La vieja confiable de los atheus: “Newton y otros grandes científicos eran ateos, pero dijeron ser religiosos por miedo a la inquisición.”

A menudo los ateos suelen asumir que los grandes científicos son ateos pero cuando se les demuestra que en realidad son creyentes, principalmente cristianos, responden diciendo que solo lo eran por miedo a la inquisición. En primer lugar, no hay ninguna prueba de que grandes científicos cristianos como Newton eran en realidad ateos encubiertos y asumir que no eran verdaderos cristianos sin demostrarlo es apelar a la falacia de ningún verdadero escocés, principalmente cuando muchos de ellos demostraron ser muy religiosos con sus propias palabras y acciones. El mismo Newton por ejemplo, escribió más sobre la Biblia que sobre mecánica o dinámica (de hecho era alquimista y pensaba que pensar más en Dios lo acercaba más a la verdad del mundo) por lo que le dedicaba más tiempo a sus estudios teológicos que científicos.

Por cierto, bajo esa misma “lógica” absurda entonces podríamos decir que todos los ateos que vivieron o viven en países comunistas de ateísmo de estado eran realmente creyentes pero que se hicieron ateos por miedo a que los fusilaran o los aprisionaran en gulags. Volteando las cosas se ve lo estúpido del argumento ateo

Segundo, ignoran que no solo en la Edad Media los mejores científicos eran cristianos sino en todos los tiempos (incluyendo en aquellos lugares y épocas donde la iglesia católica no tenía poder absoluto). De hecho, la iglesia no dominaba otros países y aun así los grandes científicos seguían siendo cristianos. Además, no todo gran científico era católico, también los hubo protestantes y de otras religiones. De hecho, actualmente tampoco existe la inquisición y sin embargo sigue habiendo grandes científicos cristianos como Francis Collins, Raymond Damadian, Wernher Von Braun y muchos otros.

Tercero, la inquisición fue un proceso judicial para juzgar criminales y herejes, no científicos. Al contrario, como dicen historiadores como John Heilbron y Thomas Wood, “Ninguna institución financió tanto el estudio de la ciencia como lo hizo la Iglesia Católica durante seis siglos”. Hasta el historiador ateo y experto en la historiografía eclesiástica medieval, Tim O’Neill, también reconoce esto. Claro, no falta el atheus que apele a la falacia de la prueba anecdótica diciendo, “Pero ¿acaso la Iglesia no condenó a muerte Galileo Galilei, Giordano Bruno y Agnes Waterhouse por razones científicas?”

Pero, pero ¿y Giordano Bruno y otros científicos quemados en la hoguera? 

Empecemos con la hechicera Agnes Waterhouse. Esta mujer no fue condenada por ser científica o libre pensadora sino por sacrificar animales y personas a modo de ritual satánico. De hecho, antes de ser colgada dijo que vería a todos en el infierno donde ella estaría sentada a la izquierda de Satanás. Mientras que Giordano Bruno ni siquiera fue científico sino astrólogo, místico, teólogo, ocultista y filósofo italiano. Hasta Neil DeGrasse Tyson hace la aclaración en “Cosmos” de que Bruno no era científico. Tampoco fue un gran matemático y hasta relacionaba los números con la magia por lo que nunca fue condenado por ningún trabajo científico sino por sus enseñanzas heréticas. Ni Galileo, ni Kepler pensaron en él y las pocas veces que Kepler lo mencionaba era solo para refutar sus ideas.

A pesar de todo esto, los ateos que no conocen el verdadero Giordano Bruno siguen creyendo que fue un gran científico o filósofo que fue condenado porque la Iglesia no aceptó sus ideas de la pluralidad de mundos infinitos. Estos ignoran que Bruno no fue el primero en proponer que el universo es infinito sino otro filósofo que vivió un siglo antes de Bruno y antes de Copérnico, el cardenal Nicolás de Cusa. Sin embargo, el cardenal Cusa no sufrió ningún daño por la Iglesia Católica por sus ideas astronómicas. La razón es porque Bruno estaba usando la teoría de Nicolás de Cusa para promover su herejía teológica las cuales eran parecidas al panteísmo y no por intereses científicos. De hecho, Bruno recibió la ordenación sacerdotal cuando ni siquiera creía en muchas de las verdades esenciales de la fe cristiana porque ya tenía sus propias creencias las cuales no eran gran cosa en su tiempo y tampoco en la nuestra. También fue expulsado por calvinistas y luteranos por razones doctrinales. La iglesia católica le rogó por años que abandonara sus ideas personales sobre la teología pero no quiso por lo que fue sentenciado a muerte. Se dice que al ser quemado en la hoguera se puso a escupir la cruz y a decir blasfemias. En otras palabras, Giordano Bruno no fue un mártir de la ciencia sino de la libertad religiosa. Por tanto, el “Cosmos” 2.0 de Neil DeGrasse Tyson escogió el héroe equivocado de la ciencia. Con esto no decimos que Bruno merecía ser condenado, sino que tampoco debería ser reducido a una caricatura para la libertad intelectual.

En cuanto a Galileo, el gran científico cristiano tampoco fue asesinado, ni torturado por ser científico. De hecho, ni siquiera pisó la cárcel. Al contrario, la Iglesia estuvo dispuesta a escucharlo, incluyendo el mismo papa Urbano VIII (Maffeo Barberini) quien era un admirador y amigo muy cercano de Galileo. Pero luego no aceptaron el heliocentrismo porque Galileo no había probado su caso y como resultado Galileo no sólo llegó a insultar al papa y a los demás astrónomos a través de sus cartas por no estar de acuerdo con sus ideas sino que también había presentado su trabajo como si fueran hechos cuando sólo eran hipótesis. El rencor personal de Galileo hacia el papa simplemente obligó a los dos a un enfrentamiento en el cual el papa, que era el más poderoso de los dos, ganó.

Sin embargo, la inquisición no lo envió a la hoguera sino que lo alojaron en una vivienda de cinco habitaciones con vista a los jardines del Vaticano y con servidor personal. Después de la sentencia fue alojado en la maravillosa Villa Medici en el Pincio. Desde aquí el “condenado” se trasladó, en condición de huésped, al palacio del arzobispo de Siena, uno de los muchos eclesiásticos insignes que lo querían, que lo habían ayudado y animado, y a los que había dedicado sus obras. Finalmente llegó a su elegante villa en Arcetri, cuyo significativo nombre era “Il gioiello” (“La joya”).

A Galileo nunca se le impidió a proseguir con su trabajo, ni tampoco se le había prohibido recibir visitas durante su arresto domiciliario y a diferencia de Bruno y Waterhouse escribió al final de su vida: “In tutte le opere mie non sarà chi trovar possa pur minima ombra di cosa che declini dalla pietà e dalla riverenza di Santa Chiesa “En todas mis obras no habrá quien pueda encontrar la más mínima sombra de algo que recusar de la piedad y reverencia de la Santa Iglesia”. Murió a los setenta y ocho años, en su cama, con la indulgencia plenaria y la bendición del Papa. Era el 8 de enero de 1642, nueve años después de la “condena”. Una de sus hijas, monja, recogió su última palabra. Ésta fue: “¡Jesús!”.

De hecho, los que sí asesinaron científicos fueron los ateos liberales de la Revolución anticlerical francesa, como por ejemplo, el químico y biólogo católico, Antoine Lavoisier. El juez anticristiano lo mandó a la guillotina diciendo que, “La república no necesita ni científicos ni químicos.” ¿Y qué hay de las muertes causadas por la Inquisición como la caza de brujas? Cualquiera que estudia la historia de estos temas también encontrará que tales crímenes han sido muy exagerados puesto que el número de muertos en el tribunal de brujas en Salem fueron como 19 (no cientos, ni miles) mientras que en la Inquisición fue aproximadamente menos de 3,500 personas (sólo 43 en México), no millones como dicen falsamente los fanáticos ateos militantes (Lea también el libro sobre la Inquisición de Henry Caiman quien es considerado la mayor autoridad al respecto). La BBC también hizo un documental sobre la Inquisición española en 1994 y se encontró, para su sorpresa, que la realidad era muy diferente del mito que repiten muchos anticristianos. De hecho, según el historiador Gonzalo Verbal Stockmeyer de la Universidad de los Andes, Chile y el historiador francés, Pierre Chaunu, el reino de terror de la revolución anticlerical francesa (1789-94) causó más muertes en un mes en el nombre del ateísmo que la Inquisición en el nombre de Dios a lo largo de la Edad Media en Europa. Las cifras de las personas que llevaron a la guillotina son tan superiores a la Inquisición que exterminaron a todos los habitantes de la región de la Vandeé y arrasó con gran cantidad de edificios y grandes obras de arte religioso de enorme valor cultural.