¿Es inmoral la Pena de Muerte?

“La muerte es un castigo para algunos, para otros un regalo, y para muchos un favor” – Séneca     

La pena de muerte, pena capital o ejecución consiste en provocar la muerte a un condenado por parte del Estado, como castigo por cometer un delito establecido en la legislación. Antes de Cristo en las culturas del Antiguo Oriente el derecho a la pena de muerte casi no se discute. Esta pena también se admitía en los códigos judío, griego y romano.  A lo largo de los siglos, filósofos y pensadores justificaron su utilización. Por ejemplo, Aristóteles y Platón (Las Leyes) en Grecia. Y más tarde, en Roma, Séneca.

Históricamente, en nuestra civilización occidental, la iglesia siempre apoyó la pena capital, incluyendo muchos de sus primeros y grandes filósofos cristianos tales como Clemente de Alejandría [Stromata, I, 27 (PG VIII, 919)] y Tomás de Aquino [Summa Theologica II-II, q. 64, a. 2.] quienes justificaban el sistema penal con argumentos racionales. Por otro lado, Agustín de Hipona aceptó la pena de muerte como derecho del Estado, pero al mismo tiempo bregó por una humanización de las penas, por una cierta superación de la necesidad de la sociedad de recurrir a la pena capital. Lícita en principio, pero más bien de excluir a la hora de la praxis (San Agustín, Su Perfil Político, José Juan García, p.134-139).

     A partir del siglo XVIII, serán también partidarios de la pena de muerte, entre otros, los filósofos Montesquieu (1689-1755), Emmanuel Kant (1724-1804), Hegel (1770-1831), Jaime Balmes (1810-1848) y Rousseau (1712-1778). Sin embargo, durante el siglo XX, los defensores de la pena de muerte empezaron a volverse una minoría y algunos hasta celebran el día mundial contra la pena de muerte el 10 de octubre. ¿Pero existen buenas razones para apoyar la pena de muerte? Veamos. En muchos países ha sido abolido la pena de muerte. En Puerto Rico por ejemplo se dejó de aplicar la pena capital desde 1929. ¿Y cómo le ha ido? Terrible. El ciudadano decente ha tenido que estar confinado tras la rejas de su casa porque teme salir a caminar de noche porque los criminales se creen dueños de la calle.

No solo eso, organizaciones como la Ley de Extradiciones exigen a los estados que no aplique pena de muerte a los que cometen delitos capitales sino que los trasladen a Puerto Rico como el caso de Ronald Calder, un ciudadano de Iowa que fue acusado de asesinato y tentativa por arrollar, tras un altercado, a un hombre y a su esposa embarazada. El periódico, El Nuevo Día, informó que: “El curso de acción propuesto por el foro de instancia, convertirá a Puerto Rico en el paraíso de los más serios delincuentes de otros estados; quienes, ante la posibilidad de enfrentar en su estado la pena de muerte, comenzarán su peregrinaje hacia nuestras playas en busqueda de su santuario. Aquí les habremos inmunizado contra el procedimiento penal”, dijo el Tribunal Supremo (El Nuevo Día, 6 de marzo de 2006, p.32).

Por tanto, ¿qué método podría proteger a una sociedad como la nuestra de la criminalidad y para ayudar a reducirlo? Muchos sugieren que para proteger a la sociedad de los criminales no es necesaria la pena de muerte porque hay otros medios eficaces para conseguir esa defensa. Pero ¿cuáles? Unos recomiendan la activación de la Guardia Nacional. Pero otros se oponen como el mismo superintendente de la policía, Pedro Toledo, diciendo que es costoso e innecesario. Otros recomiendan sentenciar a la persona a cadena perpetua. Pero ¿y qué hay de los que están dentro de las cárceles? No solo me refiero a los confinados sino también a los guardias penales. Los podrán encerrar para siempre pero eso no significa que no van seguir matando tanto dentro como fuera de la cárcel. Como fue el caso de Clarence Ray Alien, un hombre condenado en el Estado de California por or­denar el asesinato de tres per­sonas cuando estaba preso por otro asesinato.

Por último, otro medio que sugieren es la incrementación de policías. Sin embargo, “Puerto Rico tiene de las tasas de policías más altas del mundo y todavía hay gente diciendo que necesitamos más policías. Eso sería convertir esto en un estado policíaco.” dijo Salvador Santiago Negrón, presidente de Coprevi. Después de todo, vivimos en una época donde las pizzas llegan primero a la casa que la policía. Por tanto, parece que nada de lo que sugiere los opositores de la pena de muerte funciona.

Entonces, ¿cuál es la respuesta y la verdadera solución para este problema? Bueno, ¿qué tal si acudimos a la Biblia para ver qué Dios nos recomienda para acabar con la violencia nuestra de cada día? ¿Y cuál es el consejo de Dios? Dios no solo aprueba la ejecución oficial del que ha sido culpable por un crimen capital sino que también promete bendecir a la nación que obedece Su mandamiento diciendo: “y te irá bien” (Deuteronomio 19:11-13; Génesis 9:6 y Levítico 24:17). La implicación también aquí es que la nación o el estado que no obedece Su mandamiento “no te irá bien con ellos” (Eclesiástes 8:11 y Proverbios 21:7). Como dice el presentador judío y escritor de un programa de radio conservador estadounidense, Dennis Prager, “Los oponentes a la pena capital argumentan que el estado no tiene derecho a quitar la vida de un asesino. Aparentemente, un hecho que estos abolicionistas olvidan o pasan por alto es que el estado está actuando no sólo a favor de la sociedad, pero también en favor del asesinado y por la familia de la persona asesinada.”

Objeciones

“La pena de muerte es un castigo cruel, inusual, barbarie y para culturas atrasadas

Eso seria decir que Dios estuvo equivocado por hacer de la pena capital una validez suprema desde el mismo día que instituyó el gobierno civil y para una civilización ordenada y progresiva (Deuteronomio 19:11-13; Génesis 9:6 y Levítico 24:17). Por tanto, nuestro sistema de justica debería estar basada en la Escritura, no en la cultura. En cambio, hay muchos casos como el del Estado de Oklahoma, la Fiscalía acu­só de asesinato y pidió la pena de muerte para Kevin Ray Underwood porque torturó, asesinó y luego violó el cadáver de una niña de 10 años con la aparente inten­ción de comer su carne. El hombre por cierto ya había elegido a otras vícti­mas potenciales (El Nuevo Día, 17 de abril de 2006). Eso sí es cruel e inusual. Pero más cruel es cuando víctimas inocentes como esta pequeña son asesinadas y aquellos que cometen dichos crímenes no reciben un serio castigo por sus actos porque la “justicia” como la del Colegio de Abogados y Amnistía Internacional solo sería de un lado, para el criminal y no para la persona que ha sido asesinada.

¿Acaso no es trabajo del estado proteger y defender al más débil? (Vea Salmo 82:1-4). De igual modo, Joseph Lawton de Belle Glade, Florida, hermano de un policía asesinado, acusó a la corte de proteger a la gente que comete delitos capitales diciendo, “Me entristece ver que los criminales adquieren más justicia que cualquier otro”. No, la pena capital no es una barbarie sino el más sano gesto de que un gobierno civilizado que respeta la vida humana y que no tolera el acto barbarie de quitar la vida inocente. Cuando alguien toma de manera fría y calculadora la vida de otra persona no hay otra acción razonable, correcta y sana para la sociedad que referirse al castigo capital como la consecuencia de dicho crimen. Mostrar misericordia a un vil asesino es realmente una crueldad para la humanidad porque si el hombre no ejecuta las leyes de Dios y deja libre al criminal es crueldad para la humanidad porque tiene el potencial de matarlo a usted, a mi y nuestros familiares (Proverbios 28:4-5).

Ademas ¿quién dijo que en los paises más desarrollados y primermundistas del mundo no existe la pena capital? En países como el mío existe una pena de muerte ilegalizada en que se aplica para el inocente y no para el criminal y que se efectua casi todos los días en cada municipio. De hecho, estamos viviendo en una época en la que los delincuentes tienen más derechos que las víctimas y en las que si un policia dispara a un criminal cae preso el policia. ¿A eso le llaman una “cultura civilizada”? Muchos han dejado de ser policias por estas mismas razones. La razón obvia por la cual todavía necesitamos la pena de muerte es porque el ser humano no ha cambiado y aunque se ha tratado de todo los asesinatos siguen en aumento. Basta con ver la primera plana de los periódicos para ver que el homicidio ya se ha convertido en la violencia nuestra de cada día y la pena de muerte es la única forma de reducirla.

Pero en los países con pena de muerte hay la misma o más criminalidad. USA tiene la pena de muerte en muchos estados ¡Y sin embargo tiene una tasa de criminalidad de las más altas del mundo! De hecho, si lo que dices fuera cierto, Texas sería el lugar más seguro del mundo para vivir pues allá existe la pena de muerte; y sin embargo presenta niveles de delitos cuatro veces mayor que España o Francia.”

En primer lugar, Texas no está entre los estados más peligrosos de EEUU sino mas bien Nuevo Mexico, Illinois y Alaska donde no existe la pena de muerte. Mientras que en nuestra pequeña isla de Puerto Rico desde que fue abolida la pena de muerte en 1929 tampoco le ha ido muy bien pues se ha convertido en uno de los países más violentos del mundo. ¿Y cuántos presos por homicidio hay en las cárceles de Puerto Rico? Bastante. Por ejemplo, el periódico del país (El Nuevo Día) reportó que la isla está siendo asediada por una ola de violencia que cobró 42 vidas en los primeros 12 días del 2007 y cada vez va en aumento. Estos números de asesinatos es tres veces mayor que el de civiles que han perdido sus vidas en las calles de Iraq en ese mismo periodo. Allá hay un conflicto militar, aca una guerra civil en la que ni los mismos turistas se salvan.

Y segundo, Estados Unidos no anda dando “pena de muerte” como si fuera un dulce o porque alguien se robó un chicle. Muchos estudios y gráficas muestran que basandose en el principio de la proporcionalidad es que hoy día guardan el castigo máximo para una cantidad de delitos extremadamente reducido. Por lo menos en EEUU la pena capital está muy limitada. Cuando los demócratas liberales y progresistas del 60 y 70 quitaron la pena de muerte en algunos estados de la nación americana fue precisamente en esos años que el asesinato en Estados Unidos literalmente se triplicó. Por tanto, la razón por la que hay estados con pena de muerte pero con alto nivel de criminalidad tiene su explicación en que tales castigos son muy raros. En otras palabras, mientras menos son las ejecuciones más son los homicidios.

“Volver a establecer la pena de muerte no eliminará actos criminales como el homicidio”

Es cierto que la criminalidad no se detiene matando al criminal pero ciertamente la reduce. Mientras que el no hacerlo aumentaría el crimen (Eclesiástes 8:11 y Proverbios 21:7). Prueba de ello es Puerto Rico que desde que abolieron la pena capital la isla sigue siendo asediada por una ola imparable de violencia. Más patrullas, más chalecos antibalas, más vigilancia, más educación, más tratamientos, más cárceles, más derechos y más ayuda psicológica es lo que se ha venido haciendo y obviamente no ha dado resultados.

En cambio, la pena de muerte da mejores resultados no solo porque es un mandato de Dios para bendecir la nación que lo obedece sino porque la pena de muerte salva vidas porque nos asegura que el criminal no volverá a matar. Además, es la solución más económica para eliminar los peligros de la sociedad y sirve para que aquellos que atentan contra la vida de otros lo piensen dos veces pues nuestro fracaso en administrar la pena de muerte ha motivado a individuos a cometer crímenes mayores y esto es algo que los mismos delincuentes reconocen. En un artículo en donde se informaba que un bandido de Brooklyn se encontraba en un banco amenazando a los siete rehénes que tenía secuestrados por 11 horas el delincuente dijo lo siguiente: “Dispararé a todo el mundo en el banco. La Suprema Corte me lo dejará pasar. Aquí no existe pena de muerte. Esto es ridículo. Puedo matar a todo el mundo aquí, después arrojar mi arma y caminar afuera y no podrán ponerme en la silla eléctrica. Tienen que tener pena de muerte sino esto puede ocurrir todos los días.” (San Francisco Chronicle, 11 de agosto del 1972).

El solo hecho de que si se puede probar que el asesinato de una vida inocente ha sido prevenido porque el criminal sabe que pagará con su vida (lo cual ha ocurrido) entonces por supuesto que la pena de muerte puede reducir la incidencia criminal en nuestro país. Para dar un ejemplo, en el Oakland Tribune apareció una carta escrita para el gobernador Ronald Reagan de la Sra. Wanda Kuczynsiki en la que escribió: “…usted salvó la vida de mi esposo el pasado domingo cuando un bandido lo derribó al suelo, se sentó sobre él y alzando su cuchillo en lo alto dijo: “Te voy a matar”. Mi esposo, mientras luchaba para detener su mano le respondió: “Me podrás matar pero si lo haces vas a ir a la cámara de gas. ¿Te gustaria ir a la cámara de gas letal?” La mano que sujetaba el cuchillo tembló y aunque la lucha continuó por el revolver y el dinero la cuchilla fue puesta abajo. Luego llegó la policia y arrestaron al hombre y a sus acompañantes. Cuando mi esposo se levantó me dijo: “El gobernador salvó mi vida” Es la vida de un hombre bueno y honesto que trabaja duro para vivir. Una vida que vale la pena salvar. Lo mejor que nos ha ocurrido es cuando usted se convirtió en nuestro gobernador. Te doy gracias con todo mi corazón y oro para que el Señor lo bendiga”.

Por algo el mismo Dios (quien sabe todas las cosas) lo instituyó pues ¿acaso la disciplina no detiene a su niño de mentir y robar, etc? ¿Acaso una multa no mantiene a su prójimo de pasar la velocidad de una señal en su carretera? ¿Acaso la amenaza de pasar una estadía en la cárcel  por un buen tiempo no evita a algunas personas de cometer fraude o delincuencia? ¿Acaso el miedo de ser arrestado no detiene a algunas personas de realizar robo de autos? Ciertamente. Bueno, pues si esa es la respuesta obvia a estas preguntas entonces siguiendo esa misma línea, ¿acaso la pena capital no desalentará a mucha gente de cometer homicidio?

Por tanto, la pena capital es necesaria porque sirve de escarmiento y freno a futuros criminales. Si una persona sabe que pondrá en peligro su vida si mata a alguien habrá mucho menos violencia porque entonces lo pensará dos veces antes de privar la vida de un ser humano.  De hecho, detiene permanentemente a la persona que es ejecutada pues nunca más volverá a quitar la vida de otra persona inocente. Por tanto, el que diga que la pena capital no reduce la incidencia criminal no solo contradice los hechos sino las claras declaraciones del mismo Dios (Romanos 13; Deuteronomio 19:11-13 y Eclesiastés 8:11).

¿Pero matar está expresamente prohibido en el sexto mandamiento de Dios? Por tanto, ¿no sería de esperarse que los cristianos nos opusiéramos a la Pena de Muerte?

         Los sentimentalistas posmodernos de nuestros días tratan de igualar la pena capital o el matar en defensa propia con el homicidio diciendo que es una violación al sexto mandamiento: “No matarás” (Éxodo 20:13). Partiendo de la manera en la que interpretan este versículo, uno inmediatamente concluiría que este mandamiento prohíbe matar en todos los casos. ¡Pero no es así! Si el mandamiento “No matarás” incluye la pena de muerte entonces Moisés se contradijo así mismo pues en el próximo capítulo del mismo libro dice: “El que hiriere a alguno, haciéndole así morir, él morirá.” (Éxodo 21:12). 

        De hecho, la palabra hebrea traducida “matar” en el sexto mandamiento es “rasah” que significa “asesinar”, es decir, “matar”, pero hacerlo intencionalmente, con malicia y hasta con alevosía y por eso algunas versiones como La Nueva Versión Internacional, The Living Bible (Versión Católica), La Biblia Parafraseada, La Biblia Amplificada y La Biblia New Standard Version dicen, “No asesinarás”. Por tanto, no toda matanza es asesinato. Matar en defensa propia, por ejemplo, no es una violación a la ley de Dios, ni a ley del hombre. ¿Qué mejor ejemplo que el de David y Goliat? Si toda matanza fuera pecado entonces los países no se podrían defender en la guerra contra sus agresores. Entonces estaría mal para un estado o una ciudad tener fuerzas policíacas. Ninguno tendría el derecho de defenderse asimismo contra la violencia de alguien que atenta contra su vida. Así que, una vez establecimos que el Sexto Mandamiento no dice que “no debemos matar”, sino que “no debemos asesinar”, debemos tener clara la noción de que cuando una sociedad decide aplicar la Pena de Muerte a un criminal, no se está “matando” a un inocente, sino a un culpable.

“¿Y qué hay del riesgo de equivocación? No es rectificable en caso de error y existe una elevada posibilidad de decenas de casos que personas sentenciadas a muerte eran inocentes. ¿Queremos seguir corriendo ese riesgo?”

Si se refieren a países islámicos estaría de acuerdo. Pero si se refieren a países de la civilización occidental como Estados Unidos donde la pena de muerte son raros y muy limitadas entonces definitivamente esa “elevada posibilidad de errores judiciales” es una exageración. Solo un par de casos son mencionados. De hecho, el portavoz de la Casa Blanca, Scout McClellan, quien es partidario de la pena de muerte al igual que el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, afirmó que es importante que la pena capital “se administre con imparcialidad, rápidamente y con seguridad”, añadiendo que el Presidente estimuló un mayor uso de las pruebas de ADN para evitar condenas erróneas. (El Nuevo Día, 3 de diciembre de 2005). Como dijo un gobernador del estado de Illinois: “…un hombre honesto no puede permitir que ocurra una ejecución sin antes haber comprobado que todos los recursos legales se han agotado en pos de probar la culpabilidad o inocencia del acusado más allá de toda duda.”

    Por tanto, la pena de muerte solo se debería implementar a una persona si hay suficiente evidencia que demuestran que es culpable como videos o pruebas de ADN. Sin embargo, si por errores de equivocación no debería existir la pena capital entonces siguiendo esa misma lógica tampoco deberíamos tener cárceles pues también se cometen errores encerrando gente inocente que son abusadas, ultrajadas, humilladas y asesinadas por otro confinado para luego enterarnos de que el acusado no era culpable. Además, tampoco es que algunos países anden dando “pena de muerte” como si fuera un dulce o porque alguien se robo un chicle. La pena de muerte es un castigo dependiendo de la magnitud del delito.

El punto es que el sistema de justicia, al ser manejado por seres humanos, no es ni puede ser perfecto. Se cometen errores y se seguirán cometiendo pero eso NO debe ser razón para eliminar las cárceles, ni la pena de muerte. Hay que recordar que el hecho de que el sistema no sea perfecto eso no significa que deberíamos abolir la pena capital pues fue Dios mismo el que le dio al hombre el poder de la vida y la muerte cuando le dijo a Noé: “El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre.” (Génesis 9:6). Sin duda, los israelitas estaban pasando por la misma situación cuando tenían que tomar la determinación de culpa sobre cualquier asesino traído ante ellos. Sin embargo Dios no abolió la pena capital por esa razón (Deuteronomio 17:6,7,12,13). Además, no estamos hablando de inocentes sino de VILES CRIMINALES.

“¿Acaso piensas que con matar el asesino van a resucitar a la víctima o borrar el daño que crearon?”

        Nuestros opositores también afirman que aplicando la pena de muerte al homicida no es útil, pues no se restablece el orden violado, ni compensa a la propia víctima ni a sus familiares, sino que se le quita al asesino. Sin embargo, el ponerlo tras las rejas tampoco devuelve la vida a la víctima sino que como hemos visto pone en peligro la vida de otros que están dentro como de los que están fuera de la cárcel. Además, estamos hablando de la pena de muerte instituida por las leyes del gobierno y no por los familiares de cada víctima. Tampoco estamos hablando de tomar la justicia en nuestras propias manos. Eso le compete a las autoridades. Si un criminal asesina un ser querido y es condenado a muerte, eso no lo traerá de vuelta sino que solo sirve para que otra familia no le ocurra la misma desgracia y para que sirva de ejemplo a otros posibles delincuentes de que esas acciones se castigan.

¿Acaso has experimentado por casualidad el peso mental que ejerce sobre la conciencia cuando tu has cometido un mal y te meten en una carcel que tiene mal ambiente? ¿Has estado en la cárcel para vivir el remordimiento? ¿Y si con el tiempo te arrepientes? Para opinar sobre la pena de muerte debes ponerte “en la piel del condenado” e imaginarte que eres tú (ama a tu prójimo como a ti mismo)

Este argumento no solo apela a la emoción sino que también suena parecido a la falacia o identidad política que usan muy a menudo las feministas que dice, “Si no tenés útero, no puedes hablar en contra del aborto”. Nunca he pasado un pasadía en la cárcel porque gracias a Dios tengo buen testimonio. Pero si un creyente o un no cristiano estuvieron alguna vez en prisión por un delito que cometieron entonces espero que hayan aprendido la lección y no lo vuelvan a hacer. La moraleja es sencilla. El que no quiere ser castigado con cárcel o pena de muerte debe pensarlo dos veces antes de cometer un delito. Ese es el consejo que nos da Pablo en Romanos 13.

Además, sea o no sea, las cárceles un hotel de cinco estrellas (aunque no se puede negar que tienen unas comodidades que mucha gente podre desearía) la realidad es que no se hicieron para que el confinado se sintiera como en casa. La cárcel NO es un lugar para que se pase una feliz vacaciones sino un lugar de castigo. Muchos de los que se quejan de la condición de las cárceles parecen estar hablando en base de sus experiencias vividas. Sus argumentos parecen que están más fundamentadas en sentimientos de rencor y amargura por haber sido encarcelados. Pero si fueron metidos en una jaula donde el ambiente no era lo que esperaban eso NO es culpa del gobierno, ni de nosotros. Eso pasa cuando se viola la ley.

Por otro lado, aunque yo nunca he estado preso sé de alguien que estuvo en prisiones con peores condiciones que las de hoy y donde los criminales no tenían ningún tipo de derechos. Me refiero al apóstol Pablo quien fue encarcelado varias veces, no por vender drogas, ni por asesinato o por algún otro delito sino solo por predicar la Palabra de Dios. Ahora bien, ya que Pablo vivió esta experiencia en carne propia nos podemos preguntar ¿y qué pensaba este varón de Dios sobre estos tipos de castigos?

En Hechos 25:11 (además de Romanos 13) nos da esa respuesta: “Porque si algún agravio, o cosa alguna digna de muerte he hecho, no rehúso morir; pero si nada hay de las cosas de que estos me acusan, nadie puede entregarme a ellos. A Cesar apelo”. Hay tres cosas que Pablo nos dice en este versículo: (1) reconoce la pena capital (2) la endorsa al decir, “Porque si algún agravio, o cosa digna de muerte he hecho, no rehuso morir;…” y (3) las autoridades civiles tienen el derecho de hacerlo.

Por tanto, si estuviera “en la piel del condenado” mi respuesta sería la misma que la del apóstol Pablo en (Hechos 25:11). Ese sería mi reacción si estuviera en la piel del condenado a muerte. En otras palabras, si me dieran pena capital por un crimen que no cometí entonces mis últimas palabras o mi último deseo sería que si más tarde se descubre que era inocente no quisiera que usaran ese error para abolir o restringir la pena capital porque se estaría poniendo en peligro la vida de miles de familiares al dejar con vida aquellos criminales que sí son culpables y quienes sí representan una amenaza para la sociedad.

Por otro lado, si soy culpable y me he arrepentido entonces con más razón debería aceptar el castigo tal como hizo el ladrón arrepentido en la cruz. Recordemos que la crucifixion era la pena de muerte más lenta y más dolorosa que la de cualquier otra en la historia y que en la cruz hubieron dos ladrones. Uno fue salvo y el otro fue condenado. El malhechor que no fue salvo no solo injuriaba a Jesucristo sino que tampoco creía en la pena capital pues le dijo al Señor: “Si tu eres el Cristo, salvate a ti mismo Y A NOSOTROS” (v.39). Está claro que solo le interesaba salvar su pellejo. Creía que no era merecedor de la pena de muerte. En cambio, el ladrón arrepentido, el que fue salvo, lo reprendió diciendo: “¿Ni aún temes tú a Dios, estando en la misma condición? Nosotros, a la verdad, JUSTAMENTE PADECEMOS, PORQUE RECIBIMOS LO QUE MERECIERON NUESTROS HECHOS; MAS ESTE NINGUN MAL HIZO”(Lucas 23: 40, 41).

El ladrón que fue al paraíso con Cristo ese día reconoció que como cometió un crimen capital merecía la pena de muerte. Sin embargo, este es un ejemplo que muchos condenados a la pena de muerte no quieren imitar. Aca un ejemplo, el condenado a muerte, Angel Nieves Díaz dijo, “La pena de muerte no solo es una forma de venganza, sino un acto cobarde. Lamento lo que me está sucediendo, a mi y a mi familia, que debe soportar esto”, dijo Ángel Nieves Díaz, convicto ejecutado por el Estado de Florida.

Pero si Ángel Nieves realmente se lamenta por lo que tuvo que pasar él y su familia entonces ¿por qué no lo pensó antes de quitar la vida a un ser humano? ¿Y qué hay de la familia de la víctima? No, con ellos no hay problema, que sufran en vida la muerte de sus seres queridos. Es increíble ver como los criminales reciben todos sus derechos mientras que se ignora los derechos de las víctimas. Nuestro primer impulso cuando escuchamos sobre un crimen y nuestro deseo es sentir lástima por la víctima y malestar hacia el asesino. Pero cuando se acerca el día en la que el criminal tiene que ser juzgado en corte para pagar por lo que hizo nuestra pena y nuestro “Ay Bendito” es dirigido hacia el criminal y nos olvidamos de la víctima.

Aca otro ejemplo, “El acusado quiere borrar de esta fase a la víctima como si no hubiera acabado su vida. ¿Qué justicia hay en eso? El 24 de abril de 2002, Ayala López, el acusado, le quitó la vida a un extraordinario ser hu­mano, un padre, un hijo, un esposo, un hermano, un abuelo,… el jurado tiene derecho a saber de eso”, sostuvo la Fiscalía, que de paso criticó el trabajo de la prensa. “Mucho se ha escrito sobre el acusado, pero poco se ha publicado sobre el po­licía asesinado”, puntualizó la Fiscalía (El Nuevo Día, 28 de julio de 2006).

En fin, si Dios hubiese privado a los hombres de la aplicación de la muerte como instrumento de castigo el caso de Pablo en Hechos 25:11 y el ladrón arrepentido en la cruz hubiesen sido los mejores lugares para anunciarlo, mas sin embargo, el Espíritu Santo no expresa ni una sola palabra en contra de este principio. Al contrario, tanto Cristo y sus santos apóstoles afirmaron su aprobación como ya hemos visto varias veces. Después de todo, si estoy en paz con Dios no tengo nada que perder pues para el cristiano la muerte es la entrada a la Gloria y la felicidad eterna, el comienzo de la inmortalidad, es dormirse entre los hombres y despertar entre los ángeles. Este es otro punto en contra de los opositores de la Pena de Muerte pues en la Biblia no son los buenos sino los malos los que están opuestos a la pena capital.

“La pena capital le quita al criminal la oportunidad de salvación.”

Al contrario, si por causa de un acto de homicidio, un hombre tiene que contar sus días y sus horas porque tiene una cita con la muerte en la cámara de inyección letal, es más probable que busque el perdón de Dios para estar en paz que el que está sentenciado a cadena perpetúa. Los que están en la fila de la pena de muerte tienen el tiempo necesario para prepararse y volverse a Cristo antes de su ejecución.  El ladrón arrepentido en la cruz es un buen ejemplo (Lucas 23:40-43). En cambio, la persona a quien le quitaron la vida por lo general no tuvo tiempo para arrepentirse y estar en paz con Dios.

“Pero seguramente te escanadalizarás cuando ves a algún país musulmán aplicar la ley del talión ¿A que sí? Y a esos los llamarás “bárbaros asesinos”

Definitivamente.

Además de que realizan encarcelamientos sin el procedimiento correspondiente, una gran mayoría de estas sociedades islámicas envían a la muerte a las personas por delitos que en sociedades democráticas simplemente merecen algunos años de cárcel. Sin olvidar que le aplican la pena capital a los que dejan la fe musulmán por la cristiana lo cual es una violación a los derechos más básicos (como la libertad de religión) de nuestra civilización occidental.

Por cierto, es irónico que los liberales de América y Europa sean los más opuestos a la Pena Capital mas sin embargo estos hipócritas no se oponen a los regímenes donde se asesinan, se abusan y se torturan a miles de personas diariamente en tales países islámicos. Que no sean cobardes y lleven sus pancartas contra la pena de muerte a esos lugares a ver qué les pasa.

   “No me imagino a Jesús, el Príncipe de Paz promoviendo la pena de muerte como la guillotina, la horca, inyección letal o la silla eléctrica bajo ninguna circunstancia”

Y yo tampoco me lo puedo imaginar desfilando con una pancarta en mano con un eslogan pacifista y sentándose en medio del camino delante de los tanques de guerra del enemigo. Son muchos los que durante la historia han formado una imagen equivocada y afeminada de Jesucristo. Lejos de presentarlo como el hombre por excelencia que fue, lo conciben con la apariencia de un tipo de hippie debilucho que se acurrucaba con ovejitas o un gurú de túnica estilo Hare Krishna, florecillas entrelazadas en sus cabellos, caminando en punta de pie entre los tulipanes y soplando besitos a la multitud.

Y por supuesto, un Jesús así, no podría ser otra cosa mas que un pacifista que no mata ni una mosca. Pero nada puede estar más lejos de la verdad. Tal posición doctrinal chocaría de frente con pasajes proféticos relacionados con la Segunda Venida de Cristo, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento (Vea Isaías 63:1-6; Apocalipsis 14 y 19) en la que describen al verdadero Jesús como un guerrero masacrando a sus enemigos en el día del Juicio. Estos pasajes son tan gráficos que son imposibles de interpretarlos como que Jesús está en contra de la violencia para efectuar justicia.

      De hecho, después de Su resurreccion, Jesús dijo: “Si alguno mata a espada a espada debe ser muerto” (Apocalipsis 13:10). ¿Qué más claro lo queremos escrito? Pablo, también presenta como una situación de hecho la sumisión a la autoridad civil que, en nombre de Dios, condena con la espada, símbolo de la pena de muerte: “Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo.”(Romanos 13:4). Esta “espada” que menciona Pablo es un arma que simboliza el poder de la vida y la muerte. Por tanto, está claro que el apóstol Pablo también está a favor de la pena de muerte. Hay que recordar que este pasaje en Romanos fue escrito después del ministerio de Jesús en la tierra lo que demuestra que Jesús no abolió la pena capital.

De hecho, Jesús se va aun más lejos diciendo: “Bien invalidáis en mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, MUERA IRREMESIBLEMENTE.” (Marcos 7:9,10). En otras palabras, si un joven tiene problemas de disciplina, los padres tienen la responsabilidad de resolver ese problema primeramente pues la educación empieza en el hogar. Si los padres no pueden entonces la iglesia y la escuela deberían de hacer algo para evitar que el mal comportamiento se empeore y encaminarlo a ser un buen ciudadano. Pero si el problema continua al grado de que el muchacho se convierte en un homicida entonces le toca a las autoridades de proteger a la sociedad del individuo pues para eso fue que Dios instituyó el gobierno (Romanos 13:1-4).

Guste o no le guste, Dios le ha dado al estado el derecho de quitar la vida y hacer guerra. Asumir lo contrario es hacer que un mandamiento de Dios contradiga otro mandamiento. No solo eso sino que insistir en que ningún crimen es digno de muerte es en realidad oponerse a las mismas enseñanzas de la Biblia porque en Romanos 1:32 Pablo dijo que habían pecados que eran “dignos de muerte”. Por tanto, el que diga que el “cristiano” y la “pena de muerte” no van juntas no solo está dando una opinión muy personal que NO tiene fundamento bíblico sino que inválida los mandamientos de Dios lo cual el mismo Jesús condenó.

Si alguien no está de acuerdo con la pena de muerte entonces esa persona se cree más santo, más misericordioso, más inteligente y más justo que Jesús mismo pues esto NO lo escribí yo sino que viene de la misma boca de Dios (Génesis 9:6; Números 35:27; Levítico 24:17; Romanos 13 y Apocalipsis 13:10). Como diria Sócrates: “Habla solo en dos circunstancias: cuando se trata de cosas que conoces bien, o cuando la necesidad lo exige. Solo en estos dos casos la palabra es preferible al silencio; todos los otros casos es mejor callar.”

             “¿Cómo crees tú que se puede resarcir a alguien al que se ha matado siendo inocente? ¿Como te sentirías tú si mataran a un familiar tuyo siendo inocente?”

     En lógica esto se conoce como apelar a la emoción o argumentum ad passiones lo cual es una falacia en la que se trata de manipular las emociones del oponente o del público, en lugar de usar argumentos válidos. Pero aquí no importan los sentimientos sino los hechos. Si mataran a un familiar mío siendo inocente pues es obvio que me voy a sentir mal pero eso no es razón para eliminar la pena de muerte como tampoco lo sería eliminar las cárceles solo por el hecho de que algunos han sido encarcelados injustamente.

“Pero la mayoría de las personas que son castigados con pena de muerte son negros y pobres lo cual no es solo una barbarie sino racista y discriminatorio también.”

        Otro argumento que usan los que denunciar el cas­tigo de la pena capital como una barbaridad racista es que la pena de muerte se aplica, muy discriminadamente y mayormente, a personas pobres y a minorías étnicas. Pero esto es FALSO. Según los datos difundidos por el Centro de Información sobre la Pena de Muerte, de las 1,000 ejecuciones registradas en el país que nuestros opositores mencionan tanto (Estados Unidos) desde que se reinstauraron, Texas realizó 355, seguido de Virginia con 94 y Oklahoma con 79. De los reos ejecutados, un 58% eran blancos, unos 34% negros, unos 6% hispanos y el 2% de otros grupos.

       De hecho, la mayoría de las víctimas de los asesinos de grupos minoritarios y pobres que fueron arrestados por crímenes capitales (homicidio en primer grado) eran precisamente gente pobre, hispana y afroamericana (Vea documental “Crossfire” de Lauren Southern). No, la pena capital no es racista. Lo que sería racista sería el fallo de administrar la pena de muerte debido el color de la piel. Si no lo hacemos entonces no estaríamos dando a nuestros ciudadanos pobres, negros y latinoamericanos, la protección que ellos se merecen por la Constitución de Estados Unidos.

Otra consideración, y a veces una objeción, es que las ejecuciones siempre se llevan a cabo sobre el género masculino. Pero esto no es una muestra de discrimen sino de hecho debido a que la mayoría de los crímenes capitales son cometidos por hombres. Es como el caso de la asesina Karla Faye Turker, si no la hubiesen ejecutado por ella ser mujer entonces eso sí probaría que la pena capital es administrada injusta y discriminadamente.

“¿Acaso te sientes mejor con la muerte de una persona? ¿Has visto cómo se ejecuta a alguien? ¿Has visto sus ojos salirse de las orbitas? ¿Sus temblores? ¿Has visto salir sus líquidos por sus esfinteres? ¿Has olido su orin y sus heces? ¿Eres mejor tú que el peor de los asesinos si te satisfaces con eso? Hasta me da pena que tengan que estar en la cárcel, pero es algo necesario por la seguridad general de todos.”

       Esto es otro buen ejemplo de apelar a las emociones o argumentum ad passiones. Ningún cristiano se deleitaría en ver el sufrimiento ajeno. Personalmente, no me gustaría jalar la palanca de una silla eléctrica, pero si fuera yo el que tuviera que hacerlo lo haría con tal de evitar que el asesino envie a otro buen ciudadano al cementerio. Después de todo, es muy fácil evitar la pena de muerte. Simplemente no asesines a nadie y no tendrás ningún problema.

Además, ¿y qué hay de la víctima y sus familiares? Conozco hasta personas que tampoco están de acuerdo con la pena capital pero si un criminal ultrajara y descuartizara a su hija o su esposa enseguida cambiarían de opinión y no titubearían en decir que el tal merece la muerte. En otras palabras, es fácil hablar y mover la lengua cuando no se está en esos zapatos. Pero lamentablemente para muchos gobiernos que amparan a los delincuentes, estas víctimas, incluyendo niños violados y asesinados, solo valen unos 30 o 40 años de cárcel (o menos). Esta es la estupidez de gobierno actual y secular que tenemos.

      “La pena de muerte es VENGANZA, ausencia de PERDON y eso es contrario a las enseñanzas del Jesús bíblico. Si tu interior tiene sed de venganza y sangre así será como “verás a Dios”

      Son muchos los que confunden la justicia con la venganza. La pena de muerte no es una venganza legalizada sino las consecuencias de un delito que una persona ha cometido. El hecho de perdonar a alguien por un agravio a tu persona no tiene nada que ver con que la persona no sufra las consecuencias de sus actos ¿o es que acaso las enseñanzas de Cristo sugiere que si una cristiana es violada ella no puede denunciarlo a las autoridades pertinentes para que sea castigado con cárcel porque entonces no estaría demostrando amor al prójimo ni buscando su bienestar? Jesús habló del perdón y el amor pero eso NO significa que la justicia es ciega y tonta.

Tampoco encontramos nada en el Sermón del Monte que sugiera que no podamos tener pena capital en nuestro país. Al contrario, recomiendo leer el Sermón del Monte con su ojo enfocado en las retribuciones de Jesús (Mateo 5:22,25,26,29,30; 6:1; 7:6,13,19,20,23,26,27) y verán que Cristo predicó del perdón pero a la misma vez y en más ocasiones sobre el juicio y el castigo que cualquier otro tema. Jesús es amor y retribución. Su amor demanda justicia. Es por esa razón que existe un Cielo y un Infierno.

Guste o no le guste, Dios le ha dado el derecho al gobierno civil el poder de la vida y la muerte. No solo eso sino que insistir en que ningún crimen es digno de muerte es oponerse a las mismas enseñanzas de Dios (Génesis 9:6; Deuteronomio 19:11,12 y Romanos 13). Mayor crimen es dejar que maniáticos anden libres y haciendo fechorías a personas inocentes.

En cuanto a lo de “tu interior tiene sed de venganza y sangre” eso es precisamente lo que sienten muchos asesinos. Si no se les da pena de muerte entonces una vez que salgan de la prisión volverán a cometer los mismos crimenes y a buscar venganza contra los que hicieron que los encerraran. Esto es una desgracia que ha ocurrido varias veces.

“No pertenezco a ninguna religión, pero el Papa perdonó a su verdugo, ahí tienes un ejemplo de perdón”

Además de la falacia de autoridad, el que usa este mal argumento ignora que en primer lugar, el papa de Roma fue víctima de un atentado, no de un asesinato. Segundo, algunos dicen que fue un montaje y tercero yo no soy católico, sino Bautista. Así que, nada que ver con el tema.

“Jesús perdonó a los que lo mataron en la cruz, no lo olvides.”

Volvemos a lo mismo.

Este ejemplo de Jesús nos muestra que el sistema de justicia del hombre no es perfecto y que debemos perdonar a nuestros enemigos. Pero esto no da licencia o “carta blanca” para degenerar a los ladrones, asesinos, violadores y fugitivos de la ley para abusar y pisotear el inocente y al incauto. Como dice en Esdras 7:26 “Y cualquiera que no cumpliere la ley de tu Dios, y la ley del rey, sea juzgado prontamente, sea a muerte, a destierro, a pena de multa, o prisión”. El no hacerlo, aumentaria el crimen como afirman las Escrituras (Eclesiastés 8:11). Si alguien roba, ultraja o asesina TIENE que pagar por su delito con cárcel o con pena de muerte. El perdonar a tu detractor es cosa aparte.

“No deberías usar los pasajes bíblicos del Antiguo Testamento, pues Jesús abolió todas las leyes antiguas y Romanos 6:14 dice que estamos bajo la gracia y no bajo la ley.”

A veces los críticos de la pena capital tratan de disminuir el impacto de estos versículos diciendo que solo fueron parte de la Ley del Antiguo Testamento y que a partir de la muerte de Jesús, Dios ha privado a los hombres de la aplicación de la muerte como instrumento de castigo. Pero primero que nada, el Señor le dio a la sociedad humana la autoridad de administrar la pena capital por cientos de años antes de que llegara la Ley (Vea Génesis 9:6) y no hay un sólo versículo de la Biblia donde Jesús condene la pena de muerte. Al contrario, Jesús mismo dijo que no vino para abrogar la ley (Levítico 24:17) sino para cumplirla (Vease Mateo 5:17,18). De hecho, note lo que dijo en Mateo 26:52 “a quien hierro mata, hierro muere” lo cual es una repetición declarada de la ley original en Génesis 9:6 y Pablo demuestra estar a favor de la pena capital en Romanos 13 y en otros pasajes del Nuevo Testamento.

En cuanto a Romanos 6:14 que dice: “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia” este verso tiene que ver con individuos y no con naciones. Las naciones nunca han estado bajo la gracia. Por cierto, si esto tiene que ver con las leyes civiles entonces no deberíamos tener leyes contra el adulterio, el robo, fraude, asesinato y otros crímenes. Una interpretación como esta solo serviría para eliminar todas las leyes civiles. Por tanto, esto se refiere a las leyes ceremoniales y no a las leyes civiles como cualquier estudiante honesto de la Biblia sabe.

Además, aunque Éxodo y Deuteronomio tienen que ver con la Ley recordemos que siguen siendo la Ley de Dios. El Dios del Antiguo Testamento es el mismo Dios del Nuevo Testamento. Dios no se contradice Asímismo. Por tanto, la pena capital para el crimen del homicidio no solo es el más antiguo principio de la ley del hombre sino que de acuerdo a la Biblia es el juicio de Dios. Dios instituyó el gobierno civil y la pena de muerte no solo para el tiempo de Noé sino como una ley universal antes, durante y después de la Ley: “Y dijo Dios: Esta es la señal del pacto que yo establezco entre mí y vosotros y todo ser viviente que está con vosotros, por siglos perpetuos” (Génesis 9:12). 

“Pero Génesis 9:5 al 6 demuestra que dicho pasaje se refiere a matar el animal que matare un ser humano, no a otro ser humano”

No hay duda de que la bestia que mate a una persona, sea un tigre, un oso o un lobo, tiene que ser matado. Pero si un humano es asesinado por otra “bestia” está tan muerto como el que fue matado por un tigre o un león. ¿Acaso no es la “bestia” humana más responsable por sus acciones que el de un animal? De hecho, todavía no entiendo porqué algunos católicos y protestantes que se hacen llamar “tomistas” se oponen a la pena capital si uno de sus santos y grandes filósofos, Tomás de Aquino, dijo que la pena de muerte es “legítima y necesaria para la conservación del orden”. También añadió que: “Aunque matar al hombre que conserva su dignidad sea en sí malo, sin embargo, matar al hombre pecador puede ser bueno, como matar a una bestia, pues peor es el hombre malo que la bestia y causa de mas daño, como dice Aristóteles” [Summa Theologica II-II, q. 64, a. 2.].

Después de todo, hay muchos otros pasajes que hablan claramente sobre la pena capital para la persona que se convierta en un asesino, no solo para los animales que matan a un ser humano (Éxodo 21:12; Deuteronomio 19:11-13; Levítico 24:17 y Romanos 13).

“Hay asesinos que matan por “locura temporal” o que son declarados medicamente con una enfermedad psicológica pero que se pueden curar para luego ser soltado. Así que, por lo menos hay que intentar ayudarlos pues con la pena de muerte impides que puedan ser transformardos”

Gracias a este tipo de argumento a favor del asesino es que cualquier delincuente comete un crimen atroz y sale riendose de la justicia. Hoy un violador psicópata y asesino lo descubren y lo condenan. Pero si se hace el “loco” sale con permiso condicional donde miles de personas son una potencial víctima. Por otro lado, nadie discute que una persona pueda ser restaurada. Pero el objetivo de la pena de muerte no es la rehabilitación del ofensor, ni hacer experimentos con los presos rematados para luego soltarlos pues quién estaría tranquilo con un maniático criminal en la calle sino la de administrar justicia. El acto de homicidio es un crimen, no una enfermedad, que demanda un castigo, no un “tratamiento”. Los locos están en la psiquiatría y la pena de muerte no es un tratamiento de rehabilitación sino un castigo dependiendo de la magnitud de un delito.

Además, en muchos países se les provee rehabilitación y educación. El problema es que muchos criminales simplemente no le interesan, ni quieren rehabilitarse. “Está enfermo”, afirman, como el caso donde mataron un policía municipal de Bayamón, Puerto Rico, para robarle su arma de reglamento. Tras una intensa búsqueda la policía da con el criminal, pero un juez lo deja libre porque el mismo no es procesable porque el delincuente quien ya ha matado a dos personas padece de estado mental. Son muchos criminales que gracias a esta forma de pensar salen en libertad con permiso condicional y observación hasta que su estilo de vida lleva a enviar a otro buen ciudadano al cementerio.

Por tanto, en casos como este, si usted declara a un criminal “CURADO” porque cree que esta realmente transformado, pero al salir de la cárcel el lunático asesino vuelve a violar y asesinar ¿a quien deberíamos echarle la culpa esta vez? ¿Al criminal o a USTED por haberlo soltardo a la calle? Las cárceles quizás no son hoteles pero tampoco deberían ser hospitales. Este argumento de darle “rehabilitación” en vez de castigo a los delincuentes es una muestra de cuán pervertido están las mentes de los defensores de los criminales.

Además, tales tratamientos o ayuda psicológicas no garantizan un cambio de vida. En cambio, si por causa de homicidio, un hombre tiene que contar sus días y sus horas porque tiene una cita con la muerte es más probable que busque el perdón de Dios para estar en paz con El que cuando están sentenciados a cadena perpetua. El ejemplo del ladrón arrepentido en la cruz es un buen ejemplo (Lucas 23:40-43).

¿Y si la persona es realmente curada?

Algunos se preguntan si es justo que una persona como Karla Faye Tucker, debió haber sido ejecutada en Texas el 4 de febrero de 1998 puesto que se había convertido al cristianismo durante su encarcelamiento. Después de todo, esta mujer, quien incluso se casó con el capellán de la cárcel, dio muestras de que su conversión era genuina. Por tanto, si ya no era una amenaza para la sociedad entonces ¿por qué ejecutarla? Bueno, es muy simple, el hecho de que Karla Faye Turker fuera una cristiana no tiene nada que ver con su condición de estar entre los condenados a muerte.

¡Pero ella fue salva! A lo que respondemos: ¡Gracias a Dios! Pero usted no puede excusar unos actos de homicidio y cancelar el castigo simplemente porque el asesino haya cambiado. El crimen ha sido hecho, y la vida de dos personas asesinadas no puede ser restaurada. Con Karla muchos de nosotros empezamos a quererla y apreciarla por lo que ella se convirtió. Pero por lo que ella hizo no podemos desalentar la implantación de la sentencia de muerte porque todavía le debía a la sociedad una deuda la cual tenía que ser pagada.

Deberíamos decir lo mismo que la Biblia enseña, que el acto de homicidio es un crimen, no una “enfermedad” y que demanda un castigo, no un “tratamiento” y que ese castigo es la muerte. “Y cualquiera que no cumpliere la ley de tu Dios, y la ley del rey, sea juzgado prontamente, sea a muerte, a destierro, a pena de multa, o prisión.”(Esdras 7:26). El no hacerlo aumentaría el crimen como lo afirma las Escrituras “Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal.”(Eclesiastés 8:11). El perdonar a tu detractor es cosa aparte.     

        ¿Y si el asesino estaba drogado cuando cometió el crimen ¿Acaso es justo condenarlo a muerte en esa situación?

Algunos dirán que hay muchos casos como el de Karla Faye Turker quien estaba en drogas y que por ende no debió haber sido ejecutada porque no sabía lo que estaba haciendo. Sin embargo, la intoxicación no justifica o excusa un crimen y mucho menos un crimen como el de quitarle la vida a otra persona.     

          “Pero ni Dios mismo castigó a Caín con la pena de muerte cuando mató a su hermano; puesto que ese fue el primer asesinato, según tu Biblia.”

        Y tampoco fue a prisión por su delito (Génesis 4:11-13). ¿Significa eso que tampoco deberíamos meter a la cárcel a los que cometen asesinato en nuestro país? Si estudias la Biblia verás que Caín no fue castigado con cárcel, ni con pena de muerte porque en ese periodo de tiempo Dios todavía no había instituido el gobierno civil y la pena capital. Eso fue para el tiempo de Noé (Vease Génesis 9:6). De hecho Dios le dio un castigo a Caín el cual el mismo Caín consideraba peor que la misma muerte (Génesis 4:11-13).

No ignoremos la Soberanía del Señor. Dios es Infalible, sabiendo todas las cosas, y durante este periodo Dios mismo era el Legislador. El hace las cosas como El quiere pues solo El conoce los pensamientos y los corazones del hombre. Luego de dar la pena de muerte como mandatorio no solo fue el primero en aplicarlo sino que también ordenó a santos hombres como David, Gedeón, Samuel, Elías y otros a ejecutarlo. De hecho, Saul fue desechado como rey de Israel precisamente por haber desobedecido esta justicia de Dios pues no quiso aplicarle la pena capital a Agag, rey de Amalec (1 Samuel 15).

¿y David?

Muchos se podrían preguntar que en los tiempos de David sí existía la Ley y la pena capital y que no solo llegó a cometer adulterio sino también homicidio. Por tanto, si la pena capital es válida en la Biblia entonces ¿por qué no recibió sentencia de muerte si cometió homicidio? También existía la cárcel. Sin embargo, David no fue enviado a prisión tampoco. ¿Significa eso que no deberíamos castigar a los criminales con cárcel? Claro que no. Pues entonces tampoco deberíamos usar el ejemplo de David para crear una doctrina o una excusa para condenar la pena de muerte. 

La realidad es que lo que hizo David merecía la muerte según Dios (2 Samuel 12:13) y según el mismo David (2 Samuel 12:5). Sin embargo, aunque Dios le perdonó la vida, David recibió algo que fue peor que una pena de muerte pues en su lugar alguien más sufrió las consecuencias de su pecado, su familia (2 Samuel 12:9-14). En otras palabras, aunque el pecado de David fue remitido el Señor le dio un castigo que le costó muchas lágrimas (Salmo 51). Dios no se lo dejó pasar y tuvo que pagar por lo que hizo. Por cierto, David era un fiel creyente en la pena de muerte (2 Samuel 4:10-11). Así que, no creo que David, quien tenía el corazón conforme a Dios, estaría del lado de los opositores a la pena capital.

“Si crees que debemos imponer la pena capital a asesinos y violadores porque la Biblia lo dice entonces ¿por qué no matar también a los que trabajan el Sabbath, usan ropa tejida con dos clase de hilo distinta o por plantar distintas semillas en el mismo campo si eso la Biblia también lo dice?”

     En primer lugar, el mandamiento del Sabbath no tiene nada que ver con la iglesia cristiana, ni con los americanos sino solamente y exclusivamente con los judíos (Vea Éxodo 35:1-5 y Levítico 19:36-25-38).  Por tanto, no estaría correcto castigar a un cristiano o un gentil por no guardar el sábado pues estas leyes ceremoniales habían de cesar porque eran una sombra de lo que había de venir y terminaron con Cristo Jesús (Colosesnses 2:14-17). En cambio, y con relación a la pena capital por homicidio, Dios lo instituyó como una ley universal antes, durante y después de la Ley diciendo: “Esta es la señal del pacto que yo establezco entre mi y vosotros y todo ser viviente que esta entre vosotros, POR SIGLOS PERPETUOS” (Génesis 9:6,12).

        Segundo, el Sabbath y esa ley capital, Dios lo estableció para evitar la explotación laboral y el abuso por parte del empleador hacia el empleado ya que cuando trabajamos todos los días de la semana sin descansar nos matamos físicamente a nosotros mismos (Éxodo 20:11). Además, el mismo Jesús sanó enfermos en el sábado judío lo cual es técnicamente “trabajo” y enseñó que la intención de ese mandamiento era para que la gente descansara de sus trabajos, adorar a Dios y para hacer actos de misericordias (Marcos 2:27 y Lucas 14:5). De hecho, en la actualidad, los doctores judíos trabajan en Israel durante esos días y no hay ningún problema con eso (Lucas 14:1-4). En otras palabras, la ley moral de Dios aplica para todo ser humano, mientras que las leyes ceremoniales y dietéticas fueron para el pueblo judío en una determinada época y lugar de la historia.

    Tercero, en ninguna parte de la Biblia enseña que alguien debe ser apedreado por plantar distintas semillas en el mismo campo o de la forma equivocada. ¿Y qué hay de usar ropa tejida con dos clase de hilo distinta? Tampoco y los que dicen esto nunca dan referencias bíblicas para verificar lo que afirman sino que parece que solo repiten lo que vieron en un video viral de Youtube o en alguna otra red social de Internet.

“Pero Jesús no mató a la adultera”

Esto es mezclar el magnesio con la gimnasia pues no estamos hablando de aplicar la pena de muerte a los que cometen adulterio sino a los que cometen homicidio. Jesús detuvo la sentencia de la mujer adultera pero ¿qué dijo con relación a los que cometen ASESINATO? A Pedro, quien no era militar, ni guardia, le dijo: “Vuelve tu espada a su lugar” ¿Por qué? Jesús le dijo “porque todos los que tomen espada, a espada pereceran”. En otras versiones dice: “porque a quien hierro mata, a hierro muere” (Mateo 26:51,52). En otras palabras, aquellos que usan la espada contra una persona esa misma espada será usada contra ellos. Si aplicastes la muerte a una persona entonces espera que la muerte también sea aplicada para ti.

En cuanto a la mujer adultera, cualquiera que lee Juan 8 se preguntará: Pero ¿dónde está el hombre? Trajeron a la mujer adultera para ser juzgada pero al varón lo dejaron libre por tanto ellos mismos estaban violando la ley pues no trajeron a ambos y que mostraba que el celo a la observación de la ley de estos líderes religiosos no era genuina (Vea Levítico 20:10 y Deuteronomio 22:22). La realidad es que no le importaban si la mujer fuese o no fuese apedreada pues no le interesaban la mujer sino que solo les servía de ocasión para tentar a Jesús y hacer de El la verdadera víctima.

Pero, ¿por qué la trajeron a Jesús? Jesus NO ERA UN JUEZ. El hecho de que la lleven a Jesus, y no al Sanedrin, tribunal competente en estos casos, demuestra que la traían únicamente para meter a Jesús en problemas. Por tanto, es obvio que era una trampa. Por eso la trajeron a El y le pedían su veredicto en este caso (v.6). Si decía que la dejaran libre entonces estaría contradiciendo la ley de Moíses y lo podian acusar de fomentar el pecado, cosa indigna de quien profesaba la rectitud y la pureza propias de un profeta. En cambio, si condenaba la mujer a muerte podian usar eso para decir que era enemigo del gobierno romano pues hubiera sido responsable de un linchamiento. Hubiera cometido asesinato pues no podemos tomar la justicia en nuestras propias manos. Como dice Romanos 13 eso le compete a las autoridades.

Cuando Jesús les dice “El que este libre de toda culpa que lanze la primera piedra” no rebajó las demandas de la ley ni excusó el pecado de la mujer sino que les mostró que ellos no eran testigos cualificados para ejecutar la sentencia (Deuteronomio 17:7). En otras palabras, los que quieren juzgar a otros no deben ser peores que los acusados o culpables del mismo pecado porque estarían cayendo en un juicio hipócrita. Esto me recuerda lo que dijo Pablo en Romanos 2:1.

Estos hombres se sintieron acusados por su conciencia y se fueron uno a uno. Luego Jesus le dice a la mujer: “Ni yo te condeno; vete, y no peques más” lo que muestra que el Señor no pretendía tener autoridad civil en una cuestión así. No quería condenar a esta mujer a la pena capital porque ese no era ese su oficio y porque sabía que los que la habían demandado eran más culpables que ella. Simplemente le dio una advertencia de que dejase de pecar.

“¿Te has preguntado en lo más profundo y la más sincera intimidad de tu conciencia, si estas libre de toda culpa como para tirar la primera piedra? Y si quieres ser honesto, mejor respondete a ti mismo en el más absoluto silencio, para que así no mientas con alguna que otra justificación.”

Cuando Cristo dijo “El que este sin pecado sea el primero en arrojar la piedra” no se refería a estar completamente sin pecado. Si asi fuera así entonces los jueces no podrian aplicar penas a los delincuentes en el contexto que nuestros opositores marcan puesto que también pecan. Además, la enseñanza del pasaje que hace referencia entre Jesús y la mujer adultera tiene que ver con el juicio hipócrita, es decir, usted no puede juzgar a otro por su pecado de asesinato si usted es culpable del mismo y ya se explicó que no toda matanza es asesinato (Romanos 2:1). Según la Ley de Dios y del hombre cuando usted mata en defensa propia, en la guerra defendiendo la libertad y los derechos de su país, como policía para salvar al inocente o como verdugo en la pena de muerte eso NO SON EJEMPLOS DE ASESINATOS.

El hecho de que no seamos perfectos simplemente no significa que no podemos juzgar a otros de sus pecados para que sean castigados por la justicia ¿o es que me van a decir que si alguien entra en su hogar, roba y destruye su propiedad no irían a la policía para denunciar a dicha persona porque no están libre de toda culpa? Lo dudo. ¿Y qué se supone que hagamos con terroristas como ISIS quienes no solo matan a cristianos o soldados americanos sino también a su propia gente, incluyendo niños, usandolos como bombas humanas en el nombre de Alá? ¿NADA?

Además de que se contradicen al juzgarnos a nosotros. Si creen que no se debe tirar piedras (criticar) entonces ¿qué tal si practican lo que predican y apuntan a otro lado?

“Se nota que odias a los delincuentes cuando Jesús mismo comió y se reunió con publicanos, ladrones, prostitutas y demás personas que “la ley” prohibía juntarse”

        De nuevo, esto es confundir justicia con odio y Jesucristo NUNCA fue a un prostibulo para pasar un buen rato con las “señoritas”. Jesús comió y se sentó con ladrones y prostitutas pero no para participar de sus pecados sino para que con su sola presencia los redarguyera de pecado. Ahí está la diferencia. Su mensaje para ellos y para todos era “Arrepentíos que el reino de Dios se ha acercado a vosotros”.

       De hecho, esta es la razón por la que hay muchos evangelistas, predicadores, pastores o capellanes penitenciarios que van por voluntad propia a las cárceles para llevar las buenas nuevas de salvación a los que no tienen esperanza. El cambio de vida que Cristo produce en ellos puede hacer que su buena conducta los ayude a bajar años en la prisión. Sin embargo, nuestra meta principal no es evitar que reciban el castigo que merecen por sus delitos (el ladrón arrepentido en la cruz es un buen ejemplo), ni que obtengan una pronta libertad física sino una espiritual pues como decía Charles Spurgeon, “La buena moral te mantendrá fuera de la cárcel, ¡pero solo la sangre de Jesús puede salvarte del Infierno!”

“Tú quieres estar “bajo la ley” SOLO PARA SACIAR TU SED DE VENGANZA Y SANGRE pero no “para el resto de la ley”

En primer lugar, a mi no me han matado un amigo o algún familiar para desearle la muerte a nadie. Y si tuviera sed de venganza y sangre de nada me serviria porque no soy juez, ni magistrado para darle pena capital a alguien. Segundo, yo no estoy bajo la ley sino bajo la gracia (Romanos 6:14).

        Sin embargo, si tuvieramos que descartar estas leyes civiles y morales sobre la pena capital solo porque se mencionan en el Antiguo Testamento entonces también tendriamos que dejar de seguir las leyes que hablan en contra del adulterio, el robo, fraude, asesinato y otros crimenes que también se mencionan en el Antiguo Testamento. Una mediocre interpretación como esa solo serviría para eliminar todas las leyes civiles y vivir en una anarquía.

Por cierto, no es sed de venganza sino de justicia. “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.” (Mateo 5:6). Entendemos que la pena de muerte no se debe aplicar por venganza propia o alivio emocional de los agraviados.  Pero Dios le aseguró al individuo que El se vengaría de la muerte por medio de la institución que El estableció, es decir, el gobierno: “porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo.” (Romanos 13:4). Jesucristo no abolió la espada de las manos del gobierno sino que más bien estableció principios que deberían gobernar al individuo cristiano en su relación personal con los hombres. El perdón no fue escrito como un criterio de la ley nacional. Deberíamos dejar de escuchar a socialistas y liberales.   

“El criminal no paga por su error (aunque tú creas que “le quitas la vida)”

Paga con su vida (Exodo 21 y Levítico 24:17-22).

“No das ejemplo y asesinas” en nombre del estado y por el bien de la nación. ¿Qué te hace mejor que ese asesino?”

No me creo mejor que nadie, solo creo que deberíamos cumplir los mandamientos de Dios en cuanto a la ley y el orden, el crimen y la justicia si queremos que nos vaya bien. No es que me crea “The Punisher” pues esto no se trata de tener sed de venganza sino de hacer justicia. Insistir en que el gobierno no tiene el derecho y el poder de la vida y la muerte es simplemente oponerse a las mismas enseñanzas de Dios (Vease Romanos 1:32).

“Jesús fue condenado a muerte precisamente por aquellos a quienes él hizo ver el riesgo de muerte en que se hallaban, si juzgaban y mataban a los otros.”

De hecho, cuando Dios estableció la pena capital en Génesis 9:6 El sabía (puesto que conoce el futuro) que más adelante Su pueblo le aplicaría la pena de muerte a Su propio Hijo Unigénito siendo inocente mas sin embargo como quiera la instituyó para la protección del hombre. Si Dios estuviese en contra de la pena de muerte simplemente no lo hubiese instituido. Además de eso, luego de la crucifixion ni los apóstoles, ni el Cristo resucitado hablaron en contra de la pena capital. Al contrario, muestran siempre su apoyo a este mandamiento de Dios.

Después de todo, eramos NOSOTROS los que mereciamos estar en esa cruz, eramos TODOS los que mereciamos esa pena de muerte pero en nuestro lugar murió Jesucristo como substituto para que todos alcanzaramos salvación. Como esta escrito: “Porque la paga del pecado es muerte mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23).

“Durante largos siglos, aliada con los poderes políticos, la Iglesia ha defendido e incluso promovido la pena de muerte (en sus inquisiciones), para vergüenza de los mismos cristianos.”

Cuando hablamos de pena de muerte no nos referimos a la intolerancia religiosa de la sangrienta e infame inquisición católica y la de algunos protestantes. No estamos hablando de implementar la pena de muerte por la ideología política o el credo de una persona sino por el acto de homicidio. La ley debe ser usada para castigar el comportamiento indebido de las personas, no su forma de pensar.

“¿Quieres decir que si te pegan en la mejilla tú tienes que responder de la misma forma?”

Hay una gran diferencia entre “dar en la mejilla” y cometer asesinato.. Pasajes como este no dan licencia o “carta blanca” para degenerar a los ladrones, terroristas, asesinos y fugitivos de la ley para abusar y pisotear al inocente y encauto. De hecho, cuando Jesus dijo: “cualquiera que te de en la mejilla derecha, vuelvéle tambien la otra” no le dijo al estado que hiciera esto. Este mandamiento fue dirigido a Su propia gente como individuos. No encontramos nada en el Sermón del Monte que sugiera que no podemos tener pena capital en nuestro pais. Claro, los discipulos de Cristo fueron martires pero eso no significa que no podian defenderse de un asalto en un camino oscuro.

“Contestamé a esta pregunta ¿MERECIAN LA PENA DE MUERTE LOS QUE FUERON A TORTURAR Y MATAR A JESÚS? ¿¡SI O NO?!”

Todos merecíamos esa muerte por eso Jesus murió en nuestro lugar y en ninguna parte de la Biblia dice que si un gobierno condena a una persona inocente a la pena capital que esas autoridades deben morir por su error. Sin duda los israelitas estaban pasando por la misma situación cuando tenian que tomar la determinacion de culpa sobre cualquier asesino traído ante ellos. Sin embargo, Dios no abolió la pena de muerte por esa razón (Deuteronomio 17:6,7).

“Pero en caso de alguien que haya matado a otro en un arrebato (enajenación mental transitoria), o que ya está en su vejez. ¿Debería ser como quiera condenado a muerte?”

Asesinato es asesinato.

Si la matanza no fue accidental ya sabes cuál es la respuesta bíblica. La realidad es que los defensores de los delincuentes siempre buscan excusas para que el asesino no sea castigado por su crimen. Por ejemplo, muchos decían que Karla Faye Turker no debió haber sido ejecutada porque estaba en drogas y no sabía lo que estaba haciendo. Sin embargo, la intoxicación no justifica o excusa un crimen y mucho menos un crimen como el de quitarle la vida a una persona.

Con respecto a la vejez, esto también me recuerda al condenado a muerte más viejo de California, Clarence Ray Alien, un hombre de 75 años, condenado por or­denar el asesinato de tres per­sonas cuando estaba preso por otro asesinato. El reo y sus abogados habian pedido a la Corte Suprema que impidiera su ejecución porque consideraban cruel ejecutar a un anciando incapacitado. Sin embargo, el gobernador dijo que la edad de Alien y su salud no eran relevantes e indicó que habia cometido crimenes cuando tenía 50 años. Incluso el hermano de una de las victimas de Alien dijo que los argumentos de mantenerlo con vida no tienen sentido, “El señor Alien cree que es demasiado viejo para morir. Nosotros creemos que Josephine era demasiado joven para morir. Tenía 17 años cuando fue asesinada y la perdimos” (El Nuevo Dia, 15 de enero de 2007). Sin olvidar que muchos ancianos han sido condenados a muertes por haber colaborado con los nazis en el asesinato de miles de judíos. Su edad simplemente no los excusa de los crímenes que cometieron en su juventud.

“Vuelve a leer las frases de Cristo que aparecen en esa Biblia manipulada que tanto adoras, en especial esta: “Amarás a tus enemigos, porque si amas a los que te aman, ¿qué galardón tienes? ¿no hacen eso mismo los “gentiles”? ” Mientras no ames a tus enemigos seguirás siendo “un mal ejemplo de cristiano”.

La Biblia dice “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” y que “No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra.”(Mateo 5:39; 22:37-40). Pero esto no provee libertad para la actividad criminal. Los mandamientos de amor no sobrepasan la ley de justicia. El hecho de perdonar a alguien por un agravio a tu persona no tiene nada que ver con que la persona no sufra las consecuencias de sus actos.

Jesucristo nunca predicó que el estado tenía que perdonar al hombre sus crímenes. El estado esta para ejecutar justicia no la gracia. Jesús es amor y retribución. Su amor demanda justicia. Es por esa razón que existe un Cielo y un Infierno. En otras palabras, el hecho de que este de acuerdo con la pena de muerte NO significa que tengo algo personal contra alguien. Al contrario, la razón por que apoyo la pena capital es precisamente porque amo el prójimo pues la pena de muerte salva vidas ya que hace que aquellos que no aman a su prójimo lo piensen dos veces antes de quitarle la vida y evita que se conviertan en futuros criminales. En cambio, los opositores de la pena de muerte son los que no están demostrando amor hacia nadie puesto que encerrar o liberal un asesino pone en peligro a toda una sociedad convirtiendonos a todos en una posible víctima de un asesinato pues todavía puede seguir matando tanto dentro como fuera de la cárcel.

Alguno dirá y ¿qué hay de Mateo 7:12 que dice: “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.” (Mateo 7:12). Sin embargo, este pasaje conocido como la Regla de Oro tampoco tiene nada que ver con el gobierno sino con las relaciones interpersonales entre los cristianos.  Esto en ninguna manera se aplica en cuanto a la ley y el orden, el crimen y la justicia.

Además, ¿acaso las enseñanzas de Cristo de amar y perdonar sugiere que si alguien viola una cristiana ella no puede denunciarlo a las autoridades pertinentes para que sea castigado con cárcel porque entonces no estaría demostrando amor al prójimo ni buscando su bienestar? ¿Me quieres decir que si alguien entra a tu hogar, roba y destruye tu propiedad tampoco irías a la policía para denunciar a dicha persona porque no se puede juzgar a nadie? ¿Qué haces si te matan a un familiar? ¿No lo vas a denunciar porque hay que amar y perdonar a nuestros enemigos? Si tomamos los versos del Sermón del Monte de la forma que hacen los pacifistas y los sentimentalistas entonces tendríamos que decir que los cristianos no podrían ejercer la profesión de jueces, fiscales, policías y militares.

Si una persona esta contemplando cometer un crimen tal como el homicidio debería considerar esta Regla de Oro. Pero quien elige matar, proclama el valor de la muerte y apuesta por su propia vida, rebotando contra sí mismo el valor de la muerte creado por él mismo. De hecho, en Mateo 26:51,52 el Maestro le enseñó a Simón Pedro que si él hubiese matado al guardia, se hubiese metido en problemas, pues el principio es que aquellos que usan la espada contra una persona esa misma espada será usada contra ellos. En otras palabras, si le aplicaste muerte a una persona entonces espera que la muerte también sea aplicada para ti (Apocalipsis 13:10).

Pero la Amnistía Internacional, la Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, la Coalición Puertorriqueña contra la Pena de Muerte, la Comisión de Derechos Civiles, la American Civil Liberties Union, el Colegio de Trabajadores Sociales, el Colegio de Tecnólogos Médicos, la Asociación de Psicología y el Colegio de Abogados se oponen a la Pena de Muerte.”

El coordinador de la campaña contra la pena de muerte de la organización Amnistía Internacional, Carmelo Campos Cruz, declaró que “mientras la mayoría de los países en el planeta han descartado la pena capital como una alternativa, en Puerto Rico nos encontramos en la vergonzosa situación de que se reimponga ese castigo, a pesar de la determinación de hace muchas décadas de nuestro pueblo.” (El Nuevo Día, 2 de octubre de 2006). Además de que es esto es apelar a la falacia de autoridad y ad populum, para el cristiano la validez de la pena capital no se basa en la opinión humana, ni en lo que piensa la mayoría sino en lo que enseña la Biblia (Hechos 5-29 y Romanos 3:4). La Biblia es un cuerpo de verdades eternas aplicable para cualquier periodo de la historia y por eso consultamos primero la Palabra de Dios. Si la Biblia es clara sobre el asunto entonces eso es suficiente para nosotros. De modo, que para el que quiere agradar a Dios siempre es más importante la Escritura que la cultura.

Además, preguntarle a Amnistía Internacional o el Colegio de Abogados sobre la pena de muerte es como preguntarle a los comunistas qué piensan sobre el capitalismo. Sin olvidar que organizaciones como el Colegio de Abogados honran a los criminales pues le rindieron homenaje y recibieron en su sede a una persona (Filiberto Ojeda) que sin ser abogado se destacó por haber sido dirigente de una agrupación llamada “Los Macheteros” que perpetuó varios actos terroristas en el nombre de la patria. Es gracias a estos alcaguetes de los delincuentes que nuestra pequeña isla no mejora. Es obvio que buscarán todas las excusas que puedan para oponerse a la pena de muerte aunque tengan que inventarselas.

En su artículo, el presidente del Colegio de Abogados, Julio Fontanet, también dijo que: “Nuestro pueblo es mayormente cristiano y atesora el perdón y la vida como valores fundamentales.” (El Nuevo Día, 7 de septiembre de 2006). En otras palabras, para este señor, un cristiano que este de acuerdo con la pena de muerte no es cristiano. Parece que Fontanet no sabe que la Biblia ni la historia de la iglesia cristiana están de su lado. Todas las civilizaciones precristianas, de las que poseemos testimonios escritos, admitieron la pena de muerte en sus costumbres y ordenamientos jurídicos. Lo mismo puede decirse de las sociedades que han permanecido fuera del área de la influencia cristiana y dentro del cristianismo (Blázquez, 1994).

Dada la influencia del cristianismo en la aplicación de la pena de muerte en occidente, se hace inevitable considerar, aunque sólo sea brevemente, la pena de muerte en la Biblia y en la tradición cristiana. Dios instituyó el gobierno humano para castigar a los que ponen en peligro la protección de los ciudadanos y la Biblia nos dice que “las autoridades han hay por Dios han sido establecidas.” (Romanos 13:1). El que este hombre condene o insinúe que un cristiano que está a favor de la pena de muerte no es un verdadero cristiano muestra que su creencia no es sacada de la Biblia sino de su propio juicio (Génesis 9:6; Deuteronomio 19:11,12 y Proverbios 28:17). Sin olvidar que tales organizaciones apoyan el aborto y el matrimonio gay los cuales también son contrarios a la Biblia.

Sin embargo, no son solo Dios y algunas autoridades federales los que quieren que se implante la pena capital para terminar de una vez con las vacaciones de los delincuentes en nuestra isla sino también muchos puertorriqueños. Por ejemplo, Puerto Rico cayó en un momento depresivo (como en tantas otras veces) al conocer la noticia de la muerte del muchacho de Cabo Rojo que asesinaron de un navajazo. “Ustedes no se imaginan el dolor que tenemos como familia, su madre, sus hermanas, y yo, como padre,…Se debe establecer la pena de muerte porque el abuso no se puede seguir aguantando porque personas decentes, que tratamos de vivir el día a día, no nos atrevemos salir ni tan siquiera ir a un centro comercial o a un cine, pensando en estas situaciones” dijo Belford Ramirez Montalvo, padre de la víctima (El Nuevo Dia, 22 de marzo del 2007).

Otro boricua opina, “Como puertorriqueño que amo a esta isla de Puerto Rico me siento bien triste por la alta inci­dencia criminal que arropa a todo Puerto Rico. Cada día que pasa la situación se pone peor. Ya no hay seguridad en las calles de Puerto Rico y nosotros los puertorriqueños tenemos mucho miedo de salir a la calle tanto de día como de noche. Lo único que puede salvar a Puer­to Rico de tanta criminalidad es el restableciendo de la pena de muerte para acabar con todos los crim­inales que abundan en nuestra Isla del Encanto. Por favor le pido a nuestros legisladores que le pre­senten al pueblo legislación para consultar al pueblo con un refer­éndum “sí o no” para restable­cer la pena de muerte en Puerto Rico. Si se aprobara la pena de muerte en Puerto Rico habría que montar una silla eléc­trica en cada municipio de Puer­to Rico y trabajar tiempo doble para acabar con toda esa mugre. Solo me queda pedirle a nue­stro Dios que ilumine a nuestro gobierno y hagan algo para ponerle un freno al crimen.”(J. López Juncos, El Vocero, 9 de noviembre de 2005).

Tradicionalmente, la defensa u oposición a la pena de muerte se divide a lo largo de líneas liberales y conservadoras. Por ejemplo, en una encuesta del Herald en el 2003, 6 de cada 10 participantes indicaron que apoyaban que el gobierno federal pidiera la opción de pena de muerte en las sentencias de casos capitales en Puerto Rico. Pero sean más o menos los que apoyen la pena capital el punto aquí es que no son solo Dios y las autoridades de Estados Unidos los que tienen un interés importante en la aplicación oportuna de la sentencia sino también algunos puertorriqueños, principalmente los que han sufrido en carne propia la perdida de un ser querido. Es fácil para los opositores de la pena capital hablar y mover la lengua cuando no se esta esos mismos zapatos. “El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre.” (Génesis 9:6). Más patrullas, más chalecos antibalas, más vigilancia es lo que se ha venido haciendo y obviamente no ha dado resultados. 

“En Chile felizmente hemos superado esta etapa de salvajismo.”

A ver ¿qué podemos decir sobre este tipo de comentario? Bueno que en primer lugar un debate se gana con argumentos no con personalismos, emocionalismos, ni ad hominems. Segundo, que lo que nuestros opositores de la Pena de Muerte llaman “salvajismo”, Dios lo llama JUSTICIA. Así que, no sé ustedes pero yo prefiero creerle a Dios.

Y por último que no todos los chilenos piensan igual pues en Chile hay varias personas que son partidarios de la pena de muerte y que acusan a su propio gobierno de ser izquierdista, permisiva y cobarde por amparar a los delincuentes quienes a su vez se convierten en una carga económica para un país que no es rico.

“Yo no te condenaría a pena de muerte nunca.”

Eso lo tenemos claro.

Por lo que supongo que si usted tampoco castigaría con pena capital a un criminal que violó y asesinó a 5,000 personas por diversión y sin arrepentimiento entonces me imagino que usted tampoco le aplicarías la pena de muerte a una máquina asesina como Adolfo Hitler aunque los familiares de millones de víctimas que sufrieron el Holocausto Nazi te lo pidieran. Así que, para aquellos que se creen más santos y más justos que el mismo Dios usted será el juez ideal pero para mi serías el peor de todos los jueces por esa clase de injusticia.

Algunos hasta piensan que no creen que exista un sólo ser humano capaz de ejecutar la pena de muerte por lo cual creen que el verdugo también es culpable de algo. Si eso es así entonces tendríamos que decir que hombres como Gedeon y David también eran culpable de algo puesto que Dios los mando a ejecutar a varias personas. ¿Acaso Elias no degolló a los falsos profetas de Baal en la llamada “Guerra de los Dioses”? Algunos dicen que nadie tiene el derecho de quitar la vida, excepto a Dios, implicando que la persona que ejecuta al criminal es igual de culpable de homicidio como el que esta ejecutando. Pero esta objeción es contraria a lo que Dios dijo en Números 35 sobre el vengador de sangre. Aquí se nos dice: “y el vengador de la sangre le hallare fuera del límite de la ciudad de su refugio, y el vengador de la sangre matare al homicida, no se le culpará por ello;” (Números 35:27).

Tampoco creo que alguien culparía a un policía de asesinato por matar a un hombre en defensa propia o por defender la vida de otros. No amigo, no son culpables de nada, al contrario: “porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo.”(Romanos 13). Algunos hasta dicen que no se pueden imaginar a Jesucristo jalando la palanca en la silla eléctrica. Parece ser que nunca han leído todo el capitulo de Mateo 23 o Mateo 25:41. En fin, ¿es correcta la pena de muerte? Sí, es correcto. Es cierto que ejecutar a una persona es cruel y es una vergüenza tener que hacerlo. Personalmente, no me gustaría ser la persona que tuviere que jalar del interruptor pero si fuera yo el que tuviera este oficio, lo haría, sin importar como me sintiera, debido a que las leyes de Dios deben ser ejecutadas si queremos seguir teniendo la libertad que disfrutamos. Después de todo, es muy fácil evitar la pena de muerte. Simplemente no asesines a nadie y no tendrás ningún problema.

“Los pro-vida son hipócritas porque no creen en el aborto pero sí en la pena de muerte”

No todos los pro-vida apoyan la pena capital. Pero ¿y qué hay de aquellos que sí están a favor de la pena de muerte? ¿No es eso ser inconsistente? La realidad es que ambos grupos (pro-vida y pro-abortista) creen en la pena de muerte. Solo que como cristianos bíblicos sabemos la diferencia entre una víctima y un perpetrador.

O sea, creemos en la pena de muerte para la persona que comete un homicidio (Vea Éxodo 21:12; Génesis 9:6 y Romanos 13:1-7) o violación (Deuteronomio 22:25-27) pero la feminista radical (o el aliade) cree en la pena de muerte para el niño por nacer. En otras palabras, si una mujer es violada y queda embarazada, nosotros no creemos que su hijo o hija por nacer debe recibir o merecer la pena de muerte puesto que es inocente sino el violador quien es el culpable del crimen (Vea Ezequiel 18:20). De hecho, el que creemos que el violador merece la pena capital por sus malas acciones también demuestra que valoramos más a la mujer que las mismas feministas liberales.

Por tanto, ambos grupos creen en la pena de muerte, pero uno es justo y la otra (aborto) es injusto e inmoral puesto que un crimen no justifica otro crimen.

“¡Tu solo has caído del burro! El ejemplo de Hitler demuestra que prefirió suicidarse antes que enfrentarse a una cadena perpetua y el desprecio del resto de seres humanos.”

Pues no sé de qué burro me hablas porque el ejemplo de Hitler lo que verdaderamente demuestra es que prefirió morir en sus propias manos que en las manos de sus enemigos. De hecho, una vez terminada la guerra varios judios empezaron a cazar a los criminales nazis más buscados donde quiera que los encontraran. Es por eso que muchos salieron huyendo a diferentes partes de América del Sur como Brazil, Argentina o Colombia.

Los sobrevivientes del genocidio de Hitler y las familiares de las víctimas judias NO querian ver a Hitler y a sus soldados en cadena perpetua sino que la justicia que pedían para ellos era la PENA DE MUERTE. Si Tom Cruise, quien hizo la película “Valkiria” dijo en una rueda de prensa en Seúl: “Siempre quise matar a Hitler” ¡imaginate un sobreviviente judío del Holocausto!

En fin, debido a que las posturas de los opositores de la pena de muerte han sido fácilmente rebatidos y la falta de sus argumentos hemos concluido que la pena capital es necesario y la solución más efectiva en contra de la criminalidad en Puerto Rico y demás países.

“Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto para hacer el mal” (Eclesiástes 8:11 y Proverbios 21:7).

Referencias:

Capital Punishment: Christian or Barbarian by M.L. Moser, Jr.

Exodus, God, Slavery and Freedom por Dennis Prager