Iglesia: Pentecostal

Fundadores y propagadores: Charles Fox Parham, William J. Seymour. Varios líderes con ministerios por radio y televisión.

Autoridad: La Biblia y las “revelaciones”.

Teología: Varía según la iglesia. Algunas iglesias creen en la Trinidad; otras son unitarias (Jesús solo). Por lo general creen en el pastorado de la mujer y niegan la doctrina de la seguridad eterna del creyente.

Atracción especial: Énfasis en el don de lenguas, la profecía (insistiendo en la importancia de los profetas modernos actuales) y la sanidad.

Miembros: 600.000.000 en el mundo entero en 2006.

Quiero empezar diciendo que nosotros los Bautistas fundamentales no consideramos a la iglesia Pentecostal como una secta religiosa. Al contrario, como dijo el evangelista, pastor Bautista y editor fundador de La Espada del Señor (Sword of the Lord), John R. Rice, muchas personas del movimiento pentecostal “son buenos cristianos que creen en la Biblia, aman al Señor y hasta he predicado junto a ellos en la Asamblea de Dios y con el Dr. Flowers.” Amo a las personas que aman a Dios pero estoy en desacuerdo con algunas cosas de su movimiento de lenguas y algunos de sus líderes principales.” (John Rice, False Doctrines and Claims of Tongues People). El movimiento Pentecostal dentro del cristianismo protestante fue impulsado cerca de 1901 por Charles Fox Parham, un ministro de origen metodista en Topeka, Kansas. Para fines del siglo diecinueve, en los estados del medio oeste de Estados Unidos de América muchos metodistas y otros creyentes simpatizantes del movimiento “Santidad” (Holiness Movement) estaban obsesionados con sanidad divina y la posibilidad de hablar en lenguas. El movimiento de la Santidad buscaba que los cristianos vivieran vidas santas, completamente separadas del mundo, y anhelaba un acercamiento más real a Dios, que el cristianismo nominal del siglo XIX, y por eso el énfasis en la “vida profunda espiritual” y en “los dones espirituales”. Entre ellos figuraba Charles Fox Parham, universitario de dieciocho años de edad. En el año 1900 Parham abrió el Colegio Bíblico de Betania en Topeka, Kansas, con el propósito de propagar sus creencias. Enseñaba que Dios daría a sus seguidores el don de hablar otros idiomas, sin tener que estudiarlos, con el fin de hacer factible la evangelización de toda la tierra en poco tiempo. Enseñaba que el don de lenguas no era el poder de hablar lenguas angelicales o jerigonzas sino el de hablar otros idiomas sin previa preparación.

La noche de Año Viejo de 1900 (diciembre 31, 1900), Parham y sus alumnos celebraron un culto para recibir el Año Nuevo. Agnes Ozman, una evangelista de treinta años de edad, pidió al presidente de la escuela que le impusieran las manos para que recibiera al Espíritu Santo, pues deseaba salir a otros países, a lo que Parham accedió gustoso. Como resultado, Agnes Ozman recibió lo que ella llamó el bautismo del Espíritu y habló en “lenguas”. Agnes comenzó a hablar supuestamente en chino por tres días corrido. A partir de ese evento, Parham fue el primero en formular una doctrina que señalaba al don de lenguas como “evidencia bíblica” de recibir el bautismo del Espíritu Santo. Inmediatamente Parham se dio a la tarea de promover el don de lenguas, y muchos se entregaron a la causa. Se corrió la voz en todo el país y luego en el mundo. Durante los días subsiguientes, aproximadamente la mitad de los treinta y cuatro alumnos, incluso Parham, hablaron “lenguas”. Mientras que a Agnes Ozman se le aseguró un lugar en la historia del Pentecostalismo por ser ella la primera en hablar en lenguas en el Colegio Betania de la Biblia de Charles Parham.

En el año 1905 Parham predicó en Texas, ganó adeptos y fundó otro Colegio. William J. Seymour, un afro americano e hijo de esclavos, asistió a este Colegio y abrazo el mensaje de Parham. Puesto que el Colegio creía en la segregación a Seymour no se le permitía sentarse con los demás estudiantes en la clase de Parham. Solo podía escuchar las enseñanzas de Parham fuera del salón. A pesar de que Seymour rechazó la enseñanza de Parham de que los Anglosajones era la raza escogida de Dios aceptó su teología con relación a las lenguas y la llevó a Los Ángeles donde convirtió un destartalado edificio que había pertenecido a la Iglesia Africana Metodista Episcopal, ubicado en 312 Azusa Street, en un centro internacional de avivamiento. Según el historiador pentecostal, Vinson Synan, William J. Seymour era descrito como una persona “torpe como orador, falto de destrezas sociales… de escasa preparación académica… con un ojo ciego” (Synan, Holiness-Pentecostal Movement, 103).

Días después Seymour experimentó lo que tanto buscaba. En 1906 se habló en lenguas en la calle Azusa, en Los Angeles, California, y de estos dos eventos, en 1901 y 1906, se desarrollaron las principales denominaciones pentecostales que aún permanecen entre nosotros como las Asambleas de Dios, La Iglesia de Dios Pentecostés, y hasta grupos unicitarios como el de Jesús Only (Sólo Jesús), que niega la Trinidad. Numerosos creyentes, motivados por la sed espiritual viajaron hasta la ciudad de Los Ángeles a fin de comprobar personalmente lo que ocurría. En semanas, gente de todas las razas acudía a los servicios en los cuales los feligreses se caían al piso y proferían sonidos extraños e ininteligibles. El movimiento se esparció con tal rapidez que recibió el nombre de “Pentecostal”, aludiendo al advenimiento del Espíritu Santo el día del Pentecostés en Jerusalén (Hechos 2:4).

Sin embargo Pentecostés es un día, y no un “poder” o “manifestación” del Espíritu Santo. NO es sinónimo de “Espíritu Santo”, “lenguas angelicales” o los dones sobrenaturales del Espíritu. Pentecostés es la traducción del vocablo griego que significa “quincuagésima”. “Quincuagésimo, -a. Adjetivo ordinal y partitivo que corresponde a cincuenta” (Diccionario de uso del español, Tomo II, 914. Editorial Gredos, Madrid, España). En el contexto de Hechos, el capítulo dos, “Pentecostés” señala el día cincuenta después de la Pascua. Al revisar en el Nuevo Testamento toda la terminología aplicada a la iglesia observamos que “Pentecostés” no aparece como una identificación aceptable para ella. Tampoco sus derivados, por ejemplo, “pentecostal”. O sea, la iglesia de Jesucristo nunca se identifica como “pentecostal”, hecho que no sorprende al estudioso de las Sagradas Escrituras, pues es evidente que el nombre de una fiesta judía abolida no es apropiado para el Nuevo Pueblo de Dios regido por un Nuevo Pacto  (Colosenses 2:14-16; Gálatas 4:10-11).

En cambio, el único nombre divino del Nuevo Testamento que podría estar de acuerdo con la Gran Comisión es el término “Bautista”. El diccionario Webster define Bautista como “uno de una denominación de cristianos que sostienen que el bautismo debe ser administrado por inmersión y solamente a los creyentes”. Es el nombre de una iglesia, porque se refiere a un programa que Jesús dio a sus iglesias para hacer hasta que El vuelva (Mateo 28:18-20). Después de todo decir que la Iglesia se fundó en Pentecostés, es decir que Jesús no fundó Su Iglesia, pues en Pentecostés ya Jesús se había ido al cielo (Hechos 1:9-11). El Señor Jesucristo dejó Su Iglesia establecida aquí en la tierra en Jerusalén para el año 32 o 33, antes de Pentecostés (Mateo 16:18). Mientras que fue en los cultos de Azusa Street, en Los Angeles, California (no en Jerusalén) del 1906, donde Seymour con su falta de entrenamiento teológico orquestó un maratón de arrebatos de histeria emocional, que empezó el nacimiento del Pentecostalismo. De hecho, en ese lugar en la calle Azusa, en el corazón del barrio que se conoce como Pequeña Tokio, se ve una placa conmemorativa donde no hace mucho decenas de miles de partidarios se reunieron para conmemorar los cien años del movimiento donde se alzó la iglesia original del Movimiento Pentecostal (El Nuevo Día, 3 de mayo de 2006).

Descripción de los cultos en Azusa Street.

-Las reuniones comenzaban a las 10:00 a.m. y continuaban durante por lo menos doce horas, terminando a las 2:00 o a las 3:00 a.m. del día siguiente.

-Seymour no predicaba a menudo, pero al subir al púlpito solía leer solo dos o tres palabras a la vez de la Biblia. Luego, andaba por el salón, retando cara a cara a los incrédulos, vociferando “¡Que se suelten las lenguas! ¡Sean receptivos!”

“No había himnarios, liturgia u organización de ministerios. La mayor parte del tiempo no había instrumentos de música. Alrededor del salón los hombres saltaban y gritaban. Las mujeres bailaban y cantaban. Las personas cantaban a la vez, pero con diferentes sílabas, ritmos y melodías.”

-Cada rato, caería alguien vencido por “el poder de Dios”, o extasiado.

-La congregación se componía de distintas razas, hasta veinte representadas para un servicio de cena del Señor y lavado de pies.

-Espiritistas y medios de organizaciones ocultas intentaban conducir “sesiones” en medio de los servicios. Seymour escribió varias cartas a Parham pidiendo su consejo sobre el fenómeno.

-Se dice que varias personas caían postrados en las calles de Azusa antes de llegar a la nueva iglesia porque “el poder de Dios” se podía sentir aun en las afueras del edificio.

– El 18 de abril de 1906, Los Ángeles Times publicó un artículo al respecto de este movimiento en su primera página. Los lectores se sorprendía al leer el titular de la primera plana que decía: “Babel Extravagante de Lenguas: Se Desata Nueva Secta de Fanáticos”. 

-Un reportero del periódico “Times” visitó la nueva iglesia en Azusa Street, informando que “afro americanos, con unos pocos blancos… practican los ritos más fanáticos, predican las teorías más descabelladas, y se agitan a sí mismos hasta crear un estado de frenesí loca fruto de su celo peculiar”. Referente a Seymour el reportero escribe: “Con su ojo duro fijado en algún pobre incrédulo el viejo grita desafíos y reta que responda. Se amontonan anatemas sobre quienquiera tenga la osadía de cuestionar las enunciaciones del predicador”.

-División y racismo en Azusa Street. Parham visita, censura y es rechazado. Mengua la congregación. Se cierra el local.

-La “iglesia madre” de Azusa Street se dividió a causa de conflictos de personalidad, fanatismo, diferencias doctrinales y discriminación racial.

-Algunos blancos abandonaron la congregación alegando que los afro americanos no permitían que personas de otras razas integraran el liderato.

-Se reportó que el mismo Seymour pidió a los hispanos que se fueran.

-Parham visitó a la nueva iglesia de Azusa Street en octubre de 1906. “A Parham le escandalizaron las manifestaciones llamadas `espirituales’. Se echaba para atrás disgustado al contemplar lo que Seymour tenía por enviado por Dios, aun catalogando como espiritistas a algunos adherentes.”

-Escribió Parham: “Me senté en la tarima de Azusa Street, y vi manifestaciones de la carne, manipulaciones de espiritismo, a personas que practicaban el hipnotismo en el altar sobre candidatos que buscaban el bautismo, aunque algunos recibían el bautismo auténtico del Espíritu Santo. Después de predicar dos o tres veces, dos de los ancianos, uno de ellos practicante de hipnosis, me informaron que ya yo era persona no grata en ese lugar”.

La división resultante nunca se sanó. Seymour murió en 1922. La congregación de Azusa Street dejó de existir y el edificio fue destruido. Parham constantemente viajaba a iglesias Pentecostales predicando campañas en el medio oeste, Texas, la costa del Atlántico y Canadá, reclamando de trece mil hasta veinticinco mil seguidores. Muchos denunciaron a Parham como un “fanático flaco y enfermizo”. Se regaron rumores de que era homosexual practicante y en 1907 fue arrestado por sodomía, pero se retiraron los cargos. Lamentablemente, también hay mucha evidencia de que Parham, quien era un estricto segregacionista, apoyo y se envolvió en la fundación de los Ku Klux Klan (Synan, Holiness-Pentecostal Movement, 106). Pasó sus últimos veinte años en Baxter, Kansas, donde falleció en el año 1929 a la edad de 56 años. Sin embargo, la doctrina Pentecostal siguió expandiéndose no solo en Kansas, Texas y Los Ángeles sino también a otras partes del mundo.

Reflexiones inquietantes sobre el origen, el progreso
y las prácticas del Pentecostalismo

  1. Su principal fundador es Charles Fox Parham, puro “neófito” en asuntos espirituales, pues tenía solo dieciocho años de edad cuando empezó a predicar la doctrina de “lenguas extrañas” como evidencia necesaria del bautismo en el Espíritu Santo. ¿Es sensato darle tanta autoridad y credibilidad a un “neófito”? ¿Seguirle ciegamente? El que ejerce autoridad en la iglesia no debe ser “un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo” (1 Timoteo 3:6). Aun los diáconos han de ser “sometidos a prueba primero, y entonces ejerzan el diaconado, si son irreprensibles” (1 Timoteo 3:10).

2. Influenciada por Parham, Anges Ozman, una mujer joven, habla “lenguas”. Adultos jóvenes, neófitos en asuntos espirituales, son los fundadores del Pentecostalismo. En esta misma categoría de “neófitos que fundan iglesias” se encuentra José Smith, el joven fundador de los “mormones”, cuyo nombre oficial es “La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días”, otra entidad religiosa que eleva supuestas “nuevas revelaciones” por encima de la Biblia.

Para el cumplimiento legítimo de la Gran Comisión, hay que entregar el evangelio puro “a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros” (2 Timoteo 2:2), y no a neófitos u hombres faltos de entendimiento bíblico. Lejos de cumplir la Gran Comisión, los pentecostales, desde su inicio, la frustran entregando el falso evangelio del “avivamiento” a neófitos, como también a mujeres y hombres no idóneos para enseñar a otros por desconocer o torcer ellos mismos “los rudimentos de la doctrina de Cristo” (Hebreos 6:1-3).

3. William Seymour, el “profeta de Pentecostés”, que lleva el mensaje de Parham a Los Ángeles, es un hombre casi sin letra que impone sus interpretaciones a gritos, lanzando anatemas.

Claro, un siglo después de nacido el Pentecostalismo, personas “profesionales” (maestros, contables, abogados, médicos) militan en las filas de los “avivados” pero el tener preparación académica, hasta una maestría o doctorado, o ser “profesional” ni siquiera implica tener también conocimiento amplio de la doctrina bíblica o entendimiento acertado de lo espiritual, ni tampoco exime de los efectos del sentimentalismo religioso. ¿Cuántos profesionales siguen ciegamente la idolatría tradicional de la Iglesia Romana? ¿Cuántos son espiritistas, creen en la astrología, se solidarizan con los proponentes de la Nueva Era o son ateos?

4. ¡Que cuadro de “fundadores”! A la larga, el alumno Seymour repudia a su maestro Parham. De los dos, Parham es el más cuerdo y entendido. Enseña, correctamente, que las “otras lenguas” de Hechos dos son otros idiomas, pero su entendimiento no prevalece. Discierne y denuncia varios errores mayúsculos practicados en Azusa Street. Lo botan del local.

          5. Parham y Seymour desatan una ola de emocionalismo religioso, de existencialismo “espiritual”, que pronto se convierte en un gigantesco maremoto que inunda los corazones de millones. En el presente (2018), el número de pentecostales y carismáticos son millones. Desde Topeka, Kansas y Los Ángeles, California, está establecido el patrón para la expansión del pentecostalismo, “patrón” defectuoso en sus premisas elementales. ¿Y cuáles son los defectos?

a) Neófitos espirituales que asumen la función de fundadores de iglesias.

b) Líderes espirituales que ignoran la sana enseñanza del Espíritu Santo en el Nuevo Testamento.

c) Entusiasmo y fervor religioso mal canalizados.

d) Manipulación sicológica de las masas que desconocen las Sagradas Escrituras.

e) Defectuoso, sin apoyo bíblico, pero efectivo y productivo en grado sumo.

6. Al considerar el crecimiento fenomenal del pentecostalismo ¿debemos concluir que Dios mismo actuará mediante Parham y Seymour, a pesar de sus flaquezas, y la iglesia en Azusa Street, a pesar de sus excesos y errores, para hacer caer sobre el mundo la “lluvia tardía”, como dicen los pentecostales, o sea, para derramar al Espíritu Santo sobre el mundo del presente, como sucedió en Pentecostés del año treinta y tres de la Era Cristiana? Para este servidor, semejante conclusión sería del todo desacertada. El número de adeptos de una religión, movimiento o iglesia ¿qué prueba? De cierto, no es evidencia indisputable de autenticidad divina, pues millones y aun billones de almas sirven a dioses paganos o perseveran en iglesias que los mismos pentecostales denuncian como “muertas” o “satánicas”. Entonces, si Dios no actuó en Parham, Seymour y la Azusa Street iglesia, ¿cómo explicar el aplastante éxito del Pentecostalismo que crearon? Sencillo: emociones, ilusiones, fe ciega, interpretaciones doctrinales erróneas que engendran falsas esperanzas, ansias ardientes de experimentar lo sobrenatural, mentes susceptibles a la sugestión y la hipnosis, etcétera.

Lamentablemente, es pequeño el porcentaje de seres humanos en el mundo para quienes la razón, el conocimiento y el entendimiento son más importantes que sensaciones, sentimientos, experiencias psíquicas, “manifestaciones inexplicables”, escalofríos, calentones, éxtasis, sueños y visiones. Fui pentecostal por muchos años por lo que puedo testificar esto por experiencia propia. Pero a la misma vez quiero dejar claro que actualmente muchos hermanos del pentecostalismo clásico e histórico tienen buen testimonio, son reconocidos como grandes ganadores de almas principalmente en Latinoamérica y más estudiosos de la Palabra de Dios. No confundamos ni generalizemos poniendo a todos pentecostal y carismático en un mismo saco como hacen los católicos romanos y algunos reformados antipentecostales. Los Pentecostales y Bautistas no reformados tenemos muy pocas diferencias pero somos similares en cuanto a escatología y soteriología. Como provisionistas y dispensacionalistas tenemos más en común con ellos que con los neocalvinistas. Simplemente creemos que tales hermanos en la fe “tienen celo de Dios, pero no conforme a un pleno conocimiento.” (Romanos 10:2).