Lutero y Calvino, ¿héroes de la fe?

           Moralmente hablando, Martin Lutero condonaba la bigamia y era conocido por su lenguaje soez. Philip Melanchthon, compañero de trabajo y amigo de Lutero, admitió que él no podía negar, ni excusar, ni alabar la vulgaridad de Lutero. Peór aún, tanto Lutero como Calvino fueron conocidos por emplear el uso de la tortura y la persecución religiosa contra miles de cristianos como Servet y los anabaptistas porque no pensaban teológicamente igual que ellos. Hasta un amigo personal de Calvino llamado Sebastian Castellio, escribió reprendiendo su intolerancia y crueldad diciendo que “Si Cristo mismo viniera a Ginebra seria crucificado, porque Ginebra no es un lugar de libertad cristiana. Está gobernado por un nuevo papa, Juan Calvino, que quema hombres vivos mientras que el papa de Roma los estrangula primero.” (Sebastián de Castellio “De haereticis an sint persequendi” y “Contra libellum Calvini”).

Está registrado en los libros publicados en inglés Historia de la Iglesia Cristiana del reconocido historiador reformado y presbiteriano, Philip Schaff, que Calvino fue el principal responsable de la ejecución de Servet de principio a fin como demuestra su carta a su amigo Guillermo Farel (otro reformador protestante) diciendo que no iba a permitir que Servet continuara con vida si es que este iba algún día a Ginebra y así fue. (Steven Ozment, La Edad De La Reforma 1250-1550, 1980, p. 370). Ocurrió debido a él y no a pesar de él, como algunos admiradores fanáticos suelen decir. Él la planeó de antemano pues fue Calvino el que acusó e hizo que arrestaran a Servet y el que escribió los cargos contra Servet de la cual se basaron el Consejo de Ginebra para ejecutarlo en la hoguera con su tácita aprobación. Durante el Juicio a Servet, el mismo Calvino escribió a su amigo: “Yo espero que el veredicto requiera la pena de muerte.” (Walter Nigg, The Heretics [Los Herejes] (Alfred A. Knopf, Inc., 1962), p. 328). Además, el mismo Calvino también admitió, "Honor, gloria y riquezas serán la recompensa de vuestros dolores; pero, sobre todo, no dejéis de librar al país de esos sinvergüenzas, que incitan al pueblo a rebelarse contra nosotros. Tales monstruos deben ser exterminados, como yo exterminé al español Miguel Servet." (Calvino en: H. Beveridge, Obras seleccionadas de Juan Calvino: tratados y cartas, ‎1983 p. 443). Ahí lo tienen, el propio Calvino reconoció que él había exterminado al español Servet, y lo más absurdo de todo esto es que mientras Calvino se responsabilizó de esa muerte, los fanáticos neocalvinistas modernos tratan de eximir a Calvino de la culpa lo cual es absurdo. Después de todo, Servet no fue la única víctima de Calvino sino que muchos otros (incluyendo mujeres) en Ginebra también fueron condenados a la hoguera también por órdenes de Calvino (Historia de la Iglesia Cristiana del reconocido historiador reformado y presbiteriano, Philip Schaff).
       “Así como las autoridades católicas romanas de 1415 quemaron a Juan Hus en la estaca por razones doctrinales, Juan Calvino, similarmente, quemó a Miguel Servet a la estaca.” (Los Herejes, Walter Nigg, pag. 326). De hecho, los primeros en criticar este tipo de fanatismo homicida y el abuso de poder que animaba las entrañas de Calvino fueron los mismos reformados como el francés Sebastián de Castellio y el español Casiodoro de Reina quienes ni siquiera se sentían seguros en la Ginebra calvinista (Casiodoro de Reina, Libertad y tolerancia en la Europa del siglo XVI, Centro de Estudios Andaluces, págs. 30, 84-85 y 90). El pastor y traductor de la Biblia Reina Valera, Casiodoro de Reina, hasta quedó traumado al ver a su paisano, el aragonés Miguel de Servet, rostizado hasta las cenizas y por los miles de anabaptistas que fueron quemados vivos o ahogados por profesar el credobautismo y la libertad de culto.

Hasta un amigo personal de Calvino llamado Sebastian Castellio, escribió en su obra, contra el imperialismo de Calvino reprendiendo su intolerancia y crueldad diciendo que “Si Cristo mismo viniera a Ginebra seria crucificado, porque Ginebra no es un lugar de libertad cristiana. Está gobernado por un nuevo papa, Juan Calvino, que quema hombres vivos mientras que el papa de Roma los estrangula primero.” En estos textos de Castellio defendía con argumentos bíblicos, morales y filosóficos la libertad de conciencia y acusaba al pastor francés, Juan Calvino, de ser como un inquisidor católico que combatió a Servet con las armas en vez de la pluma.
          Sin embargo, Lutero no se queda atrás. Los escritos de Lutero sobre la Guerra de los Campesinos también están llenos de expresiones de odio y fanatismo pues cuando fue criticado en sus últimos años por incitar a los señores regionales a una matanza violenta y despiadada (más de 100.000 campesinos), Lutero respondió en un tono desafiante: “Fui yo, Martín Lutero, quien mató a todos los campesinos en la insurrección, ya que fui yo quien ordenó que los mataran. Toda su sangre está sobre mis hombros. Pero yo la eché sobre nuestro Señor Dios quien me mandó hablar de esa manera.” (Martín Lutero, Werke, edición de Erlangen, Tomo 59, p. 284.). Hasta el mismo Consejo de la Federación Luterana Mundial (FLM) pidió perdón por esta masacre de más de 100,000 campesinos.

              Lutero tampoco supuso progreso a su propio pueblo, sino retroceso al feudalismo que explotaba a los pobres campesinos y todo para buscar la aceptación y protección de los príncipes y reyes alemanes. Como afirma la célebre profesora de Harvard e investigadora del CSIC, la Dr. María Elvira Roca, "Se admira a Lutero como un elemento de modernidad sin el que hubiera sido imposible un mundo democrático y civilizado. Pero es todo lo contrario: la Reforma supuso retroceder al feudalismo y perpetuar el poder de las oligarquías locales en Alemania." Sin olvidar que así como los católicos nunca apoyaron la separación de iglesia y estado, Calvino y Lutero tampoco. Al contrario, usaron el estado para censurar o perseguir a todo aquel que pensaba teológicamente diferente a ellos. De hecho, los anabaptistas como Menno Simons (un antiguo líder anabaptista), contemporáneos de Lutero, inmediatamente se percataron de este nuevo “cristianismo” distorsionado y observaron con tristeza el deterioro moral general que produjo entre la gente común (The Complete Works of Menno Simons, “Obras completas de Menno Simons”, p. 251, 283). 

      Quizás por eso el mismo Erasmo también dejó de apoyar a Lutero pues en 1950, fue publicado en Suiza un libro titulado, "Christianity and Fear" (“El Cristianismo y el Temor”) en el cual el autor, Óscar Pfister, analiza en detalles los crímenes de los reformistas. Con relación a Martin Lutero y Juan Calvino, él escribe la siguiente evaluación que se aplica a todos ellos: “Un estudio del período [de la Reforma] revela que muchos eruditos de la época [como Erasmo, Menno Simons, Moro, Casiodoro de Reina y Castellio], hombres con seguidores que en muchos casos ascendieron a muchos miles, se opusieron celosamente a las persecuciones de los “herejes” y, en el nombre del evangelio, demandaron un tratamiento piadoso. [Prominentes entre ellos estaban] (…) los anabaptistas. Calvino conoció a la mayoría de estos hombres elocuentes, inspirados por el amor, pero la oposición de ellos a la persecución de los herejes no causó la más mínima impresión en él. Por tanto, debe ponerse fin a la mentira antigua de que las crueldades de Calvino se justifican por el ánimo de la época. Y nos asombramos con la gran falta de lógica del lógico [Calvino], cuya indignación creció en contra de la persecución de los protestantes en los países católicos y quien, sin embargo, se mostró tan despiadado con estos supuestos herejes." (Pfister, Óscar: Christianity and Fear, “El cristianismo y el temor”, pp. 418–419, 427–428). 

      La realidad es que ni Jesús, ni los apóstoles ni los padres de la iglesia antenicenos enseñaron tal brutalidad, esa fue una enseñanza de hombres intolerantes y enfermos dogmáticos. Esto debería avergonzar a los admiradores y seguidores modernos de Calvino quienes insisten en considerarlo todavía como un héroe de la fe y Servet un hereje. Pero como dijo Jesús en Mateo 7:15-20 y 12:33 que “por sus frutos los conoceréis”. Otros dicen, "Te hace falta leer sobre Tomas Muntzer. Y la verdadera cara de los AnaBautistas." Sin embargo, muchos Bautistas no reformados como este servidor lo hemos leído tanto como para decirle que lo que ellos afirman gratuitamente es falso. El Dr. Keller, bibliotecario de la ciudad de Muntzer y muchos historiadores afirman que los anabaptistas de aquel tiempo [como Menno Simons y quienes eran pacifistas] declararon “no tener comunión alguna con los hombres de Muntzer y se quejaron amargamente de tener que sufrir por los delitos de otros de quienes no sabían nada, simplemente porque algunos de ellos estaban de acuerdo en rechazar el bautismo infantil.” (Benedict, Hist., pág. 124). De hecho, ningún historiador serio e imparcial como el Dr. Benedicto, Buckland, Hase, Gerard, Geseler, Fusslin, Brandt, Doner, Brown y D’ Aubigne asocia ni confunde a los anabaptistas con el movimiento de Muntzer.          

      Al contrario, declaran que los anabaptistas eran inocentes del escándalo de Muntzer y admiten que la insurrección de Muntzer tuvo su origen en la Reformación de Lutero y no entre los anabaptistas (citado de la Introd. De Orchard, pág.16.). Además, la teología de Thomas Müntzer quien primero fue católico y luego seguidor de Martin Lutero era muy diferente a la de los anabaptistas (nuestros antepasados Bautistas) pues la teología de Muntzer era más política mientras que la de los anabaptistas era apolítica, es decir, separada del estado (Reyes Camargo, Raúl, Revista de Filosofía de la Universidad de Costa Rica, Vol. 57 Núm. 149, 2018). Sin embargo, a Muntzer se le llamó “anabaptista” porque rechazó el paidobautismo. Pero siguiendo esa lógica entonces todo cristiano que no cree en el bautismo infantil como el mismo Will Graham (colega de Enior), los pentecostales, testigos de Jehová, mormones, adventistas, evangélicos y hasta algunos protestantes reformados que son credobautistas serían “anabaptistas”. En otras palabras, el que una religión tenga una creencia parecida o igual a otra no significa que sean la misma. Por ejemplo, los mismos católicos y protestantes tienen creencias similares (como la doctrina del infierno, el cielo, la Trinidad, el nacimiento virginal de Cristo y su resurrección corporal) pero eso no significa que sean la misma religión.  
     
         Definitivamente hay mejores teólogos que Calvino y Lutero, como el pastor reformado Casiodoro de Reina quien arriesgó su vida para darnos la Biblia entera en español la cual estaba prohibida por la inquisición y quien quedó decepcionado con los calvinistas y luteranos por su odio extremo contra el español Miguel Servet y los anabaptistas. Su Biblia del Oso es considerado un clásico universal del siglo de oro debido a su importancia, riqueza y belleza literaria. De hecho, es la más usada en las iglesias hispanas evangélicas y desde su distribución ha logrado llevar la voz de Dios a millones de personas alrededor del mundo (incluyendo este servidor). Balthasar Hubmaier y Menno Simmons son otros cristianos humildes, compasivos, ganadores de miles de almas y contemporáneos de Lutero que también representan mejor la verdadera teología cristiana la cual no solo predicaron sino que también lo vivieron.
          En fin, mientras los neocalvinistas (reformados) no se cansan de exaltar a estos matones religiosos hagamos un mejor trabajo en mirar nuestra historia y la Biblia para identificarnos con aquellos verdaderos héroes de la fe que no solo eran mejores teólogos sino que representaron mejor a Cristo antes, durante y después de la Reforma Protestante (1 Corintios 13:2,4-6).

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