¿Es la ciencia atea, agnóstica o prueba de la existencia de Dios?

“Acabo mi vida con una convicción que brota de lo más hondo de mi corazón: la verdadera ciencia y la verdadera filosofía no pueden ser otra cosa que una propedéutica de la religión cristiana.” – Robert Mayer, científico de la ley de la conservación de energía

Algunos ateos creen que la ciencia es atea y otros ateos, agnósticos y algunos teístas sostienen que simplemente es agnóstica. Si con “ciencia” se refieren al mito de la evolución entonces estamos de acuerdo pues la evolución no prueba que hay Dios y tampoco su inexistencia pues es una teoría naturalista. Sin embargo, el cristiano que diga que la verdadera ciencia no demuestra que hay Dios entonces no solo está contradiciendo su propia Biblia la cual afirma, “Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos.” (Vea Salmo 19:1-4 y Romanos 1:20) sino lo que también han afirmado grandes filósofos y científicos cristianos a través de la historia quienes nunca vieron la ciencia como agnóstica o atea.

Al contrario, grandes filósofos cristianos como Justino Martir (Second Apology VII), Ireneo (Adversus naereses, Libro 1, ch 20), Agustín de Hipona (Confesiones, Libro XIII, ch 18:23,26), Tertuliano (Adversus Marcionem, Book II, ch 3), Juan Crisóstomo (Homilies to the people of Antioch IX.5) y muchos otros en la literatura Patrística siempre afirmaron que Dios creó dos libros verdaderos para que el ser humano pudiera conocerlo, el Libro de la Naturaleza (librum naturae) y el Libro de las Escrituras, siendo la Biblia el más importante.

Al igual que estos grandes filósofos muchos científicos cristianos como Galileo Galilei, Sir Isaac Newton, Robert Boyle, Michael Faraday, Francis Bacon, Kepler y otros grandes intectuales como Dante Alighieri, Thomas Browne, Buenaventura, Ricardo de San Víctor, Raimundo de Sabunde, Escoto Erígena, George Washington Carver y Hugo también percibieron estos dos libros (La Biblia y la Naturaleza) como inspirados divinamente por lo que ubicaron el estudio de la ciencia en el estudio de la creación de Dios y por eso no estaban de acuerdo con que hubieran teólogos que restringieran el estudio de la ciencia. Michael Faraday por ejemplo decía que, “El libro de la naturaleza que hemos de leer está escrito con el dedo de Dios” (Faraday, Prince Consort, Albert in the audience, Seeger 1983, p.101.)

Los deístas como los científicos Albert Einstein y filósofos como Voltaire también creen que la creación es prueba de que hay un Creador pero no creen en el otro gran libro y más importante llamado La Biblia. Mientras que ateos, agnósticos y algunos teístas creen que ninguno de estos dos Libros prueba que hay Dios sino que solo apelan a argumentos a favor o en contra de la existencia de Dios pero afirman no estar seguros. Este tipo de apologética que usan algunos apologistas evidencialistas donde se niega la Biblia y la ciencia como evidencia de la existencia de Dios no ayuda el cristianismo ni a ganar a las almas que cuestionan el cristianismo pues si ellos mismos no están seguros de que hay Dios entonces ¿para qué aceptarlo?

Pero alguien dirá, ¿pero no es Dios un tema religioso o filosófico y por ende fuera del campo científico? Esto es parcialmente cierto. No se puede probar la naturaleza de Dios en un laboratorio puesto que la ciencia trata con el mundo natural (física) y Dios es espíritu (inmaterial). Por tanto, tratar de estudiar la naturaleza de Dios a través de la ciencia es como tratar de buscar plástico con un detector de metales pues la ciencia y la religión son dos campos diferentes. Así como la ciencia no es el método correcto para estudiar el arte y la ética tampoco es el método correcto para estudiar la naturaleza de Dios puesto que eso le corresponde al campo de la filosofía y teología bíblica.

       Sin embargo, aunque ambas tienen sus límites y diferencias eso no significa que sean incompatibles pues argumentos como el Kalam, el argumento teleológico, el ajuste fino, el diseño inteligente y la información biológica del ADN las cuales están basadas en hechos científicos demuestran que se podemos saber que existe un Dios personal, inmaterial, eterno, inteligente y poderoso tal como describe la Biblia. Por tanto y como siempre han sostenido grandes filósofos y científicos, ambos libros no se contradicen, sino que se complementan.

      Se puede ilustrar esta verdad diciendo que tampoco podemos ver en persona o hacer un examen general del cuerpo de la persona que hizo la Mona Lisa pues Leonardo Da Vinci ya no está fisicamente presente entre nosotros. Sin embargo, su obra maestra demuestra que su famoso y gran pintor existió. Lo mismo se puede decir de Dios y el universo. En otras palabras, así como una pintura, reloj o edificio son pruebas de un pintor, relojero y constructor (aunque no hayamos visto fisicamente a sus diseñadores), la creación misma también es prueba de que hay un Creador (aunque no hayamos visto fisicamente a Su Diseñador). Por tanto, de la misma manera que no hace falta ver al que hizo mi reloj para saber que tuvo que haber tenido un relojero tampoco se necesita ver el Creador del mundo para saber que existe pues toda la creación (la vida misma y el entero universo) son evidencias visibles de un Creador invisible (Salmo 19:1-4 y Romanos 1:20).

     Como decía el filósofo de la naturaleza y reverendo, John Mitchell de Thornhill, responsable de haber descubierto que en el cosmos existen los hoyos negros, “No vemos a quien dejó las huellas en la arena, sin embargo, sabemos que alguien estuvo allí” (Hebreos 3:4). Lo absurdo e ilógico sería decir que como no veo el pintor, constructor, relojero o el Dios Creador entonces no creeré que ninguna de estas cosas tenga un diseñador inteligente. Lamentablemente, ese el problema con los ateos. Como dijo el filósofo y apologista cristiano, C.S. Lewis, “Ver no siempre es creer”. En otras palabras, no es que el fanático ateo no vea evidencias para Dios, el problema es que no quiere aceptar las evidencias que demuestran su existencia pues como dice un dicho, “No hay peor ciego que el que no quiere ver”.

        Algunos ateos objetan a esto diciendo que es una falsa analogía porque las máquinas artificiales son hechos por el hombre y la naturaleza por el azar evolutivo. Sin embargo, nuestro argumento teísta no es una comparación inválida puesto que ambos tienen orden, complejidad y marcas de diseño. De hecho, la naturaleza tiene más orden, complejidad y marcas de diseño que cualquier artefacto humano lo cual da más razón para creer que existe una mente inteligente detrás de nuestro gran universo ya que lo opuesto seria aceptar que todo vino por un azar evolutivo y de la nada lo cual es absurdo, irracional y operacionalmente imposible. Como afirma el profesor de Ingeniería de diseño en la Universidad de Bristol, Inglaterra, Stuart Burgess, “Como diseñador, nada dentro de las capacidades del hombre puede compararse con lo que Dios ha diseñado.” Stuart Burgess ha diseñado partes de satélites para la NASA y más recientemente, diseñó las transmisiones de las bicicletas británicas para las olimpiadas, las cuales ganaron seis medallas de oro y rompieron el récord mundial dos veces.

Muchos ateos cientificistas tienden a preguntar burlamente que si eso es así entonces que le mencionemos un científico que haya ganado el Premio Nobel probando que Dios existe para asumir que la ciencia es atea o agnóstica. Pero tal mito podría ser volteado al preguntarles también, ¿y qué científico ha ganado el Premio Nobel probando que Dios no existe? Obviamente ninguno. ¿Por qué? Porque el ateísmo sólo significa la creencia o doctrina de que no hay Dios o la negación de su existencia. En otras palabras, no tiene nada que ver con ciencia. De hecho, cualquier ignorante en ciencia puede dejar de creer en Dios y nunca en la historia el ateo ha podido demostrar su propia postura con evidencias empíricas.

            Además, como dije, para saber que el ateísmo es verdadero habría que saberlo todo (omniciencia) y estar en todas partes (omnipresente) para saber si no hay Dios en ninguna parte del universo o fuera de ella lo cual es científicamente imposible. La ciencia (conocimiento) simplemente tiene sus límites y quizás por eso algunos científicos como el profesor de física y astronomía, Marcelo Gleiser, dicen que el ateísmo y el método científico no son compatibles. Por tanto, decir que la ciencia es anti-Dios o que la ciencia es opuesta a la religión no es solo cometer una falacia non sequitur (no se sigue, no se deduce) y un error de categoría sino demostrar ignorancia en cuanto a religión y ciencia se refiere.

Como dice el sacerdote, astrónomo y científico planetario, Guy Consolmagno, “Es curioso, la gente que piensa que hay una contradicción entre la ciencia y la religión, generalmente, no saben qué es ciencia o no saben qué es religión, o ambas.” Al fin y al cabo, el laboratorium fue originalmente el lugar donde se laboraba orando y hasta científicos ateos y agnósticos como Peter Higgs y Paul Davies admiten que la ciencia y la religión pueden ser compatibles. Entonces ¿por qué no hay verdadero conflicto entre ciencia y religión? No solo porque la Biblia enseña que la creación es prueba de que hay un Creador (Salmo 19:1-4 y Romanos 1:20) y que por ende no hay excusa para ser ateo sino porque el orden, la complejidad, el ajuste fino, la belleza y las marcas de diseño que observamos científicamente en el universo entero y la vida misma exigen y demandan un Diseñador inteligente lo hayamos visto o no.

Esta es la razón por la que históricamente la mayoría de los grandes científicosy ganadores de Premio Nobel como Roger Bacon, Gregor Mendel, Lord Kelvin, Louis Pasteur, James C. Maxwell, Max Planck, Arthur Compton, Derek Barton, Wernher von Braun, Robert Andrew Milikan, K.L. Schleich, William D. Phillips, Sir Arthur Eddington, Werner Heisenberg, Sir William Bragg, Charles H. Townes, Joseph Murray, Joseph H. Taylor, Sir Isaac Newton, Albert Einstein y otros han afirmado que mientras más estudian ciencia más creen en Dios. En otras palabras, para los verdaderos expertos, la verdadera ciencia se inclina a favor del teísmo y en contra del ateísmo.

En resumen, a la ciencia simplemente no le importa el ateísmo o agnosticismo, sino que mas bien investiga cómo Dios construyó el universo pues la ciencia y la religión no se contraponen, sino que se complementan, se interrelacionan y son consistentes. Estas son las razones por las que el verdadero cristianismo nunca ha descartado la ciencia pues ambos libros son fuentes de información para que nuestro entendimiento con la realidad total (espiritual y física) sea más completa y correcta. En palabras de los Primeros Apologistas y Padres de la Iglesia, “Concluimos que Dios es conocido primeramente por la Naturaleza y luego y más particularmente por la doctrina, por Naturaleza en Sus obras, por doctrina revelada en Su Palabra.”

 “No se concibe que filósofos y hombres de ciencia hayan querido herir de muerte toda investigación trascendental. Es esto tan absurdo como si los pájaros se cortasen ellos mismos sus propias alasEs innegable que el reinado de la fe concluye y que empieza de la razón…Razón que, en su positividad, no excluye el alma, el espiritu, Dios, sino que los reclama, los hace necesarios. ¡Oh ciencia! ¡La verdadera ciencia! Eres teología. De ti saldrá el conocimiento de Dios. ” – Tomado del libro, “Filosofía de lo maravilloso positivo” de Sánchez Calvo, filósofo asturiano, políglota, escritor y muy versado en las ciencias europeas

4 thoughts on “¿Es la ciencia atea, agnóstica o prueba de que hay Dios?”
    1. El mundo físico es decir, la vida y el universo (la creación de Dios lo cual prueba que hay un Creador)

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