Las creencias filosóficas de Epicuro y su problema del mal

“Supongamos que Dios decreta que acabara con el mal a medianoche; ¿Quién de nosotros veria el amanecer?” – Norman Geisler

¿Quién fue realmente Epicuro y en qué creía?

           Epicuro también conocido como Epicuro de Samos, fue un filósofo griego y, fundador de la escuela que lleva su nombre (epicureísmo). Los aspectos más destacados de su doctrina son el hedonismo y el atomismo. La naturaleza, según Epicuro, está regida por el azar, entendido como ausencia de causalidad. Manifestó que los mitos religiosos amargan la vida de los hombres y que los placeres del espíritu son superiores a los del cuerpo, y que ambos deben satisfacerse con inteligencia, procurando llegar a un estado de bienestar corporal y espiritual al que llamaba ataraxia (ἀταραξία).

          No se sabe si Epicuro era realmente ateo pues se cree que tales acusaciones fueron simplemente calumnias por parte de algunos estoicos por sus premisas que regían su física y porque afirmaba que Dios (o los dioses) no interfieren en los asuntos humanos lo cual es algo parecido a lo que sostienen los deístas (Vea “Introducción al ateísmo” por Michael Martin, p.41). En palabras de Diógenes Laercio, quien transcribió importantes escritos de Epicuro: “Porque, desde luego, su piedad [de Epicuro] hacia los dioses y su amor a la patria son algo indecible. En efecto, por exceso de honestidad, se abstuvo de la política.” (Diógenes Laercio, X.10). De modo, que para sorpresa de la gente que comparte en redes la supuesta paradoja de Epicuro, es que ni en privado ni en público Epicuro “demostraba” la inexistencia de Dios o dioses.

Cristianismo Vs Epicureísmo

            De hecho, los argumentos de Epicuro son tan antiguos que cuando la iglesia primitiva estaba creciendo en el mundo greco-romano, los apóstoles como Pablo se encontraron con hombres que ya creían en el epicureísmo y, quienes se dedicaban a explicar el mundo de manera naturalista y evolucionaria (Vea Lucretius, (98 a.C), “Acerca de la Naturaleza de las Cosas” (On The Nature Of Things). En la Biblia se puede ver que los epicúreos y estoicos se opusieron contra Pablo porque no querían aceptar la idea de que un Dios sea el Creador de todas cosas sino que preferían creer que todo vino de una materia eterna y por el azar sin una intervención divina. Pablo refutó ese pensamiento materialista diciendo que el verdadero Dios no está limitado por la materia como los falsos dioses que creían los griegos pues el Dios de la Biblia es un Espíritu (Hechos 17:24,25 y Juan 4:24). En otras palabras, Pablo les muestra a los filósofos atenienses que el Dios inmaterial de los cristianos no es el mismo que los dioses físicos de los griegos que los epicúreos y algunos estoicos estaban acostumbrados a debatir o argumentar en contra.

            De hecho, muchos de los llamados “Padres de la Iglesia” como Teófilo, quien, de acuerdo con Eusebio, fue un obispo en Antioquía en 169 a.C, entrenado en literatura griega y convertido al cristianismo en su edad adulta, defendió esta fe cristiana en una apología, “A Autólico”, la cual contiene una extensa visión de la creación, y según algunos historiadores, fue ejemplo a otros padres. Con respecto a la visión griega de los orígenes, escribió, “Algunos estoicos niegan absolutamente la existencia de Dios…Otros dicen que todo ocurre espontáneamente, que el universo no fue creado y que la naturaleza es eterna…que Dios es simplemente la conciencia individual. Platón y sus seguidores dicen que la materia es tan antigua como Dios. Pero si Dios es eterno y la materia es eterna, entonces de acuerdo a los platonistas Dios no es el Creador del universo.” Teófilo concluye diciendo, “…El mundo no es eterno ni existe producción espontánea de todo, como Pitágoras y otros han balbuceado; por el contrario, el mundo es creado y providencialmente gobernado por Dios que creó todo. Y todo el período de tiempo y los años pueden ser demostrados a aquellos que desean aprender la verdad…El total de años desde la creación del mundo es de 5,698.”

           Luego Pablo explica el verdadero origen de la vida en el versículo 25 refutando la idea de Epicuro de que los átomos pueden unirse por sí solos para formar vida lo cual es científicamente imposible pues la vida solo puede venir de vida preexistente y no de materia muerta. Además, si los epicúreos empiezan con materia entonces ¿de dónde vino la materia? Pablo revela que Dios creó “todas las cosas” (v. 25) y que todas las personas vienen de una “sola sangre” y que ese primer ser viviente vino sobrenaturalmente del eterno Dios viviente quien lo creó. Estas explicaciones refutaron sus puntos de vistas naturalistas y evolucionistas estableciendo a Dios como el Creador especial del hombre y el universo. Después de todo, el argumento del ajuste fino, el Kalam y del teleológico refutan el modelo atomista de Demócrito, Epicuro y sus seguidores. La segunda ley de la termodinámica, la relatividad de Einstein, la expansión del universo, la ley de la causalidad aceptada tanto por el campo de la filosofía y la ciencia moderna, entre otras evidencias, también refutan la idea de que la vida haya surgido por el azar y que el universo es eterno.

            De hecho, antes de Epicuro ya habían otros filósofos como Leucipo (siglo V a. C..) y Demócrito (460-370 a.c.) quienes también sostenían creencias similares a las de Epicuro. Poco se sabe de Leucipo, pero las creencias de Demócrito han sido preservadas por medio de los escritos de Aristóteles (384-322 a. C.) y Diógenes Laercio (siglo III a.C.). Demócrito creyó que toda materia fue hecha de partículas indivisibles llamadas átomos. Para Demócrito, cada átomo era eterna y no podía ser creada ni destruida. Su idea del universo era enteramente materialista sin una guía ordenada, inteligente, divina, personal y sin Dios o dioses que controlen el destino de la humanidad. Epicuro refinió estas enseñanzas de Demócrito y expandió esta filosofía del átomo materialista en un argumento para un ateísmo práctico. Si nada creó los átomos y todo está hecho de átomos que se auto-organizaron, entonces cualquier discusión de un Dios o dioses se convierte en un sin sentido. En vista de Demócrito y después de Epicuro, los dioses paganos fueron también una colección de átomos. Por alguna razón la mayoría de los epicúreos vivían al estilo de vida hedonista (doctrina de la filosofía que considera al placer como la finalidad o el objetivo de la vida).

           En los versículos 29 al 30 Pablo reitera sus críticas al materialismo y la adoración a falsos dioses físicos hechos por el hombre sin mezclar su apología con las ideas evolucionistas de los epicúreos para luego terminar llamándolos al arrepentimiento y al evangelio de Cristo.  Pablo hace esto al confirmar la resurrección de Jesucristo la cual algunos se “burlaron” (v.32). Esto debió haber sido no sólo los paganos sino también los epicúreos quienes tampoco creían en una resurrección corporal. Creían que después de la muerte no había nada más. De hecho, en muchas tumbas griegas y romanas se han encontrado un epitafio epicúreo que dice, “No era. He sido. No soy. No me importa”.

Refutando el hedonismo de Epicuro

           Con respecto al hedonismo de Epicuro es interesante saber que el Libro de Eclesiastés trata sobre todo eso, es decir, de que el hedonismo no es la meta final sino “Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.” (Eclesiastés 12:13-14). El placer en sí no es malo, es un don de Dios. El placer está mal cuando la gente se envuelve en un falso amor, en un placer pecaminoso o cuando pone al placer por encima de Dios en vez de reconocer su lugar correcto (2 Timoteo 3:2-7). Hay una famosa frase que dice que “El que muere con más juguetes gana” pero dicha frase hedonista ignora que el que muere con más juguetes como quiera muere y que luego tendrá que enfrentarse al juicio de Dios (Hebreos 9:27). Jesús dijo una parábola acerca de un hombre que pasó toda su vida acumulando más y más riquezas y no tenía tiempo para Dios (Lucas 12:16-21).  Era rico en vida material, pero estaba en bancarrota en su vida espiritual. Por tanto, para todo el que viva por esa filosofía la muerte es la mayor de todas las tragedias.

Refutando el argumento del problema del mal de Epicuro

       Muchos ateos y agnósticos tampoco se cansan de repetir y usar el viejo argumento de la paradoja del mal de Epicuro la cual establece lo siguiente:

“¿Está Dios dispuesto a prevenir el mal, pero no puede?
Entonces, no es omnipotente.
¿Está dispuesto y no quiere?
Entonces, es malévolo.
¿Está dispuesto y quiere?
Entonces, ¿de dónde viene el mal?
¿No está dispuesto y tampoco quiere?
Entonces, ¿por qué llamarlo ‘Dios’?”

      Para empezar, lo de “no preocuparse por su creación” se podría usar para criticar el falso dios de los deístas quien no interactúa de ninguna manera con la humanidad. Pero tal parece que los ateos prefieren atacar al Dios cristiano con este argumento cuando es el único Dios que bajo del cielo para experimentar también el sufrimiento y salvar al hombre de sus pecados como prueba de que sí le interesamos. Además esta paradoja de Epicuro es un argumento emocional (no intelectual) que apela a un falso dilema ya que ignora el concepto del libre albedrío o ¿acaso hubiera sido mejor ser robots o marionetas, en vez de seres humanos y hacer siempre lo que nos ordenan? De ninguna manera, ya que el verdadero amor no obliga.

          En otras palabras, si Dios fuera detener cada mala acción que ocurre en el mundo entonces no existiría el libre albedrio porque entonces seriamos como una marioneta o una máquina programada, no para escoger libremente entre el bien y el mal sino para obedecer lo que otro quiere que hagamos y así no se puede amar a Dios con todo nuestro corazón, ni al prójimo como a nosotros mismos. Por tanto, el problema de pedir que Dios impida toda maldad que ocurre en la humanidad es pedir que quite nuestro  libre albedrio y por ende no nos estaría protegiendo sino mas bien quitando nuestra libertad de escoger de amar o no amar a Dios y a los demás.

              Otros ateos militantes también argumentan diciendo que “Si el mal existe, por tanto, o Dios es perverso, o Dios no existe” lo cual también es caer en una falacia non sequitur (no se sigue) ya que dicho sofisma no distingue entre el mal físico y el mal moral, y entre ser causa directa e indirecta. Sin olvidar que aun si el Dios de la Biblia fuera malo (cosa que no es) eso tampoco demostraría su inexistencia. Pero no solo eso, aunque con esta paradoja, los ateos creen que pueden concluir la inexistencia de Dios la realidad es que es al revés pues el mal no puede existir sin el bien y para que ambos existan tiene que haber una ley moral objetiva para poder diferenciar entre el bien y el mal. Por tanto, si se asume una ley moral y universal entonces debe haber un Dador de esa ley moral ya que sin este Legislador no habría bien o mal y por ende dicha paradoja no tendría sentido ya que sin Dios todo sería relativo cosa que han admitido hasta filósofos ateos y agnósticos como Sartre, Nietzsche y Camus.  En otras palabras, la moral es inconsistente con el ateísmo y un argumento a favor de la existencia de Dios.

          Tampoco es perverso pues tampoco creó el mal. Asumir tal cosa es falaz pues toda creación de Dios era perfecta hasta que entró el pecado en el mundo y todo se corrompió (incluyendo el cuerpo humano). Es por eso que ahora pecamos, nos enfermamos, envejecemos y morimos. Pero en el principio no era así. Por tanto, la Biblia nos enseña que después de la caída del hombre todo tiende al desorden y la corrupción (entropía) que es lo que precisamente  enseña la segunda ley de la termodinámica. Así que si nuestro cuerpo ya no es perfecto no es por culpa de Dios sino por culpa del hombre. Culpar a Dios sería como comprarse un auto nuevo y en perfectas condiciones pero luego no le das buen mantenimiento o lo chocas y tratas de echarle la culpa a la fábrica que lo hizo cuando en realidad usted fue el responsable del daño de ese carro.

           Y aunque Dios nos da libre albedrío para hacer el bien o el mal lo cual es respetar nuestra libertad de escoger hay que recordar que también nos hace responsables de nuestras propias acciones a traves de nuestra consciencia y su ley escrita (Romanos 2:14-16). Por tanto, toda mala obra que hagamos (como el abuso de los niños) será juzgada y castigada en su debido tiempo en esta vida (a través de la ley del hombre) y en la otra (infierno) (Vea Mateo 18:6; 2 Corintios 5:10 y Apocalipsis 20:11-13). El reconocido filósofo cristiano y profesor en la universidad de Notre Dame, Alvin Platinga, también explica esta pregunta de “¿Si un Dios bondadoso existe , por qué existe la maldad?” con su defensa del libre albedrio en el siguiente video:

https://www.youtube.com/watch?v=OT11A94MnOU   

        Además, el llamado problema del mal de Epicuro fue algo que Cristo mismo refutó en Mateo 13:24-30. La existencia del mal no fue sorpresa para ninguno de los primeros cristianos y Dios mismo explica en Génesis 3 el origen del mal y su finalidad en Apocalipsis 20. El mundo actual es una chatarrería. Pero la buena noticia es que Dios promete arreglarlo tal como era en el principio (Vea Romanos 8:21-23 y 2 Pedro 3:13) y destruir el mal tal como lo ha dicho en varias partes de las Escrituras. Pero en su debido tiempo, no en el tiempo o deseos de la humanidad. No según los epicúreos modernos (nuevos ateos) quienes quieren forzar a Dios con su capricho o falacia non sequitur de que si no lo hace ahora entonces es porque no existe. Dios no está sujeto al hombre sino el hombre a Dios. Después de todo, si Dios fuera eliminar la maldad, todos desapareceríamos pues el mal está dentro de nosotros y nadie es bueno sino sólo Dios. Sin olvidar de que si todos obedecieramos sus mandamientos (como amar a nuestros enemigos) no habría tanta maldad.

            En fin, este viejo argumento ya ha sido refutada por filósofos cristianos como Agustín de Hipona, Tomás de Aquino, Alvin Plantinga y renunciada por filósofos ateos modernos como John Mackie, William L Rowie y William P. Alston. Pero lamentablemente, todavía hay gente en pleno 2020 que no la quieren dejar morir por lo que la siguen repitiendo. Pero una mentira repetida mil veces no se convierte en una verdad, saludos.

 

 

https://www.youtube.com/watch?v=vUHod-VPQEo

https://www.youtube.com/watch?v=-BnQsV7aO1g

https://verdadyfe.com/2012/08/24/mal/

http://diarioelprisma.es/al-reves-de-lo-que-creen-los-ateos-la-existencia-del-mal-prueba-la-exitencia-de-dios-carlos-marmelada-iii

One thought on “Refutando a Epicuro y su argumento del problema del mal”
  1. Un filósofo llamado Epicuro hizo el siguiente argumento:
    “¿Está Dios dispuesto a prevenir el mal, pero no puede?
    Entonces, no es omnipotente.
    ¿Está dispuesto y no quiere?
    Entonces, es malévolo.
    ¿Está dispuesto y quiere?
    Entonces, ¿de dónde viene el mal?
    ¿No está dispuesto y tampoco quiere?
    Entonces, ¿por qué llamarlo ‘Dios’?”
    Más recientemente, los postulados de Epicuro suenan como: “Si Dios es bueno y todopoderoso, ¿por qué hay mal en el
    mundo?”
    A esta pregunta y/o premisas se le conoce en la Teología como “El Problema del Mal.” Esta es una de las principales preguntas que tienen los escépticos y una de las primordiales armas que utiliza el ateo en contra del Cristianismo.
    Antes de comenzar, quiero hacer la distinción entre dos tipos de mal:
    El problema intelectual del mal trata con dar explicaciones razonables de la coexistencia de Dios y el mal.
    El problema emocional del mal trata con consolar a aquellos que están en medio del sufrimiento y disolver la apatía emocional que la gente le tiene a un Dios que permite tal mal.
    La distinción es importante porque la solución al Problema Intelectual del Mal sería seca, desconsolante e indiferente a alguien que está atravesando por un sufrimiento. De la misma manera, la solución al Problema Emocional del Mal sería considerada
    superficial y carente para alguien que cuestiona el problema de forma abstracta.
    El Problema Intelectual del Mal tiene más que ver con filosofía. El Problema Emocional del Mal tiende más hacia la consejería.
    Ahora bien, en esta entrada estaré tocando solamente el tema del Problema Intelectual del Mal.
    El Problema Intelectual del Mal
    El propósito de este argumento es demostrar que es lógicamente imposible que ambos Dios y el mal – coexistan. Son lógicamente incompatibles. Si uno existe, el otro no puede existir.
    El argumento se plasma de la siguiente manera:
    El Mal Existe.
    Dios, que es todopoderoso y omnibenevolente, existe.
    Pero, un Dios todopoderoso podría crear un mundo sin mal
    Y un Dios omnibenevolente (enteramente bueno) quisiera un mundo sin mal.
    Por lo tanto, Dios no existe.
    Aquí las premisas que son aparentemente contradictorias son la (1) y la (2).
    Interesantemente, tal y como está, las premisas (1) y (2) no son lógicamente consistentes. ¿Por qué necesariamente son contradictorias? En este punto, el objetor al Cristianismo debe proveer razonamiento y prueba demostrando que si (1) es cierto, (2) no puede ser cierto o vice versa.
    Lo más cercano que he encontrado como respuesta a esta responsabilidad de prueba que tiene el objetor del Cristianismo es la premisa (3), que dice que Dios puede “crear un mundo sin mal,” donde todos solamente pudiésemos escoger hacer el bien.”
    La realidad es que no.
    La respuesta presume que la omnipotencia de Dios puede aquello que es lógicamente imposible. ¿Cuál es esta imposibilidad?
    Crear un mundo donde personas sean libres para escoger solamente el bien. Si sólo hay una opción, ¿cómo es que somos “libres para escoger”? Esta “solución” es contradictoria y sería problemática, ya que eliminar la libertad de escoger, eliminaría la posibilidad de amar – por ejemplo. Así que, si Dios permite la libertad de escoger (libre albedrío), es imposible que Dios pueda garantizar cuáles serían esas elecciones.
    En pocas palabras: Dios es responsable por el hecho de la libertad de escoger, pero el ser humano es responsable por sus elecciones. Dios hizo la maldad posible, el ser humano la hizo real.
    ¿Por qué hizo la maldad posible? Porque si no, no fuésemos libres: sin voluntad propia, sin emociones y sin amor. Por ejemplo, mi hija tiene una muñeca que, cuando se aprieta, dice “¡Te amo!” Si mi hija no la aprieta, la muñeca dice y hace nada. Esa muñeca, ¿ama a mi hija? ¡Claro que no! ¿Por qué? Porque la muñeca efectivamente deja de existir cuando mi hija no está – es
    decir, como la muñeca no es libre, está limitada a lo que mi hija haga con ella.
    En un mundo donde no fuésemos libres para escoger entre el mal y el bien libremente, la vida perdería su sentido, porque, para destruir el mal, habría que destruir la libertad. Por lo tanto, destruir el mal sería algo malo. Por supuesto, es lógicamente posible ser libre para escoger el mal, pero siempre escoger el bien. Esto le pasó a Adán, antes de la caída. Jesús vivió su vida así. Sin embargo, el hecho de que sea lógicamente posible no significa que se convierte en una
    realidad.
    Nuestra débil capacidad de escoger el bien está vinculada con nuestro pecado. Siempre que se escoge egoístamente hay quienes se afectan, por menos que te importe. Hacer el bien cuesta a veces más de lo que estamos dispuestos a dar.
    Por lo tanto, no es lógicamente inconcebible que personas que escogen hacer el mal se encuentren consecuencias de sufrimiento y dolor a otras personas que, tal vez, no tuvieron nada que ver. Dios no es el culpable, somos nosotros.
    Pero, ¿por qué Dios permite? Porque sería ir en contra de algo que Él mismo estableció: el libre albedrío. Dios no puede negarse a sí mismo.
    Es por esta razón que Dios no puso la esperanza para enfrentar las consecuencias del mal en seres imperfectos como nosotros. Familiarizado con el dolor y el sufrimiento, Dios puso esta esperanza en Su Hijo.
    Por la victoria de Jesús sobre la muerte y el sufrimiento es que sabemos que el mal no durará para siempre; no importando que uno sienta que no tiene fin.
    Por último, el problema planteado por Epicuro desaparece cuando contestamos la pregunta clave: “Entonces, ¿de dónde viene
    el mal?”
    De nosotros mismos.
    Dios te deja utilizar el libre albedrío como gustes. El ejercer tu libre albedrío no es lo que te lleva al infierno, es lo que hagas con él. Leí algo que me interesó. No me acuerdo quién lo escribió, pero dice que Dios es tan bueno con nosotros, que si escogemos no servirle y adorarle (como en la pregunta , Dios no nos obliga a estar con Él. Para la persona que no quiere
    amar a Dios, estar en el Cielo sería un infierno.
    Escogemos alejarnos de Dios. Lo hacemos porque Él fue lo suficientemente bueno como para darnos esa libertad. Eliminar esta libertad, eliminaría la posibilidad de amar – porque el amor es una decisión. Por lo tanto, el libre albedrío nos provoca amarlo más intensamente… pero significa que existe la posibilidad de odiarlo con más fuerza también.

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