¿Qué edad tendremos en el cielo?

           Todo cristiano sabe que el hombre tiene alma desde el momento de la concepción, es decir, desde el momento que empieza a existir la vida humana (Génesis 2:7).Cada uno de nosotros está “estampado” a la imagen de Dios por medio de nuestra ascendencia cuando llegamos a la existencia física. Por tanto, los padres aportan lo genético pero no transmiten a sus hijos el alma sino que es creada e infundida directamente por Dios. Dicho esto, surge una pregunta, puesto que todos los niños que mueran después o antes de nacer van al Cielo (pues no tienen la suficiente madurez para entender la diferencia entre el concepto del bien y el mal) ¿tendrán automáticamente cuerpos completamente maduros o simplemente crecerán allí? (2 Samuel 12:23 y Mateo 19:14).                   

        Aunque la Biblia no dice qué edad tendremos en el Cielo creo que tiene más sentido inferir que todos seremos adultos y quizás de la misma edad de Jesús puesto que 1 Juan 3:2 dice que “seremos semejantes a él” (Vea 1 Corinthians 15:49). Después de todo, si Dios mismo creó a Adán y Eva quienes solo tenían un día de vida (creado en el sexto día de la semana de la creación) con un cuerpo maduro (probablemente con apariencia de 30 a 33 años pues Adán era un tipo de Cristo según 1 Corintios 15:45 y Romanos 5:14) y con inteligencia (conocimientos) creo que hará lo mismo con todos los que han muerto en el Señor.

      Como explicaba Tomás de Aquino, “En cuanto a la edad, todos resucitarán en la edad perfecta, o sea, de 33 o 32 años. La razón de ello es que los que no llegaron allá no tienen la edad perfecta y los ancianos ya lo pasaron lo cual a los jóvenes y niños se les agregará los que les falta y a los ancianos se les restituye según Efesios 4:13.” (Tomás de Aquino, Artículo 11 del Credo Apostólico, “La Resurrección de la Carne”). Históricamente, esto también lo creía otros grandes teólogos y filósofos cristianos del pasado como Agustín de Hipona quien dijo en su obra, Ciudad de Dios, que en la resurrección tendremos la apariencia como de 30 años, la edad que Cristo tuvo. En otras palabras, el hombre que haya muerto a los 91 y el infante que murió en un aborto tendrá un cuerpo completamente maduro, transformado, inteligente, inpecable e inmortal. Por tanto, no habrá personas con apariencia de bebés, niños o envejecientes en el Cielo sino que todos tendremos aproximádamente entre 30 a 33 años, la edad que Jesús era y es ahora por eternidad.  

        Objeciones

 “Pero ¿no suena injusto que un bebé muerto no pueda vivir las etapas de desarrollo humano y disfrutar la infancia que nunca tuvo ya sea en el Cielo o en la nueva tierra?”  

         Algunos creyentes como el apologista católico, Peter Kreeft, cree que tales infantes y niños que murieron en una temprana edad no perderán ninguna etapa de desarrollo humano porque eso sería injusto. Sin embargo, estos olvidan que Adán y Eva tampoco tuvieron infancia debido a que fueron creados en forma de hombre y mujer y que lo importante es estar con el Señor el cual es nuestro mayor gozo y en quien estamos completos (Colosenses 2:10).  

“¿Pero no es alma y el cuerpo la misma sustancia (hilomorfismo) y por ende tendremos en el Cielo la edad que según el cuerpo haya tenido en la tierra?”

        Este tipo de creencia filosófica viene de Aristóteles sin embargo no es compatible con las Sagradas Escrituras las cuales enseñan que un Espiritu puede existir independientemente del cuerpo. Dios y los ángeles por ejemplo son espíritus sin cuerpos por ende ambas sustancias son distintos. En Apocalipsis 6:9-10 también vemos las almas de los mártires quienes no tenían sus cuerpos pero hablaban con el Señor como adultos y con inteligencia. En otras palabras, sus almas no estaban inactivas, durmiendo o muertas. Lo mismo vemos con Pablo en 2 Corintios 12:3-5. Por tanto, recordemos que no tenemos un alma sino que somos un alma en un cuerpo físico (sustancia de dualismo).

“Los bebés no van a ningun Cielo sino que duermen hasta el día de la resurrección”

      No según Jesús y David (Vea 2 Samuel 12:23 y Mateo 19:14). La historia del rico y el mendigo Lázaro también demuestra que hay vida después de la muerte y que el alma no se queda inactivo o durmiendo (como el cuepo físico) hasta la resurrección de los muertos (Lucas 16:19-31).

“¿Pero no enseña Isaías 11 y 65 que habrá niños en el cielo nuevo y tierra nueva y que por ende serán criados por sus padres creyentes quienes no tuvieron la oportunidad de hacerlo en la vieja tierra?”

             Sin embargo, Marcos 12:25, Mateo 22:30 y Lucas 20:34-36 parece contradecir esta idea pues enseña que en la resurrección seremos como los ángeles que no se casan lo cual descarta la posibilidad de tener familias terrenales. Por tanto, solo habrá una familia, una celestial ya que nadie será criado en el Cielo por padres o madres humanos sino que todos tendremos unos cuerpos y mente lo suficiente maduro para no depende de ningún ser humano sino solo del Señor. Además, tales pasajes de Isaías parecen referirse durante el tiempo milenario y antes que Dios crea nuevos cielos y nueva tierra. Además, no tiene sentido que un bebé o niño que murió hace varias decadas o siglos atras necesite un padre y una madre terrenal que lo críe en el futuro. No solo eso, ¿y qué hay de aquellos cuyos padres no fueron salvos? ¿No se supone que después de tanto tiempo ya esten lo suficiente grande y que Alguien ya se hizo cargo de ellos en el Cielo pues Dios no deja a nadie huérfano y desamparado? (Vea Salmo 27:10; Isaías 49:15-16; Salmo 68:6 y Juan 14:18). Por tanto, creo que la explicación más razonable es que en el Cielo ya están en buenas manos, es decir, con un Dios quien no solo es más amoroso que cualquier padre o madre humano sino que tiene el poder de volverlos adultos y dependientes solo de Dios. Esta es otra razón por la que no habrá más lágrimas (ni siquiera de bebés ni de niños) en el Cielo (Apocalipsis 21:4).

      En fin, la pregunta de cuántos años tendremos cuando estemos en el Cielo es irrelevante para aquellos que no han nacido de nuevo puesto que según las palabras de Jesús ni siquiera verán el reino de Dios (Juan 3). Primero tienen que arrepentirse de sus pecados y aceptar a Jesucristo por fe como el Señor y Salvador para vida eterna (Marcos 1:15).