La Oscura Historia del Aborto

“Nada hay nuevo debajo del sol.” – Eclesiastés 1:9 

           Según las creencias de muchos antiguos paganos (como los cananeos, fenicios, cartaginenses y sirios), el hombre era la encarnación de una tragedia ontogénica y para redimirse de ese pecado era necesario ofrecer sacrificios de niños en el fuego purificador de un tal Baal (también conocido como Moloch), especialmente los bebés, por ser los seres más impregnados de la materia. Griegos y romanos lo identificaban con Cronos y Saturno, respectivamente. Tan extendido estaba esto que a los judíos se les advierte “no dejes que tu descendencia pase por el fuego para Moloch” (Vea Jeremías 19:5; 2 Reyes 11; 2 Reyes 16: 3; 21: 6 y Levítico 18). Los druidas, figuras sacerdotales celtas, tambien practicaron este tipo de sacrificios humanos y ceremonias en sus cultos durante la Europa Antigua.
              Las madres que participaban en este ritual satánico arrojaban a sus propios hijitos recién nacidos al fuego que constituía el más agradable sacrificio que podía ofrecerse a esa implacable divinidad, representada por una gigantesca estatua de bronce con figura humana y con cabeza de carnero o becerro, sentado en un trono donde ostenta signos de realeza y que encerraba un horno en su cavernoso cuerpo para recibir el holocausto. Antes de que la estatua fuese llenada los inicuos sacerdotes de Baal tomaban el cuidado de inundar la zona con un fuerte ruido de flautas y tambores, de modo que los lamentos y gritos de los inocentes no alcanzaban los oídos de la multitud. En la Edad Media, Moloch se transformó en un demonio que encontraba placer en provocar el llanto de las madres a las que robaba sus hijos. Nada extraño, si se tiene en cuenta que un protocolo esencial de los ritos satánicos ha sido siempre el sacrificio e niños. Allen Ginsberg cita con profusión el nombre luciferino de Moloch en su poema «Aullido» (Howl en inglés), una de las obras más importantes de la «Generación Beat».
           Pero ¿sólo en aquellos tiempos? No. El aborto no es muy diferente, y en efecto, era una costumbre generalizada en el mundo pagano. Fue precisamente, una de las grandes y magníficas victorias obtenidas por Nuestro Señor Jesucristo en la Cruz al redimir al género humano, la virtual desaparición de esa monstruosidad en las naciones cristianas, bajo el benéfico influjo de la Iglesia. Fueron necesarios muchos siglos de decadencia para que los hombres osaran volver a “endiosar” la práctica criminal del aborto al despenalizarlo o autorizarlo por los más diversos motivos. 
           De hecho, durante el reinado de Luis XIV en el siglo XVII en Francia, hubo un gran empuje, por la profusión de brujas, lideradas por una bruja llamada La Voisin. Esta bruja era la protegida de la Marquesa de Montespan,la amante del rey y a quien esté no le negaba ningún favor. Algunas de las fórmulas rituales para sacrificio de los niños que usan las brujas hoy vienen de esa época: “Astaroth, Asmodeo, príncipes de la amistad, les conjuro para que acepten el sacrificio que les ofrezco de este niño por las cosas que les pido…”. Pero dos siglos antes, el papa Inocencio VIII encargó un documento para educar al pueblo sobre los peligros de la brujería, y en esa investigación descubrieron el asesinato de niños como rutina corriente. El documento habla de: “…crímenes horribles que los demonios cometen contra los infantes, tanto en el vientre de la madre como después. Y dado que los demonios hacen estas cosas a través de mujeres y no hombres, esta forma de homicidio se asocia más con las mujeres que con los hombres. Y los siguientes son los métodos por los cuales se hacen…” Luego describe el aborto como el primer método para impedir el nacimiento. Esto está emparentado con los miles de sacrificios sistemáticos que hacían los aztecas en México, durante el siglo XV, al Dios Huitzilopochtli. Este Huitzilopochtli y Moloch seguramente son el mismo demonio. Y reapareció también durante el régimen nazi que mató alrededor de un millón y medio de niños judíos, polacos, rusos, etc., argumentando que eliminaban a los discapacitados para obtener la pureza racial. No es casual después de la guerra el cerebro de esto,el Dr. Joseph Mengele, haya huído de incógnito a la Argentina y trabajará allí como abortista. 
           Sin embargo, la resurrección de Baal (Moloch) ha vuelto o resucitado en pleno siglo XXI donde el vientre de Moloch ha sido reemplazado por el propio seno materno y el lugar de los sacerdotes fenicios lo ocupan los médicos abortistas sin escrúpulos y las sacerdotizas de Femens y otras feminazis que consideran esta espantosa carnicería y macabra matanza de inocentes (el aborto) como algo “sagrado”. La diferencia es que el Moloch moderno es mucho más implacable que el dios cananita: los sacrificios humanos de la antigüedad son insignificantes si se comparan con los más de 50 millones de niños que todos los años son sacrificados en el vientre de sus madres. Se trata del exterminio del más indefenso de los seres, los no nacidos y un holocausto moderno de infantes. La diferencia también está en el dios que estamos adorando: Baal o el dios de la conveniencia; algún ídolo de madera o el dios del yo.
             En Estados Unidos la industria del aborto de Planned Parenthood fue fundada por Margaret Sanger, una conocida racista eugenista que impulsó el aborto para exterminar a la población negra. No se puede afirmar que todas las clínicas de aborto están relacionadas con ritos satánicos o de brujería pero existen numerosos testimonios de esta vinculación entre brujería y satanismo con las clínicas de aborto. Ademas de que la brujería y el satanismo le dan una base ideológica y de protección a esta práctica y además la incentivan. Por un lado vemos que las brujas son cada vez más comunes en el feminismo radical, que es el principal impulsor del aborto. Y por otro lado vemos que el Templo Satánico que es una organización religiosa satánica en Estados Unidos es muy activa en la promoción del aborto, incluso presentando demandas ante distintos estados para que cesen las leyes antiaborto. Su primera figura, Lucien Greaves, ha manifestado que el aborto es un sacramento satánico.
            El partido democrata de EEUU y las clínicas de aborto se han convertido en el nuevo culto de Baal en tiempos modernos pues hasta han llegado al extremo de votar en contra de leyes que protegen al bebé ya nacido o sobreviviente de un aborto. Sin olvidar que algunas clínicas de aborto como “Planned Parenthood” han vendido partes de bebés abortados. En otras palabras, dicho partido político de izquierda se ha vuelto en un partido de infanticidios. Primero fue en países comunistas y socialistas y ahora ya le han abierto las puertas al aborto legal o al menos a su despenalización en varios países alrededor del mundo. 

La paradoja no podría ser más flagrante:

El hijo debería esperar, precisamente de la madre, amor sin límites, pero ella lo inmola, no ya en un altar en llamas, sino en una fría mesa de operaciones.

El médico, cuya misión es garantizar la vida, se transforma en el instrumento de su muerte.

El Estado, que debería castigar a los criminales que levantan la mano contra su vida, niega al nonato el derecho a vivir.

           Si nosotros aceptamos que una Madre asesine a su propio hijo, ¿cómo entonces podemos decirle a otros que no se maten entre sí?  Dios mismo nos dice: «Aunque la Madre olvidase a su hijo, Yo no te olvidaría. Te he grabado en la palma de mi mano» (Isaias 49:14-16 y Salmo 27:10). El niño es un regalo de Dios para la familia. Cada niño está creado de manera especial a la imagen y semejanza de Dios para grandes cosas. Para amar y ser amado.  Todos estamos grabados en la palma de sus manos y eso incluye el niño que fue abortado pues desde el momento de su concepción es llamado, por Dios, para amar y ser amado, no solo ahora en esta vida, pero para siempre. Dios no nos olvida nunca.
              En fin, las clínicas de aborto, se han convertido en el templo moderno de Moloch, el asesino de inocentes, pero siempre ha habido y habrá creyentes que levanten su voz por estas pequeñas víctimas. En el Antiguo Testamento vemos a Sifra y Fúa quienes se opusieron a cualquier causa de terminación humana durante el embarazo (Vea Éxodo 1:15-22). Sin darse cuenta estas dos valientes mujeres se convirtieron en una viva ilustración de Proverbios 24:11 que dice, “Libra a los que son llevados a la muerte; Salva a los que están en peligro de muerte” y Proverbios 31:8 que también dice, “Abre tu boca por el mudo”. No solo salvaron un sinnúmero de vidas sino que también se convirtieron en la voz de los que no tienen voz. Necesitamos más Sifra y Fúa.


Fuentes:

https://www.dailysignal.com/2016/04/20/in-the-market-for-fetal-body-parts-a-babys-brain-sells-for-3340/?fbclid=IwAR2rA9urXqRhCGiYVZcBwcB14Hneu2jHUYiqm72DpcUEw_8hGUVK0iIve-s

https://www.youtube.com/watch?v=0RsH0rQzsyA