras: "'Guardaos de los falsos profetas que vienen vestidos de ovejas; pero en su interior son lobos robadores." "Yo soy Dios, el Señor; este es mi nombre: Mi honra no darás a otro, ni mi virtud a escultura," Pág. 230. Según esto Justino no tuvo nada en común con los católicos del tiempo presente. No puedo decir en aquel tiempo, porque no había católicos. Lamentablemente la ICAR no ha seguido este consejo de Justino Mártir. Al contrario, si omite el segundo de los diez mandamientos en su catecismo que habla en contra del culto a las imágenes entonces mucho menos le va hacer caso a Justino.   Al igual que Tertuliano, Justino describió a las primeras iglesias cristianas y primitivas como iglesias completamente independientes ("Ante-Nicene Fathers," Vol. I, págs. 105, 185- 186, 305 y 306) y ambos creían en solo dos clases de Oficiales en la iglesia, el pastor y los diáconos (pág. 186).
           Hasta la persona que escribió La Didaché (siglo II) habló mucho del bautismo, incluyendo la temperatura del agua, pero no dice nada de un bautismo infantil mientras que la Epístola de Bernabé (siglo II) también afirma sobre el bautismo que “Descendemos al agua [en otras palabras por inmersión, no por aspersión] cargados con nuestros pecados e inmundicias y nos levantamos de ella dando frutos en el corazón reposando nuestro temor y esperanza en Jesús en el espíritu.” (Epístola de Bernabé 11). Estos son doctrinas que también caracterizan a una iglesia bautista, no a la iglesia católica romana. Algunos apologistas católicos dicen que Ireneo creía en el bautismo infantil porque cuando hablaba de regenerar hablaba de bautismo. Sin embargo, ambas palabras no significan lo mismo y además Ireneo nunca habla en sus escritos sobre bautismo de bebés, sino que solo habla de que la obra redentora de Cristo se extiende a toda persona. De hecho, creía que los bebés eran salvos por su inocencia y por ende no era necesario su bautismo en agua [Contra Herejías, 4:28:3].           
           Ya cuando entramos en los Padres posnicenos (siglo IV al VII d.C.) como Eusebio, Agustín de Hipona, Atanasio, Basilio, Jerónimo, Cipriano, Orígenes, Clemente y Alejandro encontramos que a inicios del Tercer Siglo, Cipriano, el Obispo de Cartago, enseñó que el bautismo, la Cena del Señor y una identificación con la iglesia eran necesarias para la conversión. Este es el primer ejemplo de enseñanza de regeneración bautismal. Mientras que Ignacio de Antioquia también enseñó que el bautismo era necesario para la salvación. En cambio, Clemente y Policarpo sostienen que el bautismo es solo un acto de obediencia. El mismo hecho de que existía este conflicto y controversia entre los mismos padres de la iglesia demuestra que la idea era nueva. 
            Por tanto, tenemos a Tertuliano, Justino Mártir, Ireneo, Pastor de Hermas, la Didaché y otras obras cristianas de los primeros siglos contradicen los escritos de Agustín de Hipona, Orígenes de Alejandría, Cipriano del Cartago y Gregorio Nacianceno con respecto al bautismo. Pero no solo eso, Orígenes, Cipriano de Cartago, Eusebio de Cesárea, Atanasio de Alejandría, Basilio el Grande, Gregorio de Nisa, Agustín de Hipona en sus retractaciones (llamado así porque antes decía que Pedro era la Roca) Afrates el Sirio, Dídimo el Ciego y otros afirman que Cristo y no Pedro es la verdadera Roca.  Varios historiadores católicos como Pedro de Rosa, el profesor J.H. Ignaz Von Dollinger y Hans Kung también admiten que esto era lo que creían los primeros padres de la iglesia.                                   
              En otras palabras, hay tantas contradicciones incluyendo con la lista de obispos de Roma que da el Vaticano y la de los Padres de la Iglesia que por eso decimos que es mejor poner nuestra fe en el documento más antiguo y confiable que tenemos que es la Biblia por ser la Palabra infalible de Dios. Después de todo los mismos primeros cristianos como los de la iglesia de Berea nos dieron este ejemplo en Hechos 17:11 y el mismo apóstol Pedro quien los católicos consideran el líder máximo de la iglesia o el Jefe supremo de su "iglesia" también nos exhortó diciendo, “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;” (2 Pedro 1:19-21). Con esto no digo que la Patrística no sirve de nada pues es útil para saber algo de historia eclesiástica, sino que no es la Biblia de los cristianos y que muchos de sus escritores se contradicen lo que demuestran que no son infalibles. 
             Así que, si algún apologista católico quiere citar la Patrística entonces que tenga en mente estas contradicciones. A menos que quiera cometer la falacia de evidencia incompleta o supresión de prueba llamada también en inglés, "cherry picking" al citar algunas partes aisladas para apoyar su opinión mientras que ignora a la misma vez las otras partes de información las cuales contradicen su proposición lo cual es un tipo de falacia de atención selectiva, el ejemplo más común es el sesgo de confirmación.  Sin embargo, basándonos en sus escritos podemos decir que de los Padres de la Iglesia (o escritores de la Patrística) Tertuliano, Justino Mártir, Ireneo, Teófilo de Antioquia, Policarpo y posiblemente otros antenicenos eran evangélicos o Bautistas por definición doctrinal.

La Sola Scriptura en La Patrística

   En la época patrística, los padres de la iglesia también creían en la autoridad, inerrancia, suficiencia, necesidad y claridad de la Biblia. Aca algunos ejemplos:

Clemente de Roma (¿?-100) “Habéis escudriñado las Escrituras, que son verdaderas, las cuales os fueron dadas por el Espíritu Santo y sabéis que no hay nada falso o fraudulento escrito en ellas”. (1 Clemente 45)

Tertuliano (155-240) declaró que “Las afirmaciones de la Sagrada Escritura nunca estarán en descuerdo con la verdad” (Tratado del alma, 21). También enseñó que “NO HAY NADA QUE CREER APARTE DE LAS ESCRITURAS” (Padres Ante nicenos, Vol.3; pp. 246, 252 y 249) y que “Cristo es la verdad, no la costumbre.”

Justino Mártir (100-165) “Hay que creer la Escritura por su nobleza y por la confianza en Aquél que la envía. La palabra de verdad es enviada por Dios […] Ya que ha sido enviada con autoridad, no hace falta preguntarse por pruebas acerca de lo que afirma puesto que no hay otra prueba más allá de sí misma, la cual es Dios” (Fragmentos de la obra de Justino Mártir sobre la resurrección, 1).

Orígenes (185-254) dijo que “Nadie debe establecer una doctrina a partir de un libro que no forme parte de la Escritura canónica” (Comentario sobre Mateo, 26). También afirmó que “No hay que consultar otra fuente [más allá del Antiguo y el Nuevo Testamento] para conceder autoridad a cualquier conocimiento o doctrina” (Homilía sobre Levítico, 5).

Dionisio de Alejandría (¿?-264) dijo “Aceptamos todo aquello que se puede probar mediante las enseñanzas de la Sagrada Escritura” (Citado en Historia eclesiástica de Eusebio, Libro 7).

Atanasio de Alejandría establece que “Y si alguno enseña, además de la sana y recta fe de las ESCRITURAS, sea anatema.” También añade que “Las sagradas e inspiradas Escrituras son suficientes para declarar la verdad” (Contra los paganos, 1.3).

Este obispo de Alejandría, Atanasio, también dijo, “Hay, pues, del Antiguo Testamento, veintidós libros en número; porque según he oído, se dice que este es el número de las letras entre los hebreos;…….Una vez más, no es tedioso hablar de los [libros] del Nuevo Testamento….Estas son fuentes de salvación, para que los que tienen sed se sacien de las palabras vivas que contienen. SÓLO en estos libros se proclama la doctrina de la piedad. Qué nadie añada ni quite nada de lo que está escrito en esos libros. Porque acerca de esto el Señor avergonzó a los saduceos, y dijo: ‘Os equivocáis por no saber las Escrituras’. Y reprendió a los judíos, diciendo: ‘Escudriñad las Escrituras, porque estos son los que dan testimonio de mí.’ Pero para mayor exactitud agrego esto también, escribiendo por necesidad; que hay otros libros además de estos que ciertamente no están incluidos en el Canon, pero designados por los Padres para ser leídos por aquellos que se nos unen recientemente, y que desean instruirse en la palabra de la piedad. La Sabiduría de Salomón, y la Sabiduría de Eclesiástico, y Ester, y Judit, y Tobías, y lo que se llama la Enseñanza de los Apóstoles, y el Pastor. Pero los primeros, hermanos míos, están incluidos en el Canon, siendo los segundos [meramente] leídos; ni hay en ningún lugar una mención de escritos apócrifos. Pero son una invención de los herejes, que los escriben cuando quieren, otorgándoles su aprobación y asignándoles una fecha, para que, usándolos como escritos antiguos, puedan encontrar ocasión para desviar a los simples.” (Fuente: Carta festiva número 39.6, escrita para la Pascua del año 367 d.C.). Varias cosas a notar:

1. Atanasio considera el Libro de la Sabiduría, Eclesiástico, el Libro de Ester, Judit, el Libro de Tobías, la Enseñanza de los Apóstoles y el Pastor de Hermas no como parte del canon de las Escrituras, sino como libros “designados por los Padres para ser leídos” simplemente. En otras palabras, no se consideran inspirados ni infalibles, solo útiles. Esta es nuestra práctica, como Cristianos.

2. Pero lo que es más importante, este padre de la Iglesia da fe claramente de la idea detrás de “Sola Scriptura”, cuando dice: “SÓLO en estos se proclama la doctrina de la piedad”. De tal manera que no rechaza la información extrabíbica sino que establece que solamente las Escrituras son por inspiración divina y, por lo tanto, son infalibles y son la suprema regla de fe y autoridad en todo asunto de doctrina para todos los Cristianos, en todos los tiempos y en todos los lados. Por tanto, según Atanasio cualquier dogma, tradición o práctica que no se ajuste a la enseñanza clara y fiel de la Escritura, DEBE SER DESCARTADA. 

Al igual que Tertuliano, Ireneo de Lyon (130-202), pastor en Lyon, Francia (influenciado por Policarpo) también habló de la Biblia como la única y sola autoridad para los cristianos diciendo en su obra principal “Contra las herejías” que “Las Escrituras son perfectas porque fueron habladas por la Palabra de Dios y su Espíritu” (En Contra de las Herejías, 2.28.2) y que“El evangelio ha sido transmitida en las Escrituras para que sean la raíz y el pilar de nuestra fe.” (Los Padres Antenicenos Vol. 1, “En Contra de las Herejías”, Libro 3.1.1).

Gregorio de Nisa (335-395) en su libro sobre el alma y la resurrección dijo, “Las Escrituras constituyen el canon de todos los dogmas. Fijemos nuestros ojos en ellas y aceptemos únicamente las enseñanzas que se armonizan con ellas.” (Sobre el alma y la resurrección, 5). En una carta a Eustacio hablando de los arrianos dijo que los arrianos rechazan nuestra tradición cristiana. Pero ¿a qué tradición se refiere? ¿La escrita o la oral? Gregorio mismo responde esta pregunta diciendo, “Ellos rechazan nuestra tradición, seguramente donde no estamos obligados a seguir la suya [tradición arriana] que la Escritura inspirada entonces sea nuestro juez y el voto de la verdad se dará a aquellos cuyos dogmas se encuentran de acuerdo con las palabras divinas.”

Gregorio de Nisa también agrega que, “La generalidad de los hombres aún fluctúan en sus opiniones, las cuales son tan equivocadas como numerosas. En cuanto a nosotros, si la filosofía ajena a las doctrinas judeo-cristianas, la cual trata metódicamente con todos estos puntos, fuera realmente adecuada para una demostración, con certeza sería superfluo añadir mayor discusión sobre el alma a esas especulaciones. Pero, aunque esas especulaciones en cuanto al tema del alma, llegan tan lejos en la dirección de las supuestas conclusiones que satisfacen al pensador, nosotros no estamos autorizados a tomar tal licencia; no podemos tomar la libertad de aseverar algo solo porque satisface nuestro capricho. En cambio, nosotros hacemos que las Sagradas Escrituras sean la regla y la medida de cada postulado. Necesitamos fijar nuestros ojos en eso, y solo aprobar lo que armoniza la intención de las Escrituras.” (Philip Schaff y Henry Wace, editores, Nicene and Post-Nicene Fathers, “Los Padres del Niceno y Post-Niceno”, Peabody: Hendriksen, 1995; Segunda Serie: Volume V, Gregorio de Nisa: Los Tratados Dogmáticos, “On the Soul and the Resurrection”; “Sobre el Alma y la Resurrección”, p. 439).

Juan Crisóstomo (349-407) en su libro Homilía dijo, “Es necesario fundamentar todos nuestros argumentos a partir de la Escritura y así demostrar con precisión que no son un invento de razonamiento humano, sino el mismo veredicto de la Escritura. Así todo lo que decimos tendrá más credibilidad y se profundizará más en vuestra mente.” (Homilía sobre los estatutos, 1.14).

Agustín de Hipona, en su tratado sobre el bautismo, Libro 2, Cap. 3, sección 4, dice, “¿Por qué os agarráis a las autoridades de Cipriano [un obispo de la iglesia primitiva] quien ignora que la Santa Escritura canónica tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento está contenida en sus propios límites y que deben ser ANTEPUESTA a todas las cartas posteriores de los obispos de modo que a nadie le es permitido dudar o discutir sobre la verdad o rectitud de lo que consta está escrito en ella?”

“Te digo, sin embargo, algo que necesariamente ha de ser verdadero o falso […] sólo te queda el creerlo o el no creerlo. Si va garantizado por una autoridad neta de las Sagradas Escrituras, de aquellas digo que se llaman canónicas en la Iglesia, sin duda alguna hay que creerlo” (Cartas 148.4).

“A mí no me has de creer como a Ambrosio, de cuyos libros puse testimonios tan grandes. Y si crees que a ambos nos has de creer con iguales motivos, ¿acaso podrás compararnos con el Evangelio o igualarás nuestros escritos con las Escrituras canónicas? Si eres recto en tus juicios, verás que estamos muy distantes por debajo de aquella autoridad. Yo estoy todavía muy lejos, pero, sea lo que quiere lo que opines de nosotros dos, no podrás compararnos en modo alguno con aquella excelencia” (Carta 148.39).

“Dios, hablando por los profetas primero, luego por sí mismo, y después por los apóstoles, es el autor de la Escritura llamada canónica, que posee la autoridad más eminente. En ella tenemos nosotros la fe sobre las cosas que no debemos ignorar, y que nosotros mismos no seríamos capaces de conocer” (Cuidad de Dios, 11.3).

“¿Quién ignora que la santa Escritura canónica, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, está contenida en sus propios límites, y que debe ser antepuesta a todas las cartas posteriores de los obispos, de modo que a nadie le es permitido dudar o discutir sobre la verdad o rectitud de lo que consta que está escrito en ella?” (Tratado sobre el bautismo, 2.3.4).

“Por la doctrina conocemos lo que debemos hacer. ¿Y yo qué te podrá enseñar sino lo que leemos en el apóstol? Porque la Sagrada Escritura ha fijado las normas de nuestra doctrina para que no osemos saber más de lo que conviene saber […] No voy, pues, a enseñarte otra cosa sino a exponerte las palabras del doctor apostólico” (Sobre la bondad de la viudez, 2).

Cirilo de Jerusalén (313-386) fue el obispo de Jerusalén en la mitad del siglo IV y autor de lo que se conoce como Las Conferencias Catequistas. En esta obra se basa absolutamente en la Escritura para explicar completamente la fe de la Iglesia en su tiempo. El caso es que en la totalidad de las conferencias, no hay ni una apelación en favor de una tradición oral que sea independiente de las Escrituras. Al contrario, establece, en términos explícitos, que si él mismo presentara algún tipo de enseñanza a los catecúmenos, la cual no pudiera ser validada por las Escrituras, que ellos deberían rechazarla.

Él mismo declaró, “Porque, en cuanto a los divinos y sagrados misterios de la fe, es nuestro deber no hacer ni la más pequeña aseveración sin someterla a las Sagradas Escrituras, ni ser desviados por meras posibilidades y artificios de argumentos. Y no creas, pues, que voy a proceder de este modo, sino probando por las Escrituras lo que te anuncio. Pues esta fe, a la cual debemos nuestra salvación, no es el resultado de razonamientos ingeniosos, sino por la prueba de las Sagradas Escrituras”.” (Conferencia Catequesis, 4.17).

“Pero mientras avanzas en aquello que estudias y profesas, toma y aférrate sólo a esa fe, la cual la Iglesia te enseña y que ha sido basada en las Escrituras (Conferencia Catequesis, 5.12).

Por favor note que en los pasajes anteriores, Cirilo establece que los catecúmenos deben recibir la tradición, y los exhorta a mantenerse en esas tradiciones, las cuales ahora están recibiendo. ¿De qué fuente se deriva está tradición? Está claro que la enseñanza o tradición, o revelación de Dios se deriva de La Escritura, la cual fue puesta en manos de los apóstoles y transferida a la Iglesia, y la que ahora sólo es asequible a través de “Sóla Scriptura.” Es muy significativo que Cirilo de Jerusalén, quien está comunicando la totalidad de la fe a estos nuevos creyentes, no hace ninguna apelación a la tradición oral para apoyar a sus enseñanzas. La totalidad está firmemente arraigada en la Escritura y únicamente las Escrituras.

Basilio de Cesárea (330-379) afirma “Aquellos que son instruidos en las Escrituras deberían examinar lo que dicen los profesores, recibiendo todo lo que está en conformidad con la Escritura y rechazando lo que se opone a ella; y deberían evadir a los profesores que persisten en enseñar semejantes doctrinas [falsas]” (Las moralia y regulae, 72).

Ambrosio (340-397) dice, “No sigáis las tradiciones de la filosofía ni a aquéllos que dan la apariencia de buscar la verdad con el fin de engañar por medio del arte de la persuasión. Por el contrario, aceptad, de acuerdo a la regla de la verdad, lo que se afirma en las palabras inspiradas de Dios” (Seis días de la creación, 2.1.3).

          Así que, si sumamos el testimonio de los padres citados, podemos resumir que los primeros Padres en general eran proponentes del principio de “Sóla Scriptura” que creían que los herejes no hablan conforme a las Escrituras las cuales son perfectas, congruentes, santas, veraces, irreprensibles, suficientes para declarar la verdad, el verdadero fundamento de la fe, sin errores y sin contradicciones (a pesar de que sean muchos libros diferentes). Por tanto, la ‘Sola Scriptura’ no fue un invento de los reformadores protestantes. 

¿Y la Tradición?

¿Y entonces cuándo comenzó a negarse la doctrina bíblica de la Suficiencia de la Santa Escritura? En el concilio de Trento en el siglo XVI donde se declaró que la revelación de Dios no estaba contenida solamente en las Escrituras sino también en la tradición oral. Sin embargo, el punto de vista promovido por el concilio de Trento estaba en directa contradicción con lo que creía y practicaba la Iglesia Primitiva. La Iglesia Primitiva siempre sostuvo el principio de “Sóla Scriptura.” y que todas las doctrinas deberían ser sometidas a la prueba de las Escrituras y si la doctrina no lograba pasar el examen, entonces debería ser rechazada. Los padres de la Iglesia Primitiva tales como Ignacio, Policarpo, Clemente, La Didáctica y Bernabé enseñaron doctrina y defendieron el cristianismo en contra de las herejías usando como su única fuente de autoridad las Sagradas Escrituras. En los escritos de los primeros apologistas, tales como Justino Mártir y Atenágoras, se puede encontrar el mismo principio. En ninguno de estos escritos, los autores apelan a la tradición como un instrumento separado e independiente de revelación.

             Es con los escritos de Irenéo y Tertuliano, en la segunda mitad del siglo segundo, cuando encontramos, por primera vez, el concepto de Tradición Apostólica (supuestamente la tradición heredada a la Iglesia por los apóstoles en forma oral). Sin embargo, la palabra "tradición" simplemente significa enseñanza y se usaba en referencia a la predicación o una presentación oral de la verdad extraída de La Escritura como hacen muchos pastores en sus sermones. Además, ambos padres enfatizaron que todas las enseñanzas de los obispos fueron generalmente entregadas verbalmente y estuvieron arraigadas en las Escrituras y que podían ser probadas o extraída de las Escrituras. No existe doctrina a la que ellos se refieran como tradición apóstolica que no estuviera bien fundada en las Escrituras. En otras palabras, la Tradición Apostólica, definida por Ireneo y Tertuliano es simplemente la enseñanza de las Escrituras. Sin olvidar que los dos establecieron que la Biblia debe ser el pilar y la norma de fe para la Iglesia y que en ninguno de sus escritos patrísticos se hace alguna apelación a la tradición en asuntos de doctrina que no estén fundadas en las Escrituras.

              La historiadora de la Iglesia, Ellen Flessman-van Leer confirma este hecho: "Para Tertuliano, las Escrituras son el único medio de refutar o validar una doctrina en cuanto a su contenido. Para Irenéo, con toda certidumbre, la doctrina de la Iglesia nunca es simple tradición. Por el contrario, la noción de que pueda existir alguna verdad transmitida exclusivamente de "viva voce" (oralmente) corresponde a la línea de pensamiento de los gnósticos… Si Irenéo quiere probar la verdad de una doctrina, materialmente acude a las Escrituras, porque a través de ellas, las enseñanzas de los apóstoles son asequibles objetivamente. La prueba de la tradición y la Escritura sirve para uno y el mismo fin: identificar las enseñanzas de la Iglesia como las enseñanzas apostólicas originales. La primera establece que la enseñanza de la iglesia son éstas enseñanzas apostólicas." (Ellen Flessman-van Leer, Tradition and Scripture in the Early Church; La Escritura y la Tradición en la Iglesia Primitiva; Assen: Van Gorcum, 1953, pp. 184, 133, 144.). Por tanto, ¿dónde se encuentra la tradición apostólica más segura? Según los mismos Padres de la Iglesia, en las Sagradas Escrituras.  
             
De hecho, la enseñanza de un cuerpo separado de la revelación apostólica conocido como Tradición, que es oral en naturaleza, no fue originada en la Iglesia Cristiana, sino en el Gnosticismo. Fue un atentado de los gnósticos, quienes buscaban aumentar su autoridad afirmando que las Escrituras no eran suficientes. Ellos aseguraban que poseían la entera revelación apostólica porque tenían, no sólo la revelación escrita de los apóstoles en las Escrituras, sino también la tradición oral, además la clave para interpretar y entender esa revelación. De la misma manera que los Padres de la Iglesia Primitiva repudiaron las enseñanzas y reclamos sostenidos por una dependencia exclusiva en la tradición, y apelaron a la autoridad de lo registrado en las Sagradas Escrituras, así también, debemos hacerlo nosotros. En fin, nosotros también la Tradición Apostólica pues en ¿dónde se puede leer una tradición enseñada por el apóstol Pablo? En la carta a los galatas, a los corintios, filipenses, colosenses, tesalonisenses y demás epístolas que se encuentran en la Biblia. Lo mismo se puede decir de los demás apóstoles. 

Algunos apologistas católicos dicen que los Padres de la Iglesia creían en Tradiciones extrabíblicas u orales porque Ignacio de Antioquía menciona la palabra "Eucaristía". Sin embargo, la palabra Eucaristía del griego antiguo εὐχαριστία (eujaristía, "agradecimiento") lo cual no contradice ni refuta el concepto de Sola Scriptura. Al contrario, en ese escrito el mismo Ignacio está citando las Escrituras como Juan 6 y 1 Corintios 11 lo que demuestra que eran Sola Scriptura. A menos que digan que la Eucaristía no tiene fundamento bíblico lo cual es dispararse en su propio pie. Por tanto, ¿acaso están diciendo que lo que dice Ireneo sobre la "sucesion" apóstolica o  Ignacio sobre la Eucaristía no está en la Biblia entonces? Si es así entonces se contradicen. En fin, tanto la Biblia como la misma Patrística (historia eclesiástica) demuestra que antes y durante la época de los padres de la Iglesia, los cristianos siempre creyeron y operaron bajo la base del principio de la “Sóla Scriptura”.

Orígenes, el Hereje

 Al ser credobautista, Tertuliano decidió unirse a los montanistas quienes eran cristianos de iglesias independientes (como eran las originales) debido a que al igual que Tertuliano y otros grupos anabaptistas como los novacianos, cátaros y donatistas tampoco creían en el bautismo infantil. Por estas razones, algunos "apologistas" católicos no lo consideran una fuente válida lo cual es una apelación a una falacia genética o falacia del envenenamiento de las fuentes o pozos. En cambio, no tienen ningún problema con citar a Orígenes de Alejandría, Egipto quien Jerónimo lo consideraba un hereje y hasta en 543, el emperador Justiniano I lo condenó como hereje. De hecho, el Segundo Concilio de Constantinopla de 553 puede haber anatematizado a Orígenes, o puede haber condenado solo ciertas enseñanzas heréticas que afirmaban derivar de Orígenes (quien estuvo muy influenciado por la filosofía griega) como sus enseñanzas sobre la preexistencia de las almas las fueron rechazadas por la Iglesia. También escribió cientos de homilías que cubren casi toda la Biblia, interpretando muchos pasajes como los primeros capítulos de Génesis de manera alegórica mientras que la gran mayoría de los Padres de la Iglesia como Teófilo de Antioquía, Ireneo, Ambrosio, Basilio de Cesarea llamado tambien Basilio el Magno y los antiguos judíos como el historiador Flavio Josefo lo interpretaron literalmente. 

Orígenes también fue un vegano (como los adventistas del séptimo día) que creía en el universalismo y subordinacionismo (las cuales son herejías) y hasta sugierió que el Hijo fue creado por el Padre (como creen los falsos testigos de Jehová) y que el Espíritu Santo fue creado por el Hijo​ pero, en otro momento, escribe que «hasta el presente no he podido encontrar ningún pasaje en las Escrituras que indique que el Espíritu Santo es un ser creado». Sin olvidar que Eusebio afirma en su Historia de la Iglesia que, cuando era joven, Orígenes pagó en secreto a un médico para castrarlo quirúrgicamente, una afirmación que afectó la reputación de Orígenes durante siglos. Algunos católicos niegan esto pero muchos historiadores notables, como Peter Brown y William Placher, continúan sin encontrar ninguna razón para concluir que la historia es falsa.

Creaciónismo Joven, Creación Progresiva o Teísmo Evolutivo

 Al principio, el gran teólogo y filósofo cristiano, Agustín de Hipona, creyó que los 6 días de la creación no eran períodos de tiempo normal. Quizás porque estuvo influenciado por la filosofía griega la cual también enseñaba la idea de una tierra vieja con cientos de miles de años y la cual quería reconciliar con el cristianismo (Robert Letham, “In Space of Six Days,” Westminster Theological Journal 61 (1999): p. 156). Lo mismo trató de hacer el filósofo judío, Filón de Alejandría (20 BC-AD 50). Agustín hasta llegó a pensar en cierta ocasión que el mundo fue hecho en un instante (Susan E. Schreiner, “Creation and Providence,” in The Calvin Handbook, ed. Herman J. Selderhuis, Grand Rapids, MI: Eerdmans, 2009, p.270). Sin embargo, parece que luego cambió de opinión pues en sus últimas grandes obras afirma “Son engañados… por documentos mendaces que pretenden contar la historia de muchos miles de años, mientras que según las Sagradas Escrituras encontramos que no más de 6000 años han pasado.” (Agustín de Hipona, La Ciudad de Dios 12,10). Los demás padres de la iglesia también llegaron a la conclusión interpretativa de que el universo tenía alrededor de 6,000 a 10,000 años según la cronogenealogía bíblica. No millones o billones de años.

      “De Adán hasta el Diluvio van 2148 años y cuatro días… La tierra proviene de las aguas; y antes de los seis días de la formación de todo lo que fue hecho, el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas.” (San Clemente de Alejandría Lecturas de Catequesis 3,5).

      «En cuantos días fue hecho el mundo, en otros tantos milenios será consumado. Por eso dice el Génesis: “Concluyéronse, pues, los cielos y la tierra y todo su mobiliario, y consumó Dios en el día sexto todas las obras suyas que había hecho, y descansó el día séptimo de todas las obras que hizo” (Gen 2, 1-2). Esto es a la vez narración de lo pasado y profecía de lo porvenir. Si, pues, “un día de Dios es como mil años” (Ps 89, 4), y en seis días consumó la creación, manifiesto es que en seis milenios consumará la historia» (San Ireneo, Adv. hær. V, 28, 3) 

   “Y 6,000 deben de necesidad cumplirse, en orden a que el Sabbath pueda venir, el descanso, el día santo “en el cual Dios descansó de todas Sus obras”. Pues el Sabbath es el tipo y emblema del futuro reino de los santos, cuando ellos “reinarán con Cristo”, cuando Él venga desde los cielos, como dice Juan en su Apocalipsis: Pues “un día con el Señor son un mil años”. Puesto que, entonces, en seis días Dios hizo todas las cosas, se sigue de el que 6,000 años deben cumplirse.” (Hipólito de Roma, Sobre el Hexámeron)

     “El número total de años desde la Creación del mundo es 5695.” (Teófilo de Antioquía, Teófilo 3,28) 

       Aunque Orígenes leyó Génesis como una alegoría o simbólico admitió que“El relato mosaico de la Creación nos enseña que el mundo aún no tiene 10,000 años de edad, sino muchos menos.” (Orígenes, Contra Celso 1,19) . Esto demuestra que el hecho de que algún padre de la iglesia haya interpretado erróneamente los días de la creación en lenguaje figurativo eso NO significa que creía que la Tierra tenía millones y no miles de años lo cual es una falacia non sequitur (del latín «no se sigue») que cometen muchos creacionistas progresistas.  

     “Nadie debe pensar que la Creación de seis días es una alegoría; así mismo no es permisible decir que lo que parece haber sido creado en seis días fue creado en un solo instante, y que algunos nombres presentados en este relato carecen de sentido o significan otra cosa. Al contrario, debemos saber que, igual que el Cielo y la Tierra que fueron creados en el principio son realmente el Cielo y la Tierra, y no otra cosa bajo tales nombres; así todo lo que se menciona que fue creado y llamado al orden tras la creación del Cielo y la Tierra, no son nombres vacíos, sino la misma esencia de dichos nombres.” (San Efrén de Siria, Comentario sobre Génesis) .

      San Basilio de Cesarea llamado tambien Basilio el Magno (AD 329-379) también declaró“Hubo una tarde, una mañana, un día.” ¿Por qué dijo “un día” y no “el primer día”? Dijo “uno” porque definía la medida de un día y una noche… dado que las 24 horas llenan el  intervalo de un día. (Basilio de Cesarea, Hexameron 2,8) 

    “Antes de empezar, doy fe de que no hay nada contradictorio en lo que escribió Basilio el santo sobre la Creación del mundo, y que ninguna explicación adicional es necesaria.” (Gregorio de Nisa, Hexaemeron 44,68)

     San Ambrosio (DC 339-397) dijo: “La Escritura estableció una ley que 24 horas, incluyendo día y noche, debe ser llamado “día”… En el principio Dios creó el Cielo y la Tierra. El tiempo procede de este mundo, no es anterior al mundo, y un día es una división de tiempo, no su origen.” (Ambrosio, Hexaemeron, Homily 2.8).

       En La Suma teológica, el teólogo y filósofo cristiano, Tomás de Aquino, también declara que, “En consecuencia, Moíses dice que en solo seis días, el mundo y todo lo que hay allí fue creado.” Aquino también agrega, “Por lo que encontramos que dijo que al principio, que él llamó a la luz día, por la razón de que más tarde en un período de 24 horas también se le llama día, donde se dice que hubo una tarde y una mañana, un día” y “Sostenemos entonces que el movimiento de los cielos es doble. De estos movimientos, uno es común a todo el cielo y es la causa del día y la noche. Esto como parece, tuvo su comienzo el primer día. El otro varía en proporción como afecta a varios cuerpos, y por sus variaciones la causa de la sucesión de días, meses y años.” (Tomás de Aquino, Summa Theologiae, Treatise on the work of the Six Days, QQ [65]-74).

De hecho, la pregunta que hacen muchos ateos, teístas evolutivos y creacionistas progresivos que dice, “Si Dios creó el sol en el cuarto día entonces ¿cómo se sabía que habían pasado 4 días si no había día y noche?” como si eso refutara el CTJ es tan vieja como la pregunta “¿Quién creó a Dios?” y ambas preguntas fueron respondidas por este mismo filósofo cristiano. Aquino explicó en La Suma teológica que ya había luz antes de la creación del sol lo cual probablemente vino de Dios o de una luz temporal que había creado y que lo hizo de esa manera para ilustrar que el sol no tenía la prioridad en la creación y también para demostrar que El mismo es la fuente de toda luz y que por ende no deberíamos adorar al sol (como hacían muchos paganos) sino al Creador del sol (Vea Juan 1:4-5; Romanos 1:25; Apocalipsis 21:23 y 1 Juan 1:5-7). Lo irónico que hay muchos creacionistas progresivos que se identifican con la filosofía tomista cuando no aceptan estas palabras del propio Tomás de Aquino.

Resumiendo, los escritos de los Padres de la Iglesia (La Patrística) no solo contradicen el mito de la macroevolución (al igual que la historia cristiana de los fundadores de la Reforma Protestante, el calendario hebreo y otras obras antiguas de los judíos) sino que también es inconsistente con la idea de una tierra vieja edad que proponen los creacionistas progresivos quienes reinterpretan la Biblia (eiségesis) diciendo que los días en Génesis no son días literales de 24 horas sino días alegóricos que representan largos periodos de tiempo. 

Ordenes religiosas

En los Padres Antenicenos jamás se habla de monjas, sacerdotes, monaguillos, rosarios, escapularios y mucho menos de un papa.

Según Tertuliano, había Dos Ordenanzas de la Iglesia, no dos sacramentos o 7 sacramentos. y estas son: EL BAUTISMO y la CENA DEL SEÑOR (Antenicenos Vol. 3, Págs. 337, 418 y 572).

En cuanto a magisterio se refiere, hay que recordar que el término “magisterio” se refiere a maestros y todo protestante y evangélico tiene su magisterio pues como está escrito, “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos.” De hecho, el pastor de una iglesia local también es un maestro porque también alimenta espiritualmente al rebaño con la Palabra de Dios. Por tanto, no rechazamos el magisterio (maestros) ni las tradiciones (con t minúscula) siempre y cuando no contradigan la Biblia como hace el magisterio del catolicismo romano.

Entonces ¿de dónde vino la idea del celibato católico? Es posible que haya venido de Orígenes pues según el historiado católico, Eusebio, afirma en su Historia de la Iglesia que, cuando era joven, Orígenes pagó en secreto a un médico para castrarlo quirúrgicamente porque creía que las relaciones sexuales impedían que se acercará más a Dios y otras razones religiosas o que la carne es malo (algo que creían algunos filósofos griegos de los cuales Orígenes estaba influenciado), una afirmación que afectó la reputación de Orígenes durante siglos. Algunos católicos niegan esto pero muchos historiadores notables, como Peter Brown y William Placher, continúan sin encontrar ninguna razón para concluir que la historia es falsa.

Sin embargo, la visión bíblica de la naturaleza humana difiere de la filosofía griega en que la Escritura dice que la naturaleza física y espiritual de la humanidad era originalmente buena (Génesis 1:31). Por el contrario, los filósofos tales como Platón vieron un dualismo o dicotomía en la humanidad. Tal pensamiento eventualmente produjo una teoría de que el cuerpo (el físico) era malo, pero el espíritu de una persona era bueno. Esta enseñanza influyó en grupos como los gnósticos que creyeron que el mundo físico fue creado por error por un semidiós llamado el "Demiurgo". Los gnósticos se opusieron a la doctrina de la encarnación de Cristo porque creían que Dios nunca tomaría una forma física, ya que el cuerpo era malo. El apóstol Juan encontró una forma de esta enseñanza en su día y advirtió contra él (1 Juan 4:1-3). Además, los Gnósticos enseñaron que no importaba lo que una persona hiciera en su cuerpo, puesto que el espíritu era lo único que importaba. Este dualismo platónico tuvo el mismo efecto en el primer siglo como lo hace hoy en día conduce al ascetismo o al libertinaje, ambos de los cuales la Biblia condena (Colosenses 2:23 y Judas 4).

Así que, contrario al pensamiento griego, la Biblia dice que la naturaleza del hombre, tanto física como espiritual, eran buenas, sin embargo, ambas fueron afectadas negativamente por el pecado.

El Origen del Alma

 Como hemos visto no todos los padres de la iglesia estaban de acuerdo en todo. Otro ejemplo es el origen del alma. Algunos como Tertuliano y Apolinar creían en el traducianismo (transmisión del alma de padres a hijos en virtud de la generación) y otros como Jerónimo y más tarde Tomás de Aquino sostenían el creacionismo (que atribuye que cada alma personal es una creacion directa de Dios). Orígenes (influenciado por la filosofía pagana de los griegos como Platón) enseñó la preexistencia del alma la cual luego fue condenado como herejía mientras que Agustín de Hipona flucteaba entre ambas hasta admitir no estar seguro de cuál postura era la correcta. ¿Demuestra esta diversidad de pensamiento teológica que el cristianismo es falso? No, simplemente demuestra que nadie es infalible o perfecto excepto Dios y que hay temas religiosas como el origen del alma que son doctrinas secundarias y de menor importancia que las fundamentales.  

El Rapto, el Milenio y el Disensacionalismo

Algunos famosos teólogos y filósofos como William Lane Craig, Miguel Nuñez, Sebastian Cespedes y Will Graham creen que la doctrina bíblica del rapto es un mito moderno que tuvo su origen con John Nelson Darby (1880-1882) o que fue inventada por el católico jesuita Manuel Lacunza en los siglos XVII y XIX. Sugel hasta dice que “en 19 siglos la iglesia nunca creyó en el rapto”. Sin embargo, las evidencias bíblicas e histórica dicen lo contrario. Como prueba de que se enseñó antes del siglo 19 se puede citar a Vernon Manuscript (1320), John Lygate (1420), John Bale (1495-1563); William Bond (1531); John Napier (1550-1617); Robert Pont (1524-1606); Hugh Broughton (1549-1612); Thomas Brightman (1557-1607); Barton Holiday (1641); Robert Maton (1642) y muchos otros. Ningún historiador serio niega la existencia de milenialistas en la Reforma Protestante del siglo 16 y de los cuales brotaron de la franja anabaptista. La doctrina bíblica del rapto también se encuentra en la Patrística (historia eclesiástica de los Padres de la Iglesia) como en la de San Victorino, mártir y obispo de Pettau (240-304 d.C.) y quien dijo sobre el capítulo 11 de Apocalipsis, “Esto sucederá en los últimos tiempos cuando la Iglesia haya sido quitada de en medio.” Sus comentarios sobre Apocalipsis 6:14 y 15:1 también muestra que era pretribulacionista y que creía en el Rapto de la Iglesia.

            San Efren de Nisibe o “el sirio” doctor de la iglesia (306-373 d.C.) también escribió, “Porque todos los santos y elegidos de Dios serán reunidos antes de la Tribulación que ha de venir, y serán llevados al Señor antes que vean la confusión que llenará al mundo”. San Ireneo (alrededor del 185 d.C.), martir, en su obra de cinco volúmenes, “Contra las Herejías” (Adversus Haereses), escribe, “tiempo, dos tiempos y medio tiempo”, refiriéndose a los tres años y medio del profeta Daniel en los que el anticristo desatará la persecución antes de la segunda venida de Cristo. Y sobre el Rapto escribe, “Aquellas naciones que no volvieron sus ojos a los cielos ni volvieron a su Maestro, ni desearon profesar la luz de la verdad, sino que fueron como ciegos que se obstinaron en la oscuridad de la ignorancia, y fueron como aguas negras de desagüe o como nada en la balanza, o como paja que sirve para purificar el oro, así será cuando al final la iglesia sea repentinamente rescatada de todo esto.” (Contra las Herejías, Libro V, Cap.30, párrafo 4 y 5:29). 
         
       En su carta a los presbíteros, San Cipriano, mártir y obispo de Cartago (200-258 d.C) escribió, “que seremos arrebatados y liberados de las trampas del mundo y restaurados al paraíso y al Reino” (Tratados de Cipriano, 21-26 y Epístola 55 de Cipriano de Cartago). Los escritos de Justino Mártir (150) y el montanista Tertuliano (180) también muestran que eran dispensacionalistas (Justino Martir, Dialogue with Trypho, chapter LXXX y Thomas Ice, The History of Messianic Speculation in Israel 33-35). Hipólito (210 d.C.) fue discípulo de Ireneo y escribió dos obras sobre la profecía, El Anticristo y El Fin del Mundo. En “El Anticristo”, basándose en las profecías de Daniel, llama el Rapto “la esperanza bienaventurada” (El Anticristo 67) y dice que ocurrirá antes de los siete años de la gran tribulación (El Anticristo 64b y El Fin del Mundo 37). La misma información se encuentra en otros antiguos escritos como las Instituciones Divinas, Libro VII de Lactancio, el Pastor de Hermas (150), el Apocalipsis de Elías del siglo tercero y Pseudo-Efraín (373). Este último es titulado pseudo no porque se dudara del sermón sino porque dos historiadores dijeron que fue escrito por Efrén de Siria (también conocido como Efrén de Nísibe o Nisibi) y otro historiador dijo que fue Isidoro de Sevilla. Sin embargo, que haya sido escrito por Efrén de Siria o Isidoro de Sevilla eso no quita el hecho de que este sermón donde dice que el Rapto ocurrirá antes de los siete años del periodo de la Tribulación siempre fue aceptado como genuino (Efrén de Siria, En Los Últimos Tiempos 2).

             La única excepción es la escuela de Alejandría, Egipto del tercer siglo donde Clemente y Orígenes interpretaban las Escrituras de manera alegórica porque estaban influenciados por la filosofía neoplatónica (Thomas Ice, The History of the Rapture). Como admite el mismo sacerdote y famoso escritor católico, Leonardo Castellani, durante el siglo 4 la iglesia católica asumió la postura contra el Rapto porque el antidispensacionalista Eusebio de Cesárea trató de tergiversar la historia de la iglesia ocultando los testimonios de los que favorecen el milenarismo y por lo tanto el rapto debido a su inclinación a la herejía Arriana (El Rapto de los Fieles, José Alberto Villasana). Como dice también el reconocido historiador, Philip Schaff, lo mismo se puede decir de Jerónimo y Agustín de Hipona (conocido como el padre del amilenialismo) quien admitió haber creído en el milenialismo como muchos otros, pero luego cambió de idea y empezó a atacar el futuro milenial prefiriendo creer en el creciente poder del catolicismo romano como la Nueva Jerusalén, la ciudad eterna de Dios, traería al presente un milenio (Agustín de Hipona, La Ciudad de Dios, Libro XX, capítulo 7). El calvinismo se basa mucho en los escritos del filósofo católico, Agustín de Hipona (400 d.C.) por lo que no debe sorprender a nadie que sus teólogos reformados también sean enemigos del arrebatamiento. Sin embargo, la gran mayoría de los Padres de la Iglesia anteniceno creían en el regreso de Cristo para establecer su reino milenial (Philip Schaff, Historia de la Iglesia Cristiana, Vol. 2:614).

El antisemitismo cristiano

Aunque Jesús mismo, sus apóstoles y primeros cristianos eran judíos después del siglo segundo la iglesia empezó a ser dominado por los gentiles de los cuales algunos empezaron a rechazar el rapto y el dispensacionalismo por una escatología anti-judía (amilenialismo) al espiritualizar las promesas literales de Dios para los judíos transfiriéndolos para la iglesia. Esto lo hicieron por razones antisemitas. Por ejemplo, el hereje gnóstico, Marción, rechazó la Biblia Hebrea (Antiguo Testamento) y Ambrosio de Milán al igual que Juan Crisóstomo mostraban manifestaciones de judeofobia. Ya después Agustín de Hipona (padre del amilenialismo) con su teología de reemplazo negó que Cristo regresaría para establecer su reino milenial desde Jerusalén, Israel como cabeza de las naciones, sino que enseñó que ya el milenio había empezado con su Iglesia Católica Romana la cual consideraba la Nueva Jerusalén. Sin embargo, el mismo Pablo condenó este tipo de antijudaísmo cristiano diciendo, “no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti.” (Romanos 11:18).

          El apóstol Juan también dijo, “He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten” (Apocalipsis 2:9 y 3:9). No olvidemos que muchos de los Reformados siguieron esta doctrina falsa de los católicos medievales y que hasta el mismo Martin Lutero también era anti-Israel como lo demuestra su propio libro, “Los Judíos y sus Mentiras” donde hasta promueve quemar sus sinagogas y cuyos escritos influyeron en Adolfo Hitler y los Nazis (Martin Luther, Lectures on the Minor Prophets, Luther’s Works y What’s Luther Says, II, 687-88). Juan Calvino también sostuvo ideas similares (Calvin, Daniel Lecture XI, in Calvin’s Commentaries). Debido a este tipo de teología de reemplazo es que muchos cristianos modernos están empezando a ver a Israel de una manera negativa, incluyendo su misma existencia revivida como el Estado moderno de Israel en 1948. Algunos como Tony Campolo y Edgar Pacheco hasta no le gustan que seamos pro-Israel. Por eso la Teología del Reemplazo es una falsificación de identidad. 

El Celibato y la Virginidad Perpetua de María

 El dogma católico de la Perpetua Virginidad de María señala que María fue virgen antes, durante y después del parto. Para el protestante y evangélico creemos en la doctrina bíblica del nacimiento virginal de Cristo, es decir, creemos que Cristo nació normal pero concebido milagrosamente por el Espíritu Santo sin el acto sexual. Ya después de su nacimiento María dejó de ser virgen y tuvo más hijos de manera natural con su esposo José por lo que ella no fue virgen siempre. 

              Sin embargo, muchos católicos cometen la falacia de evidencia incompleta (cherry picking) al citar algunos padres de la iglesia que creyeron que María no tuvo dolores de parto pero ignoran otros que afirmaron que sí los tuvo. En otras palabras, y como admite el apologista católico Guido Rojas y el sacerdote Jordi Rivero, la idea que María tuvo o no dolores de parto fue discutida por teólogos y padres de la iglesia por lo que no era parte del dogma. Por ejemplo, el padre latino más antiguo, Tertuliano, al igual que otros padres y teólogos de la Iglesia sostuvieron que María sí tuvo un parto normal lo que implicaría dos cosas: que María no fue siempre virgen ni inmaculada. Sin embargo, los apologistas católicos niegan que María tuvo dolores de parto y sostienen que Cristo entró y salió como rayo de luz atravesando un cristal (como decía también Agustín de manera especulativa) y sin dar ninguna prueba de ello.   

                        Sin olvidar que el evangelista Lucas (Lucas 2:23) también habla de que el primogénito es aquel que abre la matriz, en la Vulgata latina de Jerónimo se utiliza la palabra "vulva" y ya desde entonces la vulva anatómicamente abarca incluso el himen (tejido fino y carnoso que está en la entrada de la vagina). Por tanto, si Jesús abrió "vulva" abrió himen lo que también demuestra que María sólo fue virgen en la concepción de Jesús, pero ya en el parto y después del parto no fue más virgen. En cambio, la concepción de Jesús sí fue sobrenatural, porque fue obra del Espíritu Santo; pero el de María parto fue normal como cualquier otro parto.       
      
          De hecho, los escritos del historiador judío, Flavio Josefo (37-100 d.C.), que vivió en el primer siglo y que es la principal fuente no cristiana usada como evidencia a favor de la historicidad de Cristo también son prueba de que Santiago era hermano carnal de Jesús y no su primo (Antigüedades Judías, Parte 1, Libro XX). Por tanto, biblicamente e históricamente hablando, la perpetua virginidad de María al igual que otras creencias marianas como su inmaculada concepción y asunción era completamente desconocida para la iglesia primitiva pues no aparece en la Biblia sino solo en los libros apócrifos que vinieron de sectas heréticas y gnósticas como el Protoevangelio de Santiago la cual data entre 145 o 150 d.C. En cuanto a la Patrística, algunos católicos cometen la falacia de evidencia incompleta, conocido también como cherry picking o supresión de pruebas (es la acción de seleccionar casos individuales o datos que parecen confirmar una cierta posición, a la vez que se ignoran las evidencias o información que podrían contradecir la proposición) al citar algunos padres que aceptaron esta creencia mariana mientras que ignoran otros que la rechazaron. 

         Los católicos romanos (los que medio estudian e investigan un poco) cuando debaten con los ateos citan a Josefo para demostrar que Jesús existió (y hacen bien en hacerlo), pero misteriosamente (o por conveniencia) se desvanecen con él cuando escribe sobre Santiago, el hermano de Jesús ¡y no primo! de Jesús y las mismas obras de Josefo demuestran que sabía la diferencia entre adelphos (hermanos carnales) y primos (anepsios) en su Antigüedades Judías, Libro Uno, 3 y Antigüedades Judías, Libro Único, 4. Por tanto, así como todos los evangelistas y apóstoles dijeron que los hermanos de Jesús eran realmente adelphos (hermanos carnales) y no primos (anepsios) o parientes (suggenes), Josefo también se refiere a Santiago como el hermano (adelpho) de Jesús, en lugar de un primo. Incluso hasta la arqueología ha descubierto el osario de Santiago que data exactamente del siglo I con la inscripción aramea "Santiago, hijo de José, hermano de Jesús" ( Ya'akov bar Yosef achui d'Yeshua ).

             No solo eso, desde antes del siglo IV el dogma de la Perpetua Virginidad fue tema de debate siendo el padre latino más antiguo de la Iglesia, Tertuliano (155-220), el primero en rechazarlo al sostener que María perdió su virginidad después del parto (De carne Christi 23 y De monog. 8). Así como Tertuliano se opuso a muchas creencias gnósticas y neoplatónicas de la filosofía pagana, tal parece que también escribió en contra de esta creencia gnóstica en base a la frase bíblica “aperiens vulvam” (Lc 2:23; cd Ex 13,2.13.15) que implicaba que, a partir del nacimiento de Cristo, María tuvo el seno abierto y que en los años subsiguientes dio a luz más hijos con su esposo José (Mateo 1:25; 13:55-56 y Marcos 6:3 y Gálatas 1:19).

          En cambio, aunque Orígenes (185-254) también rechazó la idea de que María permaneció virgen durante el parto, defendió la virginidad después del parto por lo que se opuso a Tertuliano afirmando que los hijos atribuidos a José no nacieron de María (Orígenes In Oc. 7: GCS 9, 45 y Orígenes, In Mt. Comm 10,17: GCS 10,21). Algunos romanistas citan a Ignacio de Antioquia (35-107 o 110) como apoyo de la Perpetua Virginidad. Sin embargo, Ignacio solo demuestra en sus escritos que creía en la virginidad de María, pero solo antes y en el parto, pero no después del parto. Por tanto, no se pronuncia expresamente sobre la virginidad “post parto”. 

               Alejandro de Alejandría (250-326) y luego Atanasio de Alejandría (295-373) en su Primera Carta a las Vírgenes parece ser los primeros en recomendar a los ascetas cristianos a seguir el modelo de la Virginidad Perpetua de María. Según el profesor y erudito en historia del cristianismo antiguo, el asetismo monástico y atanasiana, David Brakke (1998), Atanasio toma a María como parte de su estrategia para atraer el apoyo de las vírgenes hacia su causa en contra del arrianismo. Esta idea de Atanasio influenciará a Ambrosio de Milán (ca. 340-397) cuyos escritos se consideran las más desarrolladas mariologías de la Iglesia primitiva. Ya luego surgieron más debates como el de Jerónimo (340-420) con Elvidio y Bonoso de Naiso y el monje romano Joviniano (380) en su «Virgo concepit, sed non virgo generavit» con Ambrosio quien precedió el sídono de Milán para que se proclamara la Perpetua Virginidad como una doctrina católica. 

            Elvidio había propuesto que María es por su concepción virginal modelo para las vírgenes, mientras que su vida junto con José es modelo para los casados. Para él la exaltación de la virginidad sobre el matrimonio era una potencial denigración de la creación de Dios. Mientras que el monje Joviniano predicó en Roma en contra del ascetismo y la contención entre los años 391 y el 392, siguiendo el precedente de Elvidio. Joviniano argumentó en contra de la Perpetua Virginidad vinculándola al Docetismo, una herejía que negaba la existencia física del cuerpo de Cristo. De la misma forma acusaba a los defensores del ascetismo de maniqueísmo por mantener que la idea de que el celibato era superior al matrimonio. Sin embargo, las refutaciones de Jerónimo y Ambrosio de Milán convirtieron a María en el dechado de la virginidad femenina que todas las vírgenes deben imitar (David Brakke, The Gnostics, Myth, Rituals and Diversity in Early Christianity). 

           John Anthony McGuckin(2008), considerado como uno de los eruditos más eminentes de la historia del cristianismo antiguo y de los orígenes del culto a María, señala que las primeras evidencias de culto mariano presentes en la tradición patrística provienen de los llamados Padres Capadocios, Gregorio de Nisa (330-394) y Gregorio de Nacianzo (329-389). McGuckin también afirma que Gregorio de Nacianzo podría estar representando intencionadamente a las mujeres aristócratas de su comunidad religiosa en Constantinopla, que se destacarían por su devoción por los cultos de los santos y sus reliquias. Por el mismo tiempo aproximadamente Gregorio de Nisa nos aporta la primera noticia conocida de una aparición mariana, en su panegírico dedicado a Gregorio Taumaturgo escrito en el 380 a testimonio de una visión acaecida a este Padre de la Iglesia en la cual se le apareció la Virgen junto con Juan el Evangelista para enseñarle las “verdaderas doctrinas” con las que derrotar las herejías que amenazaban a la Iglesia. 
             
               Ahora una buena pregunta que podemos hacer es ¿por qué vemos estos debates entre los mismos antiguos teólogos y algunos Padres de la Iglesia sobre la virginidad perpetua de María? Una buena respuesta es que el contenido de la literatura gnóstica como el Protoevangelio de Santiago estaba siendo aceptado por algunos creyentes pues hasta la llamada Asunción de María se fundamenta en tales escritos apócrifos. Esto es algo que admite la misma Enciclopedia Católica y aciprensa (Agencia Católica de Información). La página infocatólica.com también admite que dicha creencia sobre el "milagroso" parto de María aparece en el libro apócrifo del Protoevangelio de Santiago (150) escrita probablemente en Alejandría, Egipto donde se relata que José era viudo cuando se casó con María y ya entrado en años, con hijos había llevado a esta una comadrona para que ayudara a María en el parto. Esta partera de María se llamada Salomé. Pero dudó de la virginidad de María y por eso su mano quedó seca hasta que pudo adorar al Niño Jesús, que se la curó. Como resultado, exclamó que “una virgen ha parido de un modo contrario a la naturaleza.” 

         Por tanto, la idea de la virginidad perpetua de María es una idea bastante antiguo. Entonces ¿cuál es el problema? El problema es que la idea no viene de la Biblia sino de los libros apócrifos que nacieron dentro de las sectas heréticas y gnósticas las cuales pensaban a su vez que las actividades sexuales eran malas. Por cierto, tales escritos espurios no solo hablan de la supuesta Virginidad Perpetua de María sino también de su Asunción lo cual nos da una idea sobre el verdadero origen de estas creencias marianas. De hecho, no es sorpresa que algunos Padres llegaran a estas mismas conclusiones debido a que algunos también fueron influenciados por la filosofía dualista y gnóstica como Orígenes de Alejandría quien no siempre fue el más bíblico de los Padres de la Iglesia pues hasta fue acusado de herejía (como por ejemplo la preexistencia del alma sacada de la filosofía griega) por Jerónimo, el emperador Justiniano I y el Segundo Concilio de Constantinopla del año 553. 

           El mismo Eusebio afirma en su Historia de la Iglesia que, cuando era joven, Orígenes pagó en secreto a un médico para castrarlo quirúrgicamente porque creía que abstenerse de la sexualidad era un ideal de perfección. ¿De dónde sacó Orígenes esta idea? No de la Biblia sino de la filosofía gnóstica. Esto afectó su reputación durante siglos. Algunos católicos niegan esto, pero muchos historiadores notables, como Peter Brown y William Placher, continúan sin encontrar ninguna razón para concluir que la historia es falsa. Orígenes hasta pensó que la serpiente de Génesis había seducido sexualmente a Eva por lo que concluyó que la actividad sexual era errónea. Esto también explica porque se emasculó para hacerse eunuco. Sin embargo, Orígenes no fue el único en sostener esta idea derivada de la filosofía pagana de los griegos como Platón (y no de la Biblia) pues Ambrosio, mentor del filósofo Agustín de Hipona, también pensaba que el matrimonio era una carga irritante y que la abstinencia de ello era de mayor santidad y piedad. Agustín por su parte llegó a pensar que, si las parejas podían abstenerse de tener sexo estando casadas, ese era un mejor estado para acercarse más a Dios. Por tanto, no es de extrañar que estos “matrimonios espirituales” y ascetismo sexual sentara las bases para el celibato y el dogma católico de la virginidad perpetua de María.

         Obvia y convenientemente, los católicos prefieren rechazar la opinión de Tertuliano (160-220) la cual es más consistente con la Biblia (Lucas 2:22-23) y aceptar la del hereje Orígenes (232) quien opinó que ella había conservado su virginidad hasta el fin. 

Libre Albedrio Vs. Determinismo

Durante los primeros cuatros siglos de la historia de la iglesia ningún cristiano creía en la total inhabilidad o que la soberanía, elección o gracia significaban lo mismo que determinación ni que el hombre no tuviera libre albedrio. Al contrario, todos los Primeros Apologistas y Padres de la Iglesia como Ignacio de Antioquía, Justino Mártir, Atanasio de Alejandría, Clemente de Roma, Orígenes, Metodio y Eusebio (considerado como el padre de la Historia de la Iglesia) refutaron a los gnósticos y maniqueos por rechazar el libre albedrio. Por ejemplo, Ireneo de Lyon (discípulo de Policarpo) ya estaba refutando en su comentario de Romanos 9 (Contra los Herejes, Libro 4, Capítulo 39) la vieja interpretación que usan los calvinistas sobre la predestinación la cual vino primeramente del gnosticismo y maniqueísmo. Ireneo dijo que “El hombre posee libre albedrio y la facultad de tomar decisiones” (Irenaeus, Against Heresies, Book IV, Chapter XXXVII). Además, Atanasio de Alejandría también dijo que, "El Hijo de Dios vino al mundo a redimir a todos los hombres...sufriendo en su cuerpo en favor de todos los hombres."
            
        De hecho, hubo diferentes grupos gnósticos durante el primer y segundo siglo, entre ellos el marcionismo el cual negaba el libre albedrio y el cual fue empezado por Marción, el Hereje. Pero el más peligroso de todos fue el maniqueísmo fundado por el filósofo persa y líder religioso parto llamado Mani o Manes. El maniqueísmo fue una antigua religión nacida del cristianismo gnóstico, el budismo y el zoroastrismo. Llegó a alcanzar tanta difusión que el Acta Archelai (conocido también como el Libro de Hegemonio o La Disputa con Manes) cuenta que un obispo de Carchar llamado Arquelao tuvo que debatir públicamente contra Manes diciendo que Dios nos dio libre albedrio mientras que Manes tenía la posición gnóstica de que la carne es tan corrupta y depravada que no tenemos libre albedrio. Este Acta es el texto más antiguo y significativo contra el maniqueísmo lo cual estaba invadiendo la iglesia. Los jueces tomaron la decisión de favorecer a Arquelao y de estar en contra de Mani y de sus seguidores (maniqueos) los cuales consideraron como impostores. De hecho, la creencia de la iglesia primitiva es declarada en este debate diciendo que Dios creó a cada individuo con voluntad propia y con un sentido de libre albedrio para escoger entre guardar los mandamientos o desobedecerlos (Archelaus, Disputation With Manes 32, 33).

             Sin embargo, durante el siglo 16 tanto Juan Calvino como Martin Lutero (quien fue un monje agustino) estuvieron influenciados por los escritos del filósofo católico, Agustín de Hipona, quien aunque al principio defendió el libre albedrio contra los maniqueos en su tratado, De libero arbitrio voluntatis (El libre albedrio de la voluntad) luego lo negó durante su pleito con Pelagio por estar influenciado por la filosofía gnostica y maniquea. Entre los expertos en el maniqueismo que afirman esto se puede mencionar a Lyman Beecher (ministro presbiteriano y líder reformador social), Hans Jonas en su libro, "The Gnostic Religion” (Published by Beacon Press, p. 227), Walter Farquhar Hook (conocido por sus contemporáneos como el Dr. Hook y quien fue un eminente eclesiástico victoriano), Asa Mahan, el Dr. Wiggers, Wiliston Walker en su "Historia de la Iglesia Cristiana" e Isaac de Beausobre (eclesiástico protestante francés, ahora mejor conocido por su historia del maniqueísmo en dos volúmenes, Histoire Critique de Manichée et du Manichéisme). Como dijo W. F. Hook, “Los maniqueos rechazaron el libre albedrio para argumentar a favor de una necesidad fatalista del pecado”(W. F. Hook, A Church Dictionary, Published by John Murray, 1852 Edition, p. 279).  

              Hasta el mismo Calvino admitió que el término “libre albedrío” siempre estuvo en la boca de los Padres de la Iglesia pero prefirió oponerse a todos los Padres de antes de Agustín en este tema (John Calvin (Institutes of the Christian Religion, Volume One, Published by Calvin Translation Society, 1845 Edition, p. 308; An Equal Check to Pharsaism and Antinomianism by John Fletcher, Volume Two, p. 202, Published by Carlton & Porter; John Calvin, A Treatise on Predestination, Election, and Grace, Historical, Doctrinal, and Practical by Walter Arthur Copinger, Published by James Nisbet, 1889 Edition, p. 320 y Doctrine of the Will by Asa Mahan, p. 60, Published by Truth in Heart). Como dice Dave Hunt, "Calvino citó a Agustín de Hipona más de cuatrocientos veces en sus Instituciones" y llamandolo con titulos como el "hombre santo" y "santo padre". Esto fue admitido por el mismo Calvino en sus Instituciones sobre la Predestinación (Institutes, Book IIV, capítulo 22). Lo mismo se puede decir de Lutero.

            Esto también es admitido por teólogos calvinistas y no calvinistas como John Gibb, William Montgomery y John K. Ryan en su introducción a las “Confesiones de San Agustín”, La Enciclopedia de Religion y Ética, Harry Conn, David Engelsma, B.B. Warfield, Timothy George, R. Tudor Jones y Edwin H. Palmer (The Foundation of Augustinian-Calvinism, Ken Wilson, D. Phil y Alister E, McGrath, p.38, Historical Theology). Hasta el calvinista R.C. Sproul admitió, "El Agustinianismo es ahora llamado Calvinismo o Teología Reformada". Por tanto, nadie se vuelve calvinista leyendo solo la Biblia y el libre albedrio tampoco fue enseñado primeramente por Jacobo Arminio ni por Pelagio, sino que siempre fue una doctrina bíblica de la iglesia primitiva y de los Padres más tempranos de la Iglesia. Por eso el gnosticismo, maniqueísmo, luteranismo, agustinianismo y calvinismo tienen mucho en común pues enseñan lo mismo con respecto a la naturaleza humana y el libre albedrio, pero con diferentes nombres. En otras palabras, en vez de unirse a otras iglesias cristianas más puras y ya existentes como los anabaptistas, los reformados quisieron volver a su manera al cristianismo primitivo pero lo que hicieron fue volver a las herejías primitivas al quedarse corto con Agustín de Hipona y como resultado trajeron de vuelta la vieja doctrina del gnosticismo y maniqueísmo. 

              Como dice el erudito, Dr. Ken Wilson, "Las primeras influencias que tuvo Agustín de Hipona procedieron del estoicismo, el neoplatonismo y el maniqueísmo, y estas determinaron su teología final. Y en su fase posterior, interpretaba las Escrituras con su filtro determinista, volviendo a sacar del pozo de las interpretaciones maniqueas precristianas. La teología reformada moderna defiende sus posturas utilizando los mismos pasajes bíblicos claves que utilizaban los herejes maniqueos del cuarto y quinto siglo. Y fue Agustín el que las metió en el cristianismo. Numerosos eruditos citan estos pasajes bíblicos y citan a Agustín como su autoridad para validar sus interpretaciones calvinistas agustinianas. No se dan cuenta que estas interpretaciones de las Escrituras tienen su origen en el paganismo del estoicismo, neoplatonismo y maniqueísmo. Y que dichos orígenes les dan un carácter altamente determinista." (𝘒𝘦𝘯 𝘞𝘪𝘭𝘴𝘰𝘯, 𝘦𝘭 𝘧𝘶𝘯𝘥𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘥𝘦𝘭 𝘊𝘢𝘭𝘷𝘪𝘯𝘪𝘴𝘮𝘰 𝘢𝘨𝘶𝘴𝘵𝘪𝘯𝘪𝘢𝘯𝘰, 𝘱𝘢́𝘨𝘪𝘯𝘢 21). 

Sin olvidar que Agustín sostuvo otras herejías las cuales también eran completamente desconocidas para la iglesia primitiva como el bautismo infantil, la regeneración bautismal, el orar a los muertos, la persecución contra los “herejes”, el amilenialismo, la inmaculada concepción y virginidad perpetua de María. Pero ya luego de Agustín de Hipona y durante siglos nadie en la iglesia católica ni fuera de ella creía en este tipo de fatalismo. No fue hasta el siglo 16 que Juan Calvino (1509-1564) cayó víctima de los escritos filosóficos de Agustín y afirmó que eran la forma correcta de interpretar el verdadero evangelio de Cristo. En fin, la mentalidad fatalista o predestinación filosófica de los gnósticos que sostiene el calvinismo, pero disfrazada de “soberanía” solo demuestra que no hay nada nuevo debajo del sol y que todavía sigue tratando de infiltrarse en las iglesias cristianas como caballo de Troya con la teología agustiniana, luterana y calvinista.




6 thoughts on “¿Qué creían los Padres de la Iglesia?”
  1. ¿es cierto eso de que el universo esta muerto y por lo tanto es “casualidad” de que estemos vivos? eh visto muchos comentarios de dicha indole similar posteados por ateos y nihilistas “optimistas”

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