¿Qué fue antes: el huevo o la gallina?

           ¿Qué fue antes: el huevo o la gallina? ¿Si la gallina fue primero, de dónde salió? ¿Si el huevo fue primero, quién lo puso? Este antiguo dilema ha servido como metáfora sobre el origen de las cosas desde que Aristóteles la formuló. Muchos científicos han concluido finalmente que fue la gallina porque el huevo tiene una proteína (OC-17) que forma la cáscara del huevo que solo es producida por la gallina.

      Por tanto, la ciencia confirma una vez más la Biblia cuando dice que la gallina vino primero ya que según la genética se puede ver que el huevo posee la molécula del ADN de la gallina con las instrucciones de su formación y lo cual a su vez demuestra la existencia de Dios ya que se necesita Alguien para crear el código de información de ADN de la primera gallina y porque la vida solo puede venir de vida preexistente, en este caso, del eterno Dios viviente (Génesis 1:20-22 y Apocalipsis 4:11). Sin embargo, los militantes ateos apelan a la macroevolución o citan a Neil deGrasse Tyson diciendo que primero “fue el huevo, puesto por un ave que no era gallina”.

       Pero la respuesta no solo es una falacia de autoridad sino un razonamiento circular. En primer lugar, cuando se pregunta ¿qué vino primero, el huevo o la gallina? Es obvio que la pregunta se refiere a la gallina (ave) y al huevo de la gallina. No al huevo de un dinosaurio ya que el ave y los reptiles son dos clases de especies que son genéticamente muy diferentes. Además de que nunca se ha observado a un animal producir un animal diferente a su misma especie. De hecho, esto hasta contradice la ley científica de la Biogénesis la cual establece que todos los animales se reproducen según su género, no según otro género (Génesis 1:11-24).

       Por tanto, la respuesta de Neil deGrasse Tyson es una falacia de petición de principio porque asume que la macroevolución es cierta sin demostrarla y que por ende el huevo es supuestamente la respuesta. De hecho, hay hasta evolucionistas que creen que los dinosaurios en realidad no se extinguieron, sino que todavía viven con nosotros pero que evolucionaron en forma de aves. Como “prueba” citan fósiles como el Arquetrix y el Archaeoraptor de la National Geographic.

        En otras palabras, toman a los dinosaurios para sacarlos de su clasificación que es de reptiles para ponerlos en otro diferente que es la de aves. Sin embargo, el llamado Archaeoraptor no puede ser usado para sostener esta teoría de dinosaurio a ave porque ya fue descartado por la ciencia moderna como algo no válido o incluso como un fraude. Un escáner demostró que ese falso “eslabón perdido” entre dinosaurio y ave era un pequeño carnívoro, el «Microraptor zhaoianus», al que se habían trasplantado partes de un ave, denominada «Yanornis martini». 

       ¿Pero y qué hay del Archaeopteryx el cual es un fósil que parece un reptil y ave pues tiene plumas y dientes? ¿No demuestra eso que es un fósil transicional? No pues lo primero que se debe preguntar es ¿y acaso no existe la posibilidad de que era un ave con dientes? ¿Quién decide que era ave o reptil? ¿Un evolucionista? ¿No es eso un razonamiento circular? De todas formas, según cientificos (incluyendo evolucionistas como el experto en aves, Storrs Olsen) afirman que solo es un ave extinto. Alan Feduccia, de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, una autoridad mundial en el tema de las aves, y que también es evolucionista, también afirma lo mismo. De hecho, cuatro eminentes paleontólogos, entre ellos John Ostrom, de la Universidad de Yale, hallaron que las “plumas” eran simplemente una formación de fibras en paralelo, probablemente colágenos.

       Ni siquiera está claro si esta criatura alguna vez tuvo realmente plumas. Los investigadores solamente encontraron “impresiones de plumas apenas visibles” e “impresiones de piel apenas visibles”, y admiten: “desafortunadamente, las plumas están tan mal preservadas como para poder percibir detalles de su estructura”. El reporte científico del descubrimiento no muestra o describe ningún tipo de característica distintiva de las plumas tales como el raquis o las barbas. Por otro lado, los investigadores admiten que la evidencia disponible es muy pobre: “Nuestra hipótesis filogenética se encuentra débilmente fundamentada en los datos disponibles” (L. Witmer, “An Icon Knocked from its Perch”, Nature 475 (2011): 458., X, Xu et al., “An Archaeopteryx-Like Theropod from China and the Origin of Avialae”, Nature 475 (2011): 467).

        De hecho, otros evolucionistas como el Dr. David Menton admiten que no existen fósiles de dinosaurios con plumas y que aquellos que creen esto solo enseñan dibujos basados en la imaginación y no verdaderos fósiles que muestran una transición entre dinosaurio y ave. El ya mencionado evolucionista y experto en aves, el Dr. Storrs Olson, de “The Smithsonian Institution” y “The Smithsonian National Museum” (museo no creacionista) también escribió 2 cartas a la National Geographic para que dejaran de promover esta fantasía de mitad dinosaurio y mitad ave. Además, no tiene sentido creer que los pequeños brazos de los dinosaurios se hayan convertido mágicamente en alas para volar, principalmente cuando la piel de los reptiles es genéticamente muy diferente al plumaje de las aves por lo que el cambio de plumas a escamas es anatómicamente imposible.

         El tiempo tampoco es una varita mágica para convertir dinosaurios como el Tiranosaurio Rex en aves como las gallinitas. Científicamente eso es imposible debido a que la genética tiene sus límites y por eso es incompatible con la macroevolución. Como si fuera poco, se ha encontrado fósiles de dinosaurios como el “Theropoda” con huesos de aves en su estómago. Por tanto, ¿cómo es que un Theropoda se haya comido un ave si según los evolucionistas el Theropoda se supone que evolucionara en un ave después? Además, tanto Tyson como la teoría del “Hopeful Monster” Schneiderwolf y Goldsmith también tienen otro terrible inconveniente, no solo que hace falta un milagro para que un ave no gallina ponga un huevo de gallina, sino que hace falta otro milagro…que ponga otro huevo…pero esta vez tiene que ser un pollo.

           En conclusión, el mito de la macroevolución simplemente no tiene solución para este dilema pues la respuesta correcta es que bíblica y científicamente, la gallina vino primero (Génesis 1:20-22), saludos