Una forma deductiva y resumida de presentar el argumento de la belleza es de la siguiente manera:

  1. Sin Dios no existe la belleza objetiva

Pues sin Dios la belleza, al igual que la moral, también sería subjetiva y no habría necesidad de decir que algo o alguien es bello o no si todo es relativo o cultural.

Es decir, no tiene caso hacer juicios estéticos de carácter normativo en la naturaleza pues no existe una manera para determinar la fealdad y la belleza en forma objetiva, absoluta y universal.

2. Existe la belleza objetiva.

El hombre aprecia la belleza en su alrededor (como el arte, música, literatura, el universo y los seres vivientes) porque nace con un conocimiento innato para distinguir entre la belleza y la fealdad. Además de que se ha comprobado a través de experimentos científicos y psicológicos que la belleza es biológica, objetiva, absoluta y universal por lo que se puede medir y saber sus propiedades o atributos en el cuerpo humano y en el resto de la naturaleza sin importar su entorno social o cultural. Este hecho científico coincide con la Biblia la cual también habla de la belleza en forma objetiva.

3. Se concluye que Dios existe.

Por tanto, y como decían los filósofos Agustín de Hipona y Tomás de Aquino, entonces ¿de dónde viene la belleza? La belleza que observamos objetivamente en el mundo es prueba de un Diseñador inteligente que lo creó de esa manera y un mero reflejo de la belleza inmutable, eterna y perfecta de Su Creador.

Objeciones:

  1. Muchos ateos y feministas (principalmente los activistas de la aceptación de la gordura) creen que la belleza no existe o que es relativa y que por ende sólo está en el ojo del observador.

Sin embargo, durante siglos los grandes filósofos, científicos y matemáticos de la antigüedad como Aristóteles, Platón, Plotino, Pitagoras, Cicerón, Agustín de Hipona, Tomás de Aquino, Leonardo da Vinci y muchos otros, siempre consideraban la belleza como una cualidad objetiva.

Pero ¿qué pruebas hay de que la belleza es objetiva, innata y universal? ¿Acaso la belleza puede ser medido?  De hecho, sí, a la estética se le suele llamar “la filosofía del arte” sin embargo la belleza también puede ser medido científicamente a través de la simetría del cuerpo, proporción áurea, intensidad, orden, armonía, congruencia y unidad. Si tiene estos atributos o propiedades entonces tiene belleza. La fealdad vendría siendo lo opuesto a todo esto. En otras palabras, la belleza tiene su base en la biología y no en la cultura.

De hecho, los humanos tienen la habilidad de reconocer y apreciar la belleza naturalmente. Esto fue comprobado no sólo en la psicología de Harvard sino también en las instalaciones de grupos de investigación sobre atención, percepción, y adquisición del lenguaje de la Universidad de Barcelona. A través de fotos donde aparecían dos personas, una atractiva y otra menos atractiva, los bebés miraban con más tiempo las caras más atractivas al igual que sus padres (los adultos) por lo que Nancy Etcoff, psicóloga de la Harvard Medical School, concluía diciendo que “Nadie necesita lecciones de belleza. Incluso los bebés saben reconocerla.”

También hubo un documental en Discovery Channel donde Steven Marquardt, un cirujano plástico y dedicado al estudio de la belleza, formó parte de un grupo de médicos y científicos para demostrar que todos tenemos una idea común de la belleza. Marquardt realizó el estudio con fotos de diferentes rostros de personas reales de un libro de medicina para que personas de diferentes edades y lugares los pusiera en orden de lo que ellos creen son los más bellos a los menos bellos. Más del 97% los colocó en el mismo orden (Discovery Channel, “Ciencia del sex appeal”). Ivan Mañero, juez de concursos de bellezas, también ha notado que estos juicios estéticos siempre han sido similares en los concursos de belleza a través de los tiempos por lo que ya estas reglas de belleza ya ha pasado de la filosofía a la ciencia y las matemáticas pues existe una geometría abstracta de la belleza que se basa en la biología y que facilita la salud y la fertilidad.

Aunque esto ya lo sabían los antiguos como el gran artista y científico Leonardo da Vinci. El Hombre vitruviano de da Vinci por ejemplo demuestra el estudio y las medidas que sirven como “un mapa de la belleza facial y corporal”. En otras palabras, mientras más se acerca este el rostro y la forma corporal del ser humano a la llamada ‘divina proporción’ o sucesión de Fibonacci, más atractiva (o simétrica) es y mientras más lejos está, menos atractivo (o simetrico) es. Por tanto, estos estudios científicos, médicos y matemáticos demuestran que la belleza puede cuantificarse, que es igual en todos lados y que no está en el ojo del observador como algunas personas sostienen.  Además de que a nadie, sin importar la cultura que sea, encuentra atractivo o cultivador, la piel y el cabello con muchas imperfecciones.

Algunos afirman que en la época del renacimiento, los artistas preferían pintar a las mujeres gordas porque se les consideraban bellas y que eso demuestra que la belleza es algo cultural y subjetiva. Sin embargo, los cuadros de esas épocas antiguas donde el artista como Rubens pintaba a las mujeres obesas no era porque las consideraba hermosas sino porque estaba expresando un reflejo de la crisis económica de su tiempo y la diferencia social donde las mujeres pobres eran extremadamente delgada y sin maquillaje mientras que las ricas eran gordas y maquilladas. De hecho, si nos vamos a años antes de esa época y donde vivían bien se verá que las obras de arte del renacimiento de Rafael y Botticelli eran modelos que no eran obesas.Además, la belleza también está ligada y sirve para publicitar la salud y la fertilidad. Otros de sus beneficios es que facilita la búsqueda de trabajo, la toma de decisiones, el éxito en la vida amorosa y otras ventajas sociales. En términos científicos a esto se le conoce como el efecto halo. Quizás esto no suene justo pero es la realidad y así como las prisiones demuestran que creemos en una moral objetiva, la percepción de nuestra sociedad demuestra que creemos en una belleza objetiva. No se trata de que la belleza sea cultural sino que así funciona el mundo porque la belleza tiene marcas biológicas que demuestran la misma.

2. Algunos aceptan que la belleza es objetiva pero sostienen que es solo un accidente del proceso evolutivo, no de la creación de Dios.

Sin embargo, las reglas de la belleza no pueden venir de la evolución porque la biología es descriptiva, no prescriptiva.  La evolución enseña que los más fuertes sobreviven, no los más bellos y si la belleza viniera de la evolución y la evolución es un proceso que cambia entonces al igual que la moral sería subjetiva, cultural y relativa, no objetiva. Además, como ya se ha demostrado, los humanos tienen la habilidad de reconocer y apreciar la belleza en diferentes áreas ya sea en la música, la pintura, la arquitectura, la escultura, el universo y los seres vivientes. Sin embargo, no hay evidencia de que los simios tienen alguna apreciación de las cosas bellas hechas por el hombre o en la naturaleza sino sólo el hombre y como decía el filósofo Agustín de Hipona, ¿de dónde se deriva la noción de la belleza a menos que haya sido “construido” en nuestras mentes y quién lo puso ahí sino Aquel que tiene belleza perfecta e inmutable? (Salmo 27:4).

El Hombre vitruviano de Leonardo da Vinci muestra el estudio de las hermosas proporciones en el cuerpo humano. Sin embargo no se pueden usar estas medidas de belleza en los gorilas y los chimpancés. El cuerpo humano tiene una belleza anatómica que es muy superior y diferente a la de ellos por lo que no es razonable pensar que la belleza humana vino de estos animales, principalmente cuando no existe un solo gen en nuestro ADN que sea responsable o este relacionado con la belleza.  Lo mismo se puede decir con nuestras facciones físicas. Biológicamente, el ser humano tiene la habilidad de hacer más de 10,000 diferentes tipos de expresiones emocionales con su rostro. Esto también lo diferencia de los simios los cuales solo pueden hacer muy pocas. Estas diferentes expresiones humanas sólo son útiles si solo pueden ser reconocidas y detectables. Estas facciones únicas en los seres humanos tampoco pueden ser explicadas con la evolución porque sólo tienen como propósito la comunicación, no la sobrevivencia.

Además, y como explica C.S. Lewis en su Argumento de la belleza natural, “Los anhelos provocados por la belleza terrenal no pueden explicarse por un universo material ciego y mecanicista. Requirieron una causa trascendente fuera de la naturaleza. Esta causa no era necesariamente personal, pero iba más allá de la materia ciega y la energía. Como consecuencia, volvió a colocar a un agente inteligente sobre la mesa como una de las opciones para la discusión.” Por tanto, la mejor explicación para el origen de las miles de diferentes expresiones humanas no es el proceso evolutivo por el azar sino de un Dios que lo diseñó de esa manera para que el hombre pudiera comunicarse con Dios y con otros.

Sin olvidar que la capacidad del pensamiento racional y la apreciación por la belleza es lo que esperaríamos del hecho de que los humanos son creados a imagen de un Dios que es infinitamente racional, moral, creativo y amante de la belleza. Los animales como los simios no muestran estas características y no es razonable pensar que surgieron de un proceso ciego, sin dirección, sin propósito y por el azar. Por tanto, la evolución no tiene nada que ver con la belleza. Al contrario, refuta la evolución y el ateísmo y apoya el argumento teleológico. La belleza biológica y el conocimiento innato que tenemos para reconocerla no son un accidente de la naturaleza sino el resultado de un diseño divino. Así que así como los grandes filósofos y científicos de la antigüedad como Fibonacci, Da Vinci, Tomás de Aquino, Newton, Agustín de Hipona, Aristóteles y otros tenían razón de que la belleza es objetiva también estaban en lo correcto cuando decían que era evidencia de la creación de Dios.

Otros grandes científicos, filósofos y matemáticos como Paul Dirac, Erwin Schrodinger y muchos otros también afirman que la belleza se encuentra en los seres vivientes sino también en el universo y en forma objetiva, no subjetiva. El filósofo agnóstico Bertrand Russell también veía belleza en las matemáticas pero no lo veía como un argumento válido para la existencia de Dios sino que simplemente se lo atribuye al hombre. El problema de esto es que el hombre no inventa la belleza que vemos en las matemáticas sino que como ya se ha comprobado solo las descubre. Como decía el filósofo Agustín de Hipona, el hombre es sólo espectador y no el creador de la belleza.

3. Otros como Joseph McCabe señalan la existencia de diferentes tipos de maldad y fealdad para tratar de invalidar el argumento de la belleza.

Como siempre tales argumentos ateístas ignoran la teología básica cristiana de que todo lo que Dios creó era bueno, perfecto y hermoso. Fue el pecado del hombre que hizo que todo se corrompiera, incluyendo la belleza de los seres humanos y el resto de la creación (Génesis 3 y Romanos 8:20-23). Sin embargo, aunque todavía se puede contemplar la belleza en la vida y el universo, también puede ser cultivado o distorsionado pues en un mundo caído Podemos perder nuestro gusto por la belleza y hasta desarrollar un gusto por lo horrible. A pesar de esto, la belleza es en sí mismo, una cuestión de verdad objetiva. La presencia de la belleza está en el cuerpo humano y en el arte aunque haya algunos que no sea lo suficiente sensitivo para percibirlos. La manera que experimentamos la belleza muestra esto. Nos impresiona algo hermoso y reaccionamos espontáneamente con expresiones de sorpresa, gratitud, maravilla, reverencia y apreciación. Estas reacciones muestran que tales atributos no son bellos solo porque pensamos que lo son sino porque tiene belleza, independientemente de lo que pensamos (Eclesiastés 3:11).

En otras palabras, la belleza humana es objetiva y biológica porque el hombre fue maravillosamente creado (Salmo 139:14), no formado de un proceso ciego evolutivo al azar y hecho un poco menor que los ángeles, no un poco mayor que las bestias (Salmo 8:5). La misma habilidad del hombre de comunicarse y de expresar sus emociones muestran que fue hecho a la imagen de Dios, no a la imagen de los simios (Génesis 1:27). En fin, así como la moral es objetiva y está basado en la naturaleza de un Dios moral, la belleza también es objetiva y está basado en la naturaleza de un Dios de suprema belleza (Salmo 27:4 y Salmo 50:2) por lo que nuestro deseo por la belleza también es una expresión de nuestra necesidad humana por Dios, saludos. 

Fuentes:

La Ciudad de Dios y Las Confesiones de Agustín de Hipona

“The Existence of God” y “Is There a God?” del filósofo británico de la Universidad de Oxford, Richard Swinburne

Historia de la Belleza (2004), Umberto Eco, filósofo italiano, crítico literario y novelista

Ateísmo y el problema de la belleza, Joe Heschmeyer

Transpositions and Other Address, C.S. Lewis

Doce Maneras para Conocer a Dios, Dr Peter Kreeft

“Searching for Adam”, Terry Mortenson, Ph.D.